Que el mundo es cada vez más parecido y que los problemas que tenemos en Barcelona o Madrid se oarecen mucho a los de Bogotá, Sidney o Nueva York es algo compartido por todos aquellos que hayan viajado un poco. Es por eso que no debe sorprenderles a mis lectores que el problema más evidente que uno se encuentra en las calles de San Francisco (al menos en el barrio de Russia Hill en el que me encuentro) es la falta de aparcamiento. Por eso resulta curioso ver el éxito de los coches pequeños (como el Mini) en las calles de esta ciudad. Es decir, lo mismo que pasa en el Eixample de Barcelona o en el madrileño barrio de Salamanca.
Aunque estoy frivolizando un poco, porque hay otros problemas más serios en San Francisco, como la carestía de la vivienda (con precios de venta disparados y alquileres solo al alcance de los sueldos de las grandes empresas tecnológicas), o la pobreza, evidente por el gran núnero de vagabundos, en especial en el centro de la ciudad. Y cuando digo elevado me refiero a decenas de vagabundos.