Antecedentes
El Mensaje dado por Silo se formalizó a través de El Libro (La
Mirada Interna), La Experiencia (Ceremonias) y El Camino (frases de
meditación). Algunas obras como El Paisaje Interno y el Paisaje Humano, han
ayudado a comprender El Mensaje.
El Mensaje es expresión de lo “Profundo”, de la interioridad del
espíritu humano capaz de trascender los
tiempos y espacios en que se mueve nuestro “yo”. Es el medio capaz de
ponernos en presencia de lo Sagrado.
La Experiencia.
Lo Sagrado se manifiesta desde la profundidad del ser humano, de
ahí la importancia que tiene la experiencia de la Fuerza como fenómeno
extraordinario que podemos hacer irrumpir en el mundo cotidiano. Sin la
experiencia todo es dudoso, con la experiencia de la Fuerza tenemos evidencias
profundas. No necesitamos de la fe para reconocer lo Sagrado. La Fuerza se
obtiene en algunas ceremonias como el Oficio y la Imposición. También en las
ceremonias de Bienestar y Asistencia se pueden percibir los efectos de la
Fuerza.
El contacto con la Fuerza provoca una aceleración y aumento de
la energía psicofísica sobretodo si cotidianamente se realizan actos coherentes
que, por otra parte, crean unidad interna orientando hacia el nacimiento
espiritual. La Fuerza se puede exteriorizar a distancia y mayor es su
influencia si actúan numerosas personas. Entre familiares, amigos y seres
queridos, la acción de la Fuerza aumenta.
El Universo y la Vida
Una Intención evolutiva da lugar al nacimiento del tiempo y a la
dirección de este Universo. Energía, materia y vida, evolucionan hacia formas
cada vez más complejas. Cuando la materia se comienza a mover, nutrir y
reproducir, surge la vida. Y la materia viviente genera un campo de energía al
que tradicionalmente se ha llamado “alma”. El alma, o doble energético, actúa
en el interior y alrededor de los centros vitales de los seres animados.
Los seres vivos se reproducen y en ese acto pasa, a través de
las células en fusión, el campo energético que configura un nuevo ser
totalmente independiente. Los cuerpos vivos necesitan de elementos sólidos,
líquidos, gaseosos y radiantes, para nutrirse y realizar sus funciones. Además,
los dobles energéticos necesitan sensaciones de distinto potencial para lograr su
desarrollo. Con la muerte se produce la disolución del cuerpo al tiempo que
ocurre la separación y aniquilamiento del doble energético.
La evolución constante de nuestro mundo ha producido al ser
humano, también en tránsito y evolución, en el que se incorpora (a diferencia
de las otras especies) la experiencia social capaz de modificarlo
aceleradamente. El ser humano llega a estar
en condiciones de salir de los dictámenes rigurosos de la Naturaleza
autotransformándose, inventándose, haciéndose a sí mismo física y
psicológicamente. Y es en el ser humano donde aparece un nuevo principio
generado en el doble. Desde antiguo a este nuevo principio se lo llamó
“espíritu”. El espíritu nace cuando el doble vuelve sobre sí mismo, se hace
consciente y forma un “centro” de energía nuevo.
El Espíritu Humano.
El ser humano no ha concluido su evolución. Es un ser incompleto
y en desarrollo que tiene la posibilidad de formar un centro interno de
energía... tal cosa ocurrirá o no de acuerdo al tipo de vida que lleve. Según
que los actos realizados sean conscientes y unitivos, se irá estructurando un
sistema de fuerzas centrípetas al que llamamos “espíritu”. Según que los actos
no sean conscientes ni unitivos sino contradictorios, el sistema de fuerzas
será centrífugo y por tanto no habrá nacido el espíritu o tendrá una
conformación elemental sin desarrollo. Un ser humano puede nacer, llevar
adelante su vida, morir y disolverse para siempre y otro puede nacer, llevar
adelante su vida, dejar su cuerpo y seguir evolucionando sin límite. El ser
humano en su bondad, en la eliminación de las contradicciones internas, en sus
actos conscientes y en su sincera necesidad de evolución, hace nacer su
espíritu. Para la evolución son necesarios el amor y la compasión. Gracias a
ellos es posible la cohesión interna y la cohesión entre los seres que
posibilitan la transmisión del espíritu de unos a otros. Toda la especie humana
evoluciona hacia el amor y la compasión. Quien trabaja para sí en el amor y la
compasión, lo hace también para otros seres.
Cuerpo, Doble y Espíritu
La producción y reproducción artificial de vida están al alcance
del ser humano; también la prolongación del ciclo vital. En todos los casos, el
ser humano será acompañado por su campo energético hasta un tiempo después de
la muerte física. Si se ha generado el espíritu, éste podrá permanecer en
regiones próximas al plano de la vida física, pero finalmente cumplirá con su
ciclo de espíritu individual para seguir avanzando hacia planos más
evolucionados. Básicamente, el espíritu puede formarse tomando energía del
doble.
La acción del doble se manifiesta en ocasiones fuera del cuerpo
sin que haya ocurrido la muerte. El doble puede permanecer sin disolverse por
algún tiempo luego de la muerte si esta se ha producido de un modo violento,
quedando el campo energético desplazado desde el cuerpo hacia el ámbito en que
se produjo el deceso. Esos dobles fijados a ciertos ambientes no poseen sino
una aparente conciencia de tipo refleja, permaneciendo en ese estado durante un
tiempo hasta que pierden cohesión o se desacomoda el ámbito físico al que
estaban adheridos. También hay casos de relativa permanencia originados por un
fuerte deseo de testimoniar o por afectos muy profundos de amor y odio
referidos a otras personas. Los dobles de animales y vegetales pueden quedar
también adheridos a ciertos ámbitos hasta su pronta disolución. Por último,
existen conglomerados energéticos de considerable energía que actúan sin llegar
a constituir verdaderos dobles.
Práctica de la Religiosidad Interna.
Cotidianamente,
vivir de acuerdo a lo comprometido en la ceremonia de
Reconocimiento
Ocasionalmente,
apelar al Guía Interno.
Semanalmente y en momentos especiales,
participar de las ceremonias y de las meditaciones sobre el
Libro, el Camino y los materiales complementarios.
Periodicamente,
comprobar el crecimiento interior ante la vida y las
contingencias de los acontecimientos.
Autor: Silo, 2003
