Edición:Maresia, 2015 (trad. Rita da Costa)Páginas:123
ISBN:9788494450112
Precio:14,50 €
Señores, señoras, una editorial acaba de nacer: Maresia Libros, fundada en Barcelona, llega con la intención de acercar al lector español la poco conocida literatura brasileña. En principio, en su proyecto tendrán cabida tanto los autores de narrativa consagrados como las nuevas voces, además de novela policíaca, literatura juvenil y ensayo divulgativo. El mendigo que sabía de memoria los adagios de Erasmo de Rotterdam, publicado en Brasil en 2012, es uno de los títulos con los que arranca su andadura y, a juzgar por la ambición del texto, toda una declaración de intenciones. Evandro Affonso Ferreira (Minas Gerais, 1945), escritor afincado en Sâo Paulo, es un autor de culto en su país y su obra ha sido comparada con la de Clarice Lispector y Guimarães Rosa. Con esta novela —la primera que se traduce al castellano— recibió el premio Jabuti 2013, el más importante de las letras brasileñas. El mendigo… forma parte de la llamada Trilogía del desespero.
La novela sigue las andanzas de un hombre, de quien se desconoce el nombre, que vaga sin rumbo por la ciudad de Sâo Paulo desde que su amada lo dejó. Es un mendigo singular: un hombre cultivado, de modales exquisitos, que lee con avidez y siempre lleva con él un libro de Erasmo de Rotterdam, de quien recita fragmentos a menudo. El protagonista se abocó a la calle por decisión propia, desamparado tras la pérdida del amor. En estas páginas exterioriza su particular enajenación en forma de un monólogo interior que se dirige a un oyente silencioso: la obra se compone de un largo párrafo caótico en apariencia, preñado de latinismos y referencias cultas a músicos y sabios, en el que el hombre da rienda suelta a sus emociones y pensamientos, e hilvana un discurso en el que se alternan, de forma recurrente y con los giros habituales de la expresión oral («ajá», «fíjese»), tres temas. El primero, el recuerdo de la amada, de quien poco a poco va dando más información: una doctora, la que ahora necesita que le cure el corazón y la mente, con quien escuchaba las canciones que en estos momentos evoca. El segundo, su observación de la calle, de otras personas sin techo; y, en tercer lugar, las reflexiones existenciales a propósito del humanista holandés.
El mendigo…constituye una nueva exploración de esa dramática conjunción de locura y literatura que ya nos enseñó Cervantes. Las palabras del protagonista muestran la desesperación, una desesperación que se mueve entre la lucidez y la pura enajenación, de un hombre culto echado a perder que trata de encontrar poesía entre los andrajos. Un hombre que ha renunciado al bienestar material, pero que se mantiene arraigado a los sentimientos y la intelectualidad que han dado sentido a su vida, como una metáfora del valor de ese legado intangible de la mente en detrimento de las riquezas terrenales del urbanita. En muchos sentidos, se trata del tipo de libro que uno espera de un escritor que, más que un contador de historias, es un intelectual: un texto ambicioso, complejo, erudito; y quizá, por esto mismo, un tanto frío y presuntuoso. ¿Influencias de Lispector? Tal vez: la despersonalización de la voz narrativa, la introspección profunda, la escritura torrencial, la búsqueda existencial como trasfondo. Con todo, Lispector no recurre de un modo tan evidente a las referencias cultas y demuestra una mayor creatividad, maneja el lenguaje con más plasticidad.
Evandro Affonso Ferreira
En suma, con El mendigo... Ferreira adentra al lector en un exigente viaje interior, escrito como el fluir de la conciencia, que muestra cómo la locura, la soledad y el ocaso personal se adueñan de un protagonista refinado hasta hacerlo caer en la desesperanza más absoluta. Como carta de presentación de Maresia, El mendigo… denota la voluntad de apostar por la calidad (e incluso la singularidad), dejando aparte los criterios comerciales. Esto, unido al cuidado con el que se ha trabajado esta edición —con una excelente traducción de Rita da Costa y un texto pulido, con un cuerpo de letra y un interlineado cómodos para leer—, nos empuja a seguirle la pista a la editorial desde ya mismo.