Revista Cultura y Ocio
"Estoy bien jodido.
Esa es mi considerada opinión.
Jodido.
Llevo seis días de lo que deberían ser los dos meses más extraordinarios de mi vida y que se han convertido en una pesadilla.
Ni siquiera sé quién leerá esto. Supongo que alguien lo encontrará, tarde o temprano. Tal vez dentro de cien años.
Para que conste: yo no fallecí en sol 6."
Hace pocos días comentaba en las redes que había comenzado la lectura de este libro, y Antoni Herrero me apuntaba: McGyver en Marte. Muy acertado el comentario, compartido por muchos lectores entre los que ahora me incluyo. Hoy traigo a mi estantería virtual, El marciano.
Mark Watney iba a ser uno de los primeros hombres en pisar Marte. No el primero ni el segundo, ni siquiera el quinto, pero iba a pisar Marte. Lo que no sabía es que sería el primero en colonizar el país. Cuando sus compañeros de expedición dan por muerto a este astronauta, en medio de una tormenta y se ven obligados de dejar el planeta. Pero Mark está vivo y atrapado en tierra extraña sin posibilidad alguna de avisar de su situación, además... aunque avisara moriría mucho antes de que pudieran rescatarlo. Esa es la situación a la que se enfrenta Mark, un hombre cuyo instinto de supervivencia le llevará a avivar su ingenio para mantenerse con vida intentando por todos los medios que su fin no sea en el llamado Planeta Rojo.
Weir parte de una situación imposible para demostrar que, además de una documentación impecable, tiene una imaginación sin límites, tejiendo con ambas partes una historia que consigue que leamos sin plantearnos a dudar lo que nos está contando. Lejos de lo que pudiera parecer, consigue dotar a la novela de un tono divertido gracias al peculiar sentido del humor de su protagonista, que parece encontrar en la mordacidad una salida al estrés que le provoca su situación. Y eso se agradece a lo largo de la lectura. La novela, que es cierto sigue una estructura fija que pronto conocemos (problema, solución), consigue mantener un ritmo ágil mientras acompañamos a su protagonista a lo largo de un sin fin de problemas para los que necesitará utilizar todo su ingenio. Pongámonos en situación: sin aire, sin agua, sin comida, con desperfectos en el equipo, sin comunicaciones... y con mucha, mucha iniciativa. Tanta, que estoy segura que cualquiera de los miembros de la NASA que controlan misiones, se tirarían de los pelos ante cualquiera de sus soluciones.
Watney además, tiene dos prioridades para sobrevivir; contactar con la NASA, o librar una distancia imposible para llegar al siguiente punto al que llegará una misión espacial. Con estas prioridades, tantas y tan complejas, nos deslizamos por las páginas en las que vierte sus pensamientos seguros de no estar ante un texto sombrío, sino todo lo contrario, una novela en la que avanzamos con una sonrisa a grandes ratos para llegar, eso sí, a un final que nos mantendrá en tensión durante sus últimos capítulos. no diré que el final haya sido toda una sorpresa, pero es cierto que tampoco me ha importado demasiado y es que, si os soy sincera, empiezo a pensar que se abusa demasiado de esos finales que dejan al lector de piedra. Casi pareciera que si una historia no consigue eso, no merece la pena ser leída, y no es así, el libro de hoy es buen ejemplo de ello.
Una lectura diferente que parte de una premisa que me ha resultado novedosa: Un Robinson Crussoe del espacio. Un libro más que recomendable tanto para los aficionados a este género como para quienes no suelan acercarse a él.En este caso Marte es... su circunstancia.
Por cierto que ayer no os pregunté: ¿qué libro tenéis entre manos esta semana?
Gracias
PD. El book tráiler, en VO