Yo crecí en el campo con muy pocos niños a mi alrededor. Pasaba el día (bastante) sola en el medio de la (casi) nada pero no recuerdo sentirme sola jamás – no recuerdo sentirme aburrida nunca…
Pasaba el día en mi cuarto dibujando, cortando, pegando,… o en el taller de mi padre serrando, clavando, pintando,… o el bosque cavando, construyendo, descubriendo,…
Mi creatividad no veía obstáculos.
Mi imaginación no tenía límites.
El mayor regalo que me hayan podido dar jamás, consciente o inconscientemente, fueron esos años en mi infancia en los que el tiempo y el espacio era mío – esos años me dieron herramientas que siempre llevo conmigo…