Muchos asumen capacidades ajenas a sus capacidades.
@morguefile
El talento es un atributo congénito que pone de manifiesto la habilidad del individuo para desarrollar tareas o desempeñar funciones con mayor o menor nivel de eficacia, por eso siempre el mediocre ambiciona el talento, se apodera de instrumentos que escapan de sus habilidades.
El talento es inherente a la condición de las personas, por lo tanto se puede trabajar para mejorarlo en el ejercicio de su naturaleza, pero no se puede crear el talento a través del adiestramiento. O se es talentoso o no, simple y llanamente. Esta crisis económica está permitiendo que afloren iniciativas de enorme talento. Sin embargo, parece que aún le cuesta a la sociedad inversora intervenir en proyectos que sirvan para formar a los talentosos. Aunque algunos van surgiendo ya, y van favoreciendo la innovación y la creatividad de los que deben tomar las riendas del emprendimiento.
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Lo que si he comprobado en estos años asistiendo a círculos de niños con talentos, es la guerra sin cuartel de los padres por elevar a sus hijos a ese estado de altacapacidad, sin que tengan las cualidades precisas para ser consideradas personas con talento. Ese propósito, consecuencia más de la ambición de los padres que del interesado, crea en el individuo un nerviosismo enfermizo que anula las otras áreas de capacidades que podían convertirle en un valor productivo de la sociedad. Es tal la presión ejercida sobre ellos que acaban renunciando a todo, deseando fervientemente ser un mediocre, un parásito social antes que someterse a las exigencias de sus progenitores. Para estas personas, los adultos que obligan a los niños a asumir rasgos impropios de su habilidad natural, el talento se ha convertido en una mercancía. No lo conciben como un atributo de la naturaleza humana, sino como un estado imprescindible para subir de nivel intelectual, un medio para auparse a círculos donde nunca darán la talla ni obtendrán reconocimientos.
También existen los talentos absurdos, son aquellos asumidos por recomendaciones de otros. Cuántas veces no habremos visto a un mediocre ocupando el puesto destinado a un talentoso o un engreído alzándose con el premio predestinado a un humilde. No se puede negar que existen verdaderos talentos esperando ser reconocidos en la sociedad, deseosos de encontrar su espacio natural. Pero la crisis, tal como hace aflorar ideas innovadoras propicia la fuga de talentos.
Esta realidad no es ajena a los profesionalesque ejercen labores incompatibles con su formación académica o su capacidad. Cada vez es más frecuente encontrarse con técnicos que han renunciado a las carreras que han estudiado, después de invertir todo su ahorro y los de su familia, para abocarse al ejercicio de tareas completamente impropias a su campo profesional. Se llega a esta situación arrastrado por la necesidad, por los compromisos familiares o por escapar de la rutina hereditaria. Es el caso de aquellos que han heredado las carreras de sus padres por imposición, sin haber participado libremente en la elección aportando sus preferencias o sus cualidades personales. Una vez más nos encontramos ante un individuo asumiendo compromisos o ambiciones de otros en detrimento de sus propias preferencias y capacidades.
Es muy importante comprender las limitaciones inherentes a la propia persona, tanto en lo intelectual como en lo físico. Sólo así se podrá tener garantía personal de éxito y se podrá conseguir un resultado de largo alcance. Es una forma eficaz de invertir todo el esfuerzo en mejorar aquellas áreas de habilidad donde se acumulan las mayores posibilidades de rendimiento. No es necesario mirar mucho para ver que existe una cantidad ingente de materiales que intentan explicarnos cómo triunfar a través del talento o cómo mejorar los puntos débiles de una iniciativa. Quizá sólo falte un elemento más que agregar a ese decálogo para encontrar el camino al éxito y es: nunca asumas capacidades que no posees.
La recomendación para desempeñar una tarea con eficacia es identificar el área de habilidad más ponderable, escoger funciones que mejor se adapten a nuestras capacidades y emplearse en ello con todas las consecuencias. Así es cómo conseguiremos crear e innovar, en el área donde mejor nos manejamos, con conceptos y técnicas que son familiares a nuestros recursos personales. Por esto, para aprovechar mejor las virtudes de cada individuo un carpintero debería crear en torno a la carpintería o bricolaje, un analista matemático en torno a los números y nunca al revés, por más que el deseo pueda intentar imponerse a la habilidad. Identificar los valores propios y convivir exclusivamente con ellos es un aprendizaje de larga trayectoria, pero de enorme trascendencia. Una vez se ha reconocido la capacidad inherente a la persona, se podrá canalizar mejor los recursos, estableciendo un sentimiento favorable con la tarea a la hora de ejecutarla. Y, por último, se creará una empatía natural con los demás, el entorno percibirá la fortaleza espontáneamente, sin esfuerzos adicionales.