Revista Opinión

El mejor momento para el periodismo

Publicado el 23 enero 2011 por Jesús_martínez

El mejor momento para el periodismo

Estoy cansado de tanto lamento, tanto pesimismo y tanto agorero. Lo he dicho en alguna ocasión y lo vuelvo a repetir ahora: llorar sobre lo difícil que se hace superar esta crisis no te hace menos trabajoso el camino. Y esta máxima se debe extender a todos los órdenes de la vida. ¿Eso quiere decir que, de esta forma, negamos la realidad y nos autoconvencemos de que todo está bien? En absoluto. Sólo significa que hay un gran futuro por delante que hay que buscarlo con todas las ganas del mundo.
  
Ese ‘lloriqueo’ continuo ha sido una de las constantes en el periodismo. En los últimos años los profesionales nos reuníamos cada cierto tiempo para fustigarnos por lo mal que se están haciendo las cosas, por la precariedad, los quebraderos de cabeza ante una revolución tecnológica imparable y que nos obliga a cambiar nuestra forma de hacer las cosas hasta ahora… En Jaén, por ejemplo, ese ataque de pesimismo absoluto era (y es) cada año, en la celebración del patrón de la profesión, San Francisco de Sales. En la celebración del pasado viernes se volvió a cumplir con la tradición… No sólo en los corrillos de las conversaciones o en la propia conferencia (qué visión más anticuada y fuera de la actualidad del hoy profesor Sánchez Tréver…) si no hasta en el brindis. “Por la profesión, o lo que queda de ella…”, se dijo.

El mejor momento para el periodismo
   Imagen de la conferencia
Pues me niego… Me niego a repetirme una y otra vez que vivimos en la peor racha de la historia; me niego a lamentarme por haberme tocado vivir el momento más precario de este oficio; me niego a pensar que el periodismo vive sus últimos días… Nada más lejos de la realidad. Estamos ante el momento más apasionante para la profesión, gracias al mayor consumo de información que se haya conocido. Eso no significa que no haya retos por delante y dudas que solventar. La forma de afrontar una web cada vez más social; la convivencia entre la Red y el papel; la recuperación de una credibilidad en horas bajas; la puesta en valor de la labor del periodista en un mundo con mucho, demasiado ruido, la incorporación al día a día de las nuevas herramientas y narrativas… Aún queda mucho por hacer. Pero, ¿no es ilusionante? Claramente, sí. Por eso, demos de una vez portazo al pesimismo y pongámonos a trabajar.


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