Revista Cultura y Ocio

El mar. John Banville

Por Mientrasleo @MientrasleoS

El mar. John Banville
     "Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea. Las aguas de la bahía, toda la mañana bajo un cielo lechoso, habían crecido y crecido, alcanzando alturas inusitadas, las pequeñas olas inundaban una arena reseca que durante años no había conocido otra humedad que la lluvia y lamían las mismísimas bases de las dunas."
     Ayer lo comentaba en la red: ya no hay excusa para no leer a Banville. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El mar.
     Conocemos a Max Modern cuando se retira a un pueblo costero, un lugar que es un viejo conocido para él, a pensar y escribir. Pensar en Anna, su fallecida esposa y en su juventud, en Grace. Y escribir sobre ambas.
     En este libro el narrador nos recuerda su vida en un continuo ir y venir de ese verano al presente. Podría recurrir ahora al mar y hablar de si lo hace como las olas o de si es el propio mar el recuerdo y perderme en simbolismos de los que, a buen seguro, no iba a salir airosa. Además, simbolismos a un lado, si algo recuerdo de la lectura de esta historia son los olores, esos olores presentes y conscientes dentro de las páginas del libro.
     Es una novela intimista en el que el protagonista se sirve de cualquier excusa para perderse en si mismo. Sin embargo, han de pasar unas cuantas páginas para que el lector se vaya dejando enredar en sus palabras. Lo que primero se percibe con una cierta frialdad (aquí me tienta decir eso de el primer pie metido en el mar), pronto se desdibuja para terminar haciéndonos presos de su hermosa forma de narrar. Porque ese es el verdadero punto fuerte de esta historia, las formas, lo formal. Las frases largas que recorren la historia dejando prueba del saber hacer de Banville. Un estilo que debiera de intimidar incluso pero que en cambio nos empuja a seguir leyendo con calma la historia de Max. Un protagonista que se deja llevar por los sentimientos en muchos momentos y que oscila peligrosamente entre temores, soledad o rabia. Porque no todo es hermoso, también hay furia en sus palabras.
     La búsqueda del refugio en el pasado, la conciencia en él, en saber que el pasado, una vez sucedido, puede cambiar para amoldarse a nuestro recuerdo. Como las cosas que nos suceden nos forman y como se confunden en nuestro interior fundiéndose con el presente para ayudarnos a descubrir lo que somos. Porque si algo me queda claro, es que nunca dejamos de conocernos. Hasta la muerte también presente, y el recuerdo que se desvanece, tras lo cual volvemos a ser completos desconocidos.
     Hay una trama, claro está, con un final que para el lector minucioso no será tan sorprendente y un pequeño requiebro que parece hubiera querido guardarse hasta el final. Os la he ido contando, trata de la vida.
     Si normalmente traigo historias directas, incluso crudas, Banville se sitúa justo en el otro extremo. Mi gusto camina por las carreteras de McCarthy a ritmo de las letras de Faulkner o de tantos otros. Tal vez por eso no termine de apreciar a este autor premiado ayer mismo con el Premio Príncipe de Asturias. Pero incluso reconociendo eso, no puedo dejar de admirarme por sus formas y hoy termino justo como comenzaba: ya no hay excusa para no acercarse a Banville... o a la novela negra de Benjamin Black.
     Y vosotros, ¿os dejáis aconsejar por algún premio literario en particular?
     Gracias

Volver a la Portada de Logo Paperblog