Revista Educación

El metal de los muertos de la desigualdad

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El metal de los muertos de la desigualdad

No es la primera vez que leo que las minas de Riotinto, en Huelva, son centro de atracción turística y también científica, puesto que al parecer en esa zona se han realizado estudios sobre las posibles condiciones de vida en el planeta Marte. Siempre pienso en si los turistas se imaginarán, por un momento, los numerosos muertos que dejó el duro trabajo en esas minas, de propiedad inglesa y con unas autoridades españolas que miraban a otro lado, y las condiciones deplorables a las que se sometía a hombres, mujeres y niños. No creo que se realice ninguna exposición inmersiva que permita entender el sufrimiento, la precariedad, la miseria, el hambre, la huelga que se prolongó hasta el punto de obligar a muchas madres a entregar a sus hijos a otras familias, a través de un viaje en tren donde los pequeños tampoco disfrutaron de unas condiciones dignas.

El metal de los muertos de la desigualdad

Hubo una vez en España una escritora que estuvo a punto de conseguir el Nobel de Literatura. Concha Espina se desplazó con su hijo, pues no era bien visto que una señora se moviera sola por el mundo, a las Minas de Riotinto, a principios del siglo XX, donde el ejército había asesinado a muchas personas en una protesta. De su experiencia en esas tierras, con los trabajadores y sus familias, durmiendo la primera noche en un jergón en el que hacía apenas unas horas había muerto un obrero, creó el libro El metal de los muertos, una joya que fue mucho más valorada fuera de España (oh, qué sorpresa) y que la convirtió en el nombre más rumoreado entre los intelectuales y las academias de lengua europeas en las candidaturas para el Premio Nobel. Durante mucho tiempo fue un libro difícil de encontrar, pero la editorial Renacimiento, que está haciendo un trabajo excepcional por rescatar las obras de nuestras grandes escritoras olvidadas, la rescató en 2019. No es una obra fácil de leer, el estilo de Concha Espina se caracteriza por un lenguaje rico, con muchos matices poéticos, pero que, al mismo tiempo, es capaz de construir una narrativa clara, dura. Diría que la narradora en El metal de los muertos podría parecer fría, como lo pueden ser los minerales y la muerte, pero es posible que fuera la única manera de no sucumbir a la locura, al contemplar la miseria, no sólo entendida como falta de recursos, sino como poca calidad moral en quienes disfrutaban del bienestar a costa de la explotación de los otros. No, yo después de leer a doña Concha Espina, que me perdonen, pero no consigo pensar en las minas de Riotinto como un bonito escenario marciano ni un tranquilo paseo en locomotora de una excursión turística.


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