Curiosamente lo han hecho con una de las mejores temporadas de la serie, desde mi punto de vista, tras un par de temporadas muy flojas en las que el show fue dando tumbos en busca de la innovación que la salvase de la cancelación.
Si exceptuamos la trama amorosa entre los protagonistas y un par de detalles prescindibles, la última temporada de El Mentalista, que se renovó solamente por 13 capítulos para poder darle un cierre digno a la serie, ha resultado ser una temporada bastante intensa, con tramas policíacas interesantes y villanos de un nivel casi sobresaliente y con episodios realmente buenos, teniendo en cuenta lo quemados que estaban ya los personajes y sus métodos a estas alturas. A mi consiguió volver a engancharme para llegar a ver dos y tres capítulos del tirón, algo que no me sucedía desde la muerte de John El Rojo.
A la larga, se ha venido a demostrar que el cambio de la Brigada Criminal por el FBI y que se hayan sustituido a dos de los personajes iniciales (siendo sinceros, los dos más sosos y prescindibles) por otros para darle aire fresco a la serie, no fue un mal cambio, aunque tal vez haya tardado demasiado en ser efectivo.
La serie, una procedimental como otra cualquiera, se hizo fuerte en los curiosos métodos de su protagonista para resolver los casos (algo que con el tiempo sorprendía cada vez menos) y, sobre todo, en el peculiar sentido del humor de su protagonista y su búsqueda de venganza o la química entre los personajes. También contó con personajes de lo más interesantes, como el discreto pero complejo Cho Kimble o, más recientemente, la novata agente Vega, a la que me habría gustado ver con un recorrido más amplio en la serie.
En fin, se les echará de menos. Tal vez, ahora que se está poniendo de moda eso de recuperar antiguas series de éxito (Los problemas crecen, Expediente X o Twin Peaks) dentro de 15 o 20 años volvamos a ver una nueva temporada de El Mentalista con nuevos trucos de Patrick Jane.
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