Se llama Galleria mellonella, más conocido como “gusano de la cera”. Mide hasta tres centímetros y se alimenta de la cera de los panales de abeja, pero ¡oh sorpresa! ¡también se come el plástico!
Una investigadora del Consejo Superior de Investigaciones (CSIC), Federica Bertocchini, descubrió por casualidad esta peculiaridad y ahí empezó un proyecto de investigación para averiguar cuál es el mecanismo por el cual estos gusanos son capaces de degradar los plásticos, incluso el polietileno, que es uno de los más resistentes y cuyo abusiva utilización está contaminando el planeta. “Aún desconocemos los detalles de cómo se produce la biodegración, pero existe la posibilidad de que lo haga una enzima. El siguiente paso es detectarla, aislarla, y producirla in vitro a escala industrial. Así podremos empezar a eliminar de forma eficaz este material tan resistente”, ha declarado.
Para hacernos una idea del volumen contaminante de esas aparentemente inofensivas bolsas de plástico de los supermercados (tantos las que sirven para guardar los alimentos como para transportarlos), baste decir que cada año se producen en todo el mundo cerca de 80 millones de toneladas de polietileno, el material del que están hechas, y tardan cerca de 100 años en descomponerse totalmente; las más densas y resistentes pueden llegar a tardar hasta 400 años en degradarse.
Pero lejos de disminuir el consumo de estos plásticos, cada día se producen más y cada persona utiliza anualmente de media más de 230 bolsas de plástico, lo que genera más de 100.000 toneladas de este tipo de residuos.
Ahora sólo queda esperar que este gusano nos desvele su secreto para que podamos combatir eficazmente la contaminación por plásticos. Mientras tanto, no estaría de más que pensásemos un poco en las consecuencias de ese aparentemente insignificante hecho de tirar una bolsa de plástico.