Revista Cultura y Ocio

El marciano -relatos cortos-

Por Orlando Tunnermann
EL MARCIANO -RELATOS CORTOS-
Se ha escondido en el pueblo de Minaya con la esperanza de pasar desapercibido. Su mirada bicolor, un ojo negro y otro azul, el cabello albino y la piel translúcida, amén de unos rasgos un tanto "reptilianos", le han granjeado el sobrenombre de "El marciano". A pocos les importa su verdadera identidad. Todos miran con curiosidad, espanto o befa al extraterrestre, al marciano, a ese tipo inclasificable que no se parece a ningún otro ser humano. Menelik es un ciudadano etíope corriente, como tantos otros, salvo por la lacra singular de su fisonomía, que hace girar los rostros cuando le ven pasar.
En Minaya es feliz junto a la despampanante Pandora, la turgente, rechoncha y atractiva tabernera dicharachera y procaz que regenta un modesto bar de copas llamado "El galeón". Ella colecciona exquisiteces, rarezas sin parangón. El amor que les une es tan puro e inequívoco como el fulgor del sol o los destellos estelares en la noche más oscura. En Minaya le respetan y admiran, pues el foráneo paladín ha logrado con su estrambótica peculiaridad conquistar el amor de la dama por quien suspiran la mayoría de los lugareños y algunos visitantes ocasionales que, tras el amor a primera vista, regresan con la esperanza de obtener el premio de una mirada cómplice de la hermosa tabernera. Bajo su piel "nevosa" hay un corazón magnánimo y generoso, bondadoso y pletórico de amor. Menelik es simpático y adorable, sociable y cercano, aunque reaccione como una fiera acorralada cuando insisten algunos pertinaces en recordarle sus semejanzas marcianas. Pandora es su refugio, la calma tras la tempestad. Sus labios gruesos y rojos, el fuego verdoso de su mirada, su cuerpo rebosante y siempre cálido, son el cielo tras el infierno del vilipendio. Pandora es ardiente e insaciable, tierna y feroz, comprensiva y maternal. Menelik no deja de mirarla con desnuda devoción mientras atiende a los clientes de "El galeón". Ella le guiña un ojo, salaz, tunante, una mirada que dice: "te espero bajo las sábanas del lecho, cuando acabe la jornada laboral, para celebrar que estamos vivos y que la vida, siempre juntos, puede ser maravillosa".

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