El mercado amigo

El detonante fue un anuncio de Teka. A mí antes me gustaba la publicidad. Era consumidor asiduo de la idea ingeniosa y el cortometraje muy muy corto. Me veía incluso los especiales de publicidad que anualmente emitía Canal+ con los spots premiados en los diferentes festivales.

Pero el puto anuncio de Teka... "Donde se cocina la vida", se llama, con su correspondiente versión extendida en YouTube. El hijo de un enfermo de Alzheimer que lucha sin descanso por devolverle a su padre unos segundos de lucidez. Y finalmente lo logra, cocinando para él una receta de su difunta madre/esposa en su flamante cocina Teka. La crudeza de la enfermedad a punto de nieve. El llanto y la congoja al servicio del marketing de (putas) vitrocerámicas.

Y supongo que algo que estaba creciendo larvado dentro de mí explotó. Ya no lo soporto. Que continuamente estén intentando venderme algo. Que una y otra vez estén intentando llegarme al alma o al corazón o al instinto y al bolsillo. Que lo logren. Que todo esté empapado de negocio.

Hace nada, días, se ha montado un pollo porque la empresa especializada en afeitado Gillette ha lanzado un spot publicitario contra la masculinidad tóxica. Y, claro, los del nimachismonifeminismoigualdad, los de noscomenlasfeminazis, los de la ideologíadegénero se lo han tomado mal. Y son estúpidos por ello, obviamente. Pero ¿tiene que venir una marca que lo que quiere es que la consumamos a erigirse en centro de un debate tan trascendental? ¿No sería mejor que nos preguntáramos simplemente si Gillette afeita medio bien? O, si nos puede la conciencia, ¿no es mejor preguntarse si son una buena empresa que cuida a sus empleados y empleadas, colabora con el medio ambiente en sus fábricas o intenta practicar el comercio justo? Ya puestos. Algo que realmente les concierna.

Lo siento, pero hace ya rato que pienso que los valores son principios, no medios. Y de los principios se parte, no se pasa por ellos por casualidad.