Se veía venir que este chico travieso de Hollywood acabaría por finalizar una película redonda. Si Lee Daniels comenzó su carrera en la gran pantalla con la velocidad de un meteoro, tras su interesante paso por las series de televisión, con la prometedora Precious (2009), el interés descendió en su segundo trabajo, El chico del periódico (2012) prometía más de lo que daba, pese a algunos excitantes momentos de intenso cine. Con El mayordomo existen muchas posibilidades que invada la lista de los Oscar.Bienvenidos a la era del cine Barack Obama, Criadas y Señoras, Lincoln, Django Encadenado, 12 años de esclavitud y lo último de Daniels, los éxitos y el público llenan las salas de cine para volver a escuchar la misma historia de siempre. Al fin y al cabo da igual, lo que importa es cómo se cuenta, y si además tiene ese fondo de verdad histórico, se agradece aún más.A partir del artículo del periodista Will Haygood, publicado en el Washington Post, sobre los casi 30 años de servicio doméstico de Eugene Allen, afroamericano mayordomo de la Casa Blanca, en la vida real, desde la década de los 50 hasta los 80, e interpretado por el brillante Forest Whitaker, el director y el guionista Danny Strong (que también viene de las series de televisión, entre ellas, Mad men) han creado un impresionante fresco de la historia más reciente de América y un biopic apasionante.Todo ha ido encajando hasta crear un verdadero evento de esta película. A partir de un presupuesto medio (alrededor de los 30 millones de dólares), se ha obtenido una lista de actores espectacular: junto al mencionado Forest Whitaker, Oprah Winfrey (tan impresionante que no me extrañaría que obtuviese una nominación al estatuilla dorada), John Cusack, Jane Fonda, Cuba Gooding Jr., Lenny Kravitz, Vanessa Redgrave, Robin Williams, David Banner, Mariah Carey… Son tantos y tan buenos que ver la película se convierte, por momentos, en un juego consistente en adivinar, tras que caracterización, se esconde ese/a actor/actriz que nos suena tanto.Una dirección de escena sobria y clásica, medida sobre los parámetros del cine de los años dorados y los montajes milimetrados, sin aspavientos, con la dosis justa de emoción, tensión, espectáculo, historia, política, sentimientos, suspense, amor, odio, adicciones, y un metraje perfecto y contenido para contar casi 80 años de la vida del protagonista y de la historia de su país.Otro elemento que, sin duda, empujará a este mayordomo a la alfombra roja de los próximos Oscar (como mínimo, 6 nominaciones serían bien merecidas) la productora The Weinstein Company está al borde de este navío y estos dos hermanos han llevado a buen puerto, entre otros, El discurso de un rey (2010) y The Artist (2011), con eso queda todo dicho.En las retrospectivas de pintores abstractos suele ser habitual ver una mano firme que, años antes, plasmaba en arte figurativo paisajes o personas de una realidad casi fotográfica. En el cine ocurre lo mismo, son los directores más radicales o vanguardistas los que pueden filmar la película más clásica que uno se puede imaginar, y Lee Daniels sabe mucho de cine.Lo que resalta en esta historia es la sensación de que siempre es exacta, que la mesura impera en cada fotograma. La dureza de sentirse extraño en su propio país, la opción de ser invisible para no sufrir una discriminación radical, tener que comulgar con ruedas de molino porque de ello depende el pan que podrás servir a tus hijos, la sensación de verse arrastrado por los acontecimientos y no saber dónde situarse, los movimientos de la historia que transforma antiguos criminales en nuevos héroes… Todo es tan exacto por una única y sencilla razón, el director sabe de qué habla. Afroamericano y, además, homosexual. Sólo le faltaba vivir en Rusia.