Revista Cultura y Ocio

El mar

Publicado el 04 diciembre 2020 por Angel Maíllo @gramofono1
  • EL MAR

Allí estaba en el infinito mar, en silencio, tan solo interrumpido por el sonido de las olas que mecían suavemente  la embarcación. No había nada alrededor, solo la inmensidad del mar, el vacio horizonte misterioso, se divisaba como una línea curva en la lejanía. ¿Qué habría más allá de aquella delgada línea que separaba los destinos?

El reflejo del sol vestía de distintos colores el agua, las olas formaban destellos de plata que refulgían caprichosamente, la suave brisa  despertaba mis sentidos con su olor a salitre, recuerdos de arena y sol.

El mar me acunaba suavemente en su incesante bamboleo, como arrullo maternal, infundiéndome  paz y sosiego. Sentía una agradable sensación de libertad, estaba solo ante el inmenso mar azul, sin ataduras, dueño de mi propio destino. Yo llevaba el timón, marcaba mi propia ruta, impulsado por el viento y guiado por mis sueños.

Mientras navegaba pensaba en los secretos que el mar esconde bajo sus aguas, testigo de batallas, aventuras, naufragios y heredero de ingentes tesoros,  perdidos  bajo sus profundidades. El mar que hoy muestra su cara más amable, puede convertirse en un fiero enemigo vestido de gris, con broncos rugidos, azote de tempestades al que hay que respetar.

El horizonte seguía desnudo, tan solo se adivinaba una ligera bruma suspendida sobre él.  El cielo azul se confundía con el mar, el sonido de las olas y el silencio armonizaban perfectamente este momento mágico en el que me sentía insignificante, como una gota, en la inmensidad del mar. No somos imprescindibles, ni tan importantes como nos creemos, tan solo una  pequeña parte dentro del complejo engranaje que es este mundo. Estamos de paso,  pero debemos contribuir para el sostenimiento y conservación de este extraordinario legado que nos encontramos y debemos dejar en las mejores condiciones a nuestros herederos.  

Al despertar me sentí como un náufrago  de mis sueños, aquella inmensidad azul se había convertido en un cielo gris de un otoño lúgubre, la libertad que sentía se convirtió en un encierro preventivo, la brisa que me acompañaba se tornó en un viento gélido, las olas que acunaban mis sueños se transformaron  en angustias y desvelos. El viento que guiaba mi destino ahora soplaba con fuerza en contra impidiéndome avanzar. Quiero volver a sentir la libertad en la inmensidad del mar.

Estoy sentado en el muelle de la bahía,

Mirando cómo la marea se aleja.

Simplemente estoy sentado en el muelle de la bahía,

Perdiendo el tiempo.

Ottis Redding

La Mer Charles Trenett

Vamonos al mar DePedro


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