Debo reconocer ante todo que tengo debilidad por esta obra porque fue la primera novela de Mishima que leí, ya hace probablemente más de veinte años; y sin duda una de los motivos que despertaron mi interés por la literatura japonesa, de la que me hice lector habitual y comprador compulsivo en momentos en que encontrar un libro japonés publicado en español era extremadamente difícil.
Me pareció en su momento un libro impactante, y recobrado tantos años después me sigue pareciendo una obra brillante. Ahora que conozco algo mejor la obra de Mishima y sus extremas peripecias vitales, parece un resumen de partes de su ideario: la historia de Ryuji, el rudo marino y Fusako, la bella y delicada viuda por la que abandonará su vida a bordo. El mar, el amor, la belleza y el deseo. Lo oriental y lo occidental. Y también los sueños abandonados y Noboru, el adolescente hijo de Fusako y verdadero protagonista: él y su clan de atroces adolescentes inadaptados (imposible no acordarse de El señor de las moscas) habrán de hacer justicia al marino que -bellísimo e inolvidable título- eligió perder la gracia del Mar.
Junto con El rumor del oleaje (una breve y positiva delicia entre su compleja obra) la más occidental y fácil de leer de sus novelas, pero en mi opinión una de las más brillantes.