Fecha del viaje: Noviembre 2009
Extracto de Mi Diario de Viajes:
Nos encontramos en Tokio.Nos levantamos temprano para visitar de buena mañana el mercado de pescado de Tsukiji, el más importante de todo Asia. Nos desplazamos en metro desde Ueno-Ji y enlazamos con la línea de Ginza que nos deja a tan sólo unos metros de la entrada.
Desde las cinco y media de la mañana ya se realiza la subasta de atún.Nosotros llegamos al mercado sobre las seis y media. Entramos por la zona de carga y descarga y empezamos a hacer fotos como posesos entre el ritmo frenético de vagonetas que circulaban a toda marcha sin miramiento para los viandantes, por lo que es aconsejable ser prudente, andar con sigilo y no molestar.
Lo que más nos llama la atención son los atunes de más de dos metros y de un peso proximo a los 300 kgs. Las piezas son cortadas con esmero por profesionales que utilizan grandes cuchillos afilados en forma de sables o espadas.
Nos encanta ver más de 400 especies diferentes de pescado y marisco como moluscos, gambas, pulpos, centollos,ostras, huevas de salmón, calamares, pepinos de mar y otros bichos que no sabemos identificar. La mayoria de marisco es de tamaño gigante.
Da gusto ver trabajar a los japoneses, tan eficientes y profesionales. El recinto es enorme, así podemos deambular durante bastante tiempo. Lo curioso es que no hay el más mínimo rastro de olor a pescado. Todo se encuentra muy limpio. Nos sorprenden los pescados que aún siguen aleteando, muchos de ellos son cortados vivos así que este no es un lugar apto para los que son sensibles a la sangre.
Salimos al exterior y nos encontramos gaviotas sobrevolando las camionetas junto al rio para aprovechar los descuidos de los camioneros. Hay containers cargados de envases vacíos de porespan y también vemos algún que otro mendigo buscando entre los desechos de las cajas. Sobre las ocho de la mañana ya finaliza el show y ya se encuentra todo dispuesto para vender.
En los pequeños bares junto al mercado te ofrecen sopa miso, diferentes tipos de sushi y sashimi y te verde. Todo a un precio razonable si consideramos la calidad del pescado que es la mejor y está fresquísimo. Entramos por una pequeña puerta adornada por una cortinilla, te topas de repente con la barra donde puedes sentarte junto a ella y disfrutar viendo a los camareros cómo trabajan y sentir cómo nos estudian y observan sutilmente para averiguar si lo que comemos es de nuestro agrado.
Salimos después de pagar en la caja por la puerta que da al otro lado del restaurante. Los camareros y dueños nos agradecen haber visitado el local. Nos despedimos a la manera nipona, con un Sayonara y dando las gracias, Arigatô Gozaimasu.
P.D.Este post va dedicado a Nuria y Javier, uno buenos amigos que visitarán Japón la próxima semana. Que tengais un buen viaje y disfruteis de las delicias de Japón.