Revista Pareja

El mejor piropo

Por Codigoxy
El mejor piropo
Hoy nos pondremos algo más frívolos... ¿Cuál es el mejor piropo que os han dicho? Sí, sí, reconozcamos que nos gusta que nos digan cosas bonitas. No se trata de que te silben por la calle o te suelten una ordinariez, pero tampoco finjamos ser de piedra porque nuestro ego hambriento se vuelve muy esponjoso cuando alguien le dedica un halago, unas palabras bonitas o un mensaje de esos que dan en el clavo.
Yo tengo muy claros los piropos que más me han ablandado. Curiosamente todos han venido de la misma persona, y es que no hay nada como enamorarse de un poeta. Cierto que puede ser peligroso el recurso 'fácil' a encandilarnos con las palabras pero hay cierta lógica en esto de ser más o menos receptiva a determinados mensajes. Quien explica muy bien este tema es Elsa Punset en su libro 'Brújula para navegantes emocionales' (que verdaderamente recomiendo).
En él, la autora nos explica que cada uno tenemos un 'lenguaje' del amor que prima por encima de otros. Resumiendo: hay quien usa el lenguaje de las palabras para expresar su afecto; hay quien, por el contrario, nos dirá pocas cosas pero nos mostrará su amor con el lenguaje corporal (besos, abrazos y caricias serán el mejor vehículo para que esta persona nos diga cuánto nos valora); y está la persona servicial que nos cuida, nos hace mil favores, se ocupa de nosotros y está siempre dispuesta a demostrarnos con su ayuda práctica lo mucho que nos quiere. (Ya, ya.Ya sé que todos usamos 'todo' pero se entiende que E.Punset habla del lenguaje predominante, el que usamos MÁS).
Es interesante cómo nos enseña este libro a identificar el 'lenguaje del amor' que usamos cada uno. Porque a veces somos de las que expresamos el amor con palabras y nos enamoramos de un hombre que no usa este canal como principal vehículo de su afecto... y nos frustra. Queremos oír, queremos saber, queremos perdernos en mensajes perfectos... Pero él a lo mejor nos está diciendo mucho más con el lenguaje de los gestos o con sus actos.
También nos explica que el lado más vulnerable de cada uno suele estar en el propio vehículo de su amor. Es decir, haremos mucho daño a una persona cuyo lenguaje-del-amor son las palabras si le damos un mensaje negativo usando ese mismo canal. Igual que a la persona que expresa su afecto con gestos, le haremos daño si en un conflicto somos especialmente duros en ese ámbito.
Interesante, ¿verdad?
Pues bien, yo creo que las palabras me vuelven loca. Me enamoran los mensajes. La última vez que me enamoré fue intercambiando emails, y siempre que un chico me gusta termino sucumbiendo al contacto de las palabras... Me conmueve una frase emotiva y por eso creo que los piropos me derriten.
Así que ahora os confesaré qué piropos guardo como un tesoro de esas bonitas historias de amor que te hacen salirte de la realidad el tiempo que duran. No os creais que me voy a poner ahora en plan 'poética' soltando frases bucólicas y ñoñas. No. Una es de carne y hueso y el hombre-amante también tiene su puntito osado, aunque eligiendo bien el momento, nunca quedará soez.
Su primer piropo fue respondiendo a una inseguridad mía de tooooda la vida. Me planteaba yo, figuradamente, como tantas mujeres, si me vendría bien tener más talla de sujetador... Esa eterna carencia que de vez en cuando aflora en forma de queja común. Su respuesta no pudo ser más elegante:
"A lo mejor la naturaleza ha hecho partes de tu cuerpo más discretas para que otras destaquen más".


jejejeje. Más mono él....
Cuando ya tuvimos confianza, se soltó, y sus preferencias anatómicas salieron a la luz. Uno de sus piropos más recientes fue el siguiente:
"Tu culo es perfecto. Un científico debería obtener la fórmula química de su densidad"

Y con estas cositas una se va poniendo tan blandita, tan boba... Y es que... Muchas somos de las que nos rendimos a las palabras.
Obviamente para que un piropo funcione tiene que estar dicho en el momento adecuado y con la forma adecuada, así que, tal vez el piropear sea un arte. Segur que sí. Una gran habilidad desde luego.
Y nosotras, ¿somos igual de piropeadoras? ¿Reciben ellos igual los piropos o les cuesta más encajarlos? ¿Están menos acostumbrados? ¿Son más creídos y conviene dosificarnos?

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