Revista Diario

El martillo

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
El martilloGabriel Celaya tiene un poema titulado "El martillo" donde dice: "Cuando el trabajo, cuando lo cotidiano/ nos va y nos va golpeando,/ se abandonan los bellos disfraces con que un día/ jugamos a inmortales. Y el alma queda en nada./ Y el hombre es sólo humano, repetible, cualquiera". No sé si os habéis dado cuenta de que hace un par de semanas que he bajado el ritmo de posteo. De hecho, esta semana no he servido ni un mísero aperitivo en el Fogón. Y es que el martillo de lo cotidiano golpea y golpea en ocasiones. Y pasan los días, metidos en la vorágine diaria, sin que te des cuenta. Mi hermano, en esos días postguardia, cuando - muerta de sueño - atiendo a la tarea de mi hija o intento no perder los nervios ante un berrinche del Terro, siempre mueve la cabeza , como el que está en posesión de la verdad y exclama irónicamente: "Sí, dan mucho trabajo, pero compensa". Dice que es lo que le repetimos, como un mantra, todos los que tenemos hijos para convencerle de que sea padre. Y que no convencemos ni a tiros.Hoy he llegado a casa después de haber estado trabajando hasta las seis de la mañana, con el cuerpo molido a martillazos y me he dejado caer en el sofá, desmadejada, como un saco de papas. De pronto, en el silencio de la casa, he oído unos pasitos descalzos que bajaban la escalera. Unos brazos pequeños y suaves me han rodeado el cuello. Y la voz de mi hija me ha susurrado al oído: "Ay, mami, cómo te he echado de menos...".Pues sí. Compensa. Y no hay manera de explicar este amor que sobrecoge. A pesar de los martillazos.


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