7 Ligas, 6 Supercopas de España, 4 Champions, 3 Supercopas de Europa y desde el pasado fin de semana, 3 Mundiales de Clubes.
Desde 2005 los culés hemos disfrutado de esos 23 títulos, hemos levantado esos 23 trofeos que llevan al club a tener el mejor palmarés mundial en este siglo XXI, que nos proclaman sin discusión como el mejor equipo del mundo.
Messi abrió la lata cuando apartó la piedra del camino y a Suárez, con la magia de Neymar, se le siguieron cayendo los goles a pares. Ellos, con Iniesta, Rakitic y el resto dieron un recital de fútbol mientras recibían golpes ante la mirada cómplice del árbitro iraní.
A miles de km otro árbitro, Iglesias Villanueva parecía sacado de la primera temporada de “Cuéntame” y dejaba al Rayo con 9 sin motivo para que los suyos se lucieran marcando 10 goles a quien les estaba bailando antes del atraco.
Y en algunas redacciones en las que el año pasado hablaban de Campeones delMundo, ahora lo consideran un trofeo sin importancia o lo dejan postergado como cuarta noticia en las tertulias, destilando todo su desprecio. El desprecio que la zorra de la fábula de Samaniego sentía hacia esas uvas que no podía alcanzar.
A veces uno le gusta parafrasear a D. Quijote y piensa que cuanto más avanzamos, cabalgando, más ridículos suenan sus ladridos.