Revista Baloncesto

El método Butler

Publicado el 07 abril 2010 por Eandres
El método Butler En las películas de Hollywood es raro que no haya final feliz. Y más en las de deportes. En la clásica historia de David contra Goliath, el héroe de la Cenicienta siempre encesta el último tiro (Hoosiers), conecta el batazo para home run ganador (El Mejor), lanza un pase prodigioso para un antológico touchdown (Jerry McGuire) o mete un gol con una chilena prodigiosa (Evasión o victoria). La mayoría de las veces todo sucede a cámara lenta, con música y hasta con focos estallando como fuegos artificiales.
Esta vez, el cuento de la cenicienta no tuvo el final feliz deseado por todo. Aunque lo rozó. El tiro ganador para tumbar al todopoderoso y favorito estuvo a punto de entrar: el tiro voló casi desde el centro del campo, sonó la bocina y en pleno prime time televisivo y 70.930 espectadores mirando, el balón golpeó el tablero, luego el aro... y se salió. (video)
Ahí se acabó el cuento de la Universidad de Butler y Duke sumó su cuarto título de la mano de su técnico Mike Krzyzewski, que desde 2006 compatibiliza su cargo con el de seleccionador nacional absoluto. De haber entrado ese tiro, la leyenda de Butler se habría convertido en una de las mayores gestas deportivas de la historia del deporte estadounidense.
El método ButlerNo entró. Se quedó a un paso de la gesta, pero ha sido un ejemplo a seguir. Butler es una pequeña universidad de apenas 4.000 estudiantes que vive a la sombra de las grandes del estado como Indiana, Indiana St, Purdue o Notre Dame. Hasta ahora solo se la conocía porque en su pabellón jugaba en la película de Hoosiers el equipo entrenado por Gene Hackman. Esa mítica película está inspirada en la gesta del instituo de Milan High, que en 1954 conquista el título viniendo de la nada. En la ficción, Jimmy Chitwood anota el último tiro y la cenicienta tiene un final feliz.
Todos esperaban una secuela de Hoosiers pero en la realidad con Butler, pero Hayward no pudo hacer de Chitwood pare deleite de Mike Krzyzewski, que sumó su cuarto título sudando mucho y tras una controvertida decisión técnica impropia de alguien que se supone que es un gurú, aunque en la retina siguen las explicaciones que dio cuando EE.UU. perdió en el Mundial de Japón la semifinal ante Grecia: "El 4 es muy bueno, el 8 también, el 15 muy alto...". No se sabía ni los nombres.
Ante Butler, la jugada le salió bien, pero estuvo a punto de ser otra víctima de la cenicienta, que en su camino al título sumaba 25 victorias consecutivas y se cargó en los playoffs a tres gigantes favoritos como Syracuse, Kansas State y los Spartans de Michigan State.
El sueño se truncó en la final. Pero Butler demostró que sin una gran estrella y un entrenador treintañero que aparcó su prometedora carrera en la industria farmaceutica se puede llegar lejos. ¿La receta? Trabajo en equipo, confianza, esfuerzo y sacrificio con identidad y sello propio. Lo comentaba antes de la final Ronald Nored, base de los Bulldogs de Butler: "El sueño de cualquier jugador es anotar el tiro ganador en la gran final. Nosotros lo que queremos es ser el que defiende al rival que tira ese gran tiro y hacer que no entre".
Ese es en definitiva el método Butler.

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