La humorada en este caso viene de que él se sitúa como parte de la novela. En concreto como el muerto, en una última parte-thriller tan desubicada como delirante, probablemente el aspecto más houelebequiano de este libro. Porque , de otra parte, estamos ante el más cuasi-hilvanada de sus obras, la -si se le quiere llamar así- más literaria, donde parece que hasta logra construir una casi tradicional historia de amor entre Jed Martin, un artista extraño y Olga, una galerista. Hay, como siempre diversas menciones a temas que no vienen mucho al caso. Y poco sexo para ser de Huelebecq
Premio Gongourt, tan erráticos ellos a veces. No es su mejor obra desde luego, pero indudablemente es Él, y a mí me gusta casi siempre como mira a este puñetero mundo que nos rodea.
