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El mapa de las prendas que amé - Elvira Seminara

Publicado el 12 febrero 2018 por Rusta @RustaDevoradora

El mapa de las prendas que amé - Elvira Seminara

Edición: Lumen, 2017 (trad. Ana Ciurans Ferrándiz)

Precio: 18,90 € (e-book: 8,99 €)

Entrada por entrada, este armario parece el índice de mi vida.

El vestuario de una mujer. Múltiples vestidos, tonalidades, tejidos, cortes. Para algunos, una frivolidad. Para otros, una imagen reveladora acerca de su dueña. Porque un traje no es un mero trapo de colores, sino una enciclopedia suculenta sobre la psique de la mujer que lo luce, sus sentimientos, su confianza, la fase vital en que se encuentra. Al menos, así es para quien sabe observar con atención y tiene ojo para la estética, como la italiana Elvira Seminara, que además de escritora es periodista y artista pop (y, como curiosidad, madre de la también novelista Viola di Grado). El mapa de las prendas que amé, su novela más reciente y la primera que se traduce al castellano, fue publicada por Einaudi en 2015 y ha sido comparada con Italo Calvino y Georges Perec por su naturaleza experimental; solo que Elvira Seminara incorpora, por su parte, una mirada "femenina" (lo que no significa que sea exclusiva de mujeres) a la relación entre los atuendos y la vida, que conforma la esencia de esta obra tan hermosa y tan original.

Sigo completando el inventario [...]. Es un manual para vivir mejor dentro y fuera de uno mismo. Es necesario proteger los propios límites con costuras fuertes y resistentes.

La narradora, Eleonora, es una mujer de mediana edad, moderna e independiente, que se instala en París tras una crisis personal. En Italia ha dejado a su hija, Corinne, una joven con la que en los últimos tiempos no se termina de entender, y una casa llena de ropa, la ropa que la ha acompañado en toda su existencia. Este libro es la carta que Eleonora escribe a su hija desde la distancia, una suerte de acercamiento en el que le hace un regalo único: un inventario de sus prendas, como un legado para Corinne. A lo largo de estas páginas, el relato de sus recuerdos y sus nuevas vivencias en París se alterna con un listado de vestidos y complementos, acompañados de una reflexión sutil, a propósito de las oportunidades en las que puede ponerse cada uno. En realidad, lo que la madre le está transmitiendo a su hija es una educación sentimental, disfrazada de atlas de ropa; una forma creativa de compartir con ella su experiencia y aconsejarla. Y de romper el silencio, la frialdad que empaña su relación en esos momentos.

Hay una historia oculta dentro de todas las cosas, y en especial dentro de las domésticas. No siempre es descifrable o memorable, claro está, porque a menudo es involuntaria o tiene muchos autores y carece de orden. En definitiva, su lectura requiere un esfuerzo mayor que el que requiere la de los libros, por eso leemos páginas y no cosas.

Elvira Seminara rinde homenaje a las telas y las costuras, la herencia simbólica que las mujeres se han transmitido de generación en generación desde hace siglos. Pocas cosas hay tan ligadas a una mujer, a su manera de estar en el mundo, que su ropa; la autora utiliza esta especificidad femenina para construir una obra inteligente e imaginativa sobre la soledad y la incomprensión. La protagonista no hace su inventario en vano, sino que sus apuntes esconden pequeñas confesiones, con la esperanza de que Corinne las entienda y no cometa los mismos errores que ella. En ocasiones, cuando un tema duele demasiado para hablar con claridad, o cuando las personas han recibido una educación rígida que reprime sus sentimientos, se recurre a una especie de subterfugio, un comodín para comunicar ese dolor al otro sin lloriquear, sin hacerlo evidente. La aparente ligereza de los apuntes sobre vestidos encarna esa complicidad, ese lazo íntimo y exclusivo, como cuando una madre aconseja a su hija adolescente, aún poco curtida en esos asuntos, qué ponerse para una cita.

Es más fácil esperarte aquí porque París es un escenario que me vio despreocupada, un lugar donde puedo rebobinar la cinta o volver a grabarla. Y que parece ofrecer un montón de vidas de repuesto a todo el mundo.

Eleonora no solo se dirige a su hija para inventariar sus vestidos. También le cuenta cómo son sus días en París, esa ciudad que es otro símbolo en sí misma. No es la primera vez que pasa una temporada allí; conoció París en su juventud, y ahora la usa como refugio para encontrarse a sí misma, para recuperarse, aunque todavía no sabe cómo ni cuándo lo logrará. Se instala en un edificio donde conviven personajes tan solitarios como extravagantes; un escaparate digno de una tragicomedia. Y es que, a pesar del aire chic del libro, detrás de esa voz que se pretende fuerte y elegante hay una mujer herida. Herida de amor, de maternidad, de abandono, de madurez. Una mujer en una edad en la que se le presupone un gran dominio de sí misma, de sus emociones, y que sin embargo se siente más perdida que nunca. Ella no lo admite, es demasiado terca para pedir ayuda, demasiado comedida para gritar, pero entre líneas se intuyen las ilusiones truncadas, la desorientación de esta paseante errabunda.

En el fondo un edificio es como un armario. Te sorprende continuamente.

Como los vestidos, que después de estrenarlos ya no permanecen intactos (se pierde un botón, se arrugan, se les rompe la cremallera o se les descose el dobladillo, se destiñen o deforman), los afectos asimismo se resienten. Entre madre e hija, entre un matrimonio, entre dos amantes. Necesitan remiendos, parches que, si bien no recuperan la primera versión, cumplen con su cometido: dar otra vida, otra oportunidad. Y de eso va , de sanar heridas. Desempolvar los viejos vestidos para que la siguiente generación los aproveche; y, en cuanto a la que se deshace de ellos, para renovar el armario y respirar aire fresco en otro lugar, porque a veces hace falta tirarlos para comenzar de cero. Esta novela de Elvira Seminara es una propuesta cuidada e ingeniosa, de una sutileza y una inventiva extraordinarias, que sorprende por su despliegue de metáforas, paralelismos y muchos detalles que enriquecen su particular inventario. Sí, los vestidos pueden conformar su propio lenguaje, y esta es una buena muestra de ello. El mapa de las prendas que amé

Ya no necesitas un inventario, te lo he confesado todo. Lo que sigue es la vida.

Citas en cursiva, por orden de aparición, de las páginas 188, 13, 96, 28, 149 y 107.


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