Revista Opinión
El fotógrafo estadounidense, Christopher Boffoli, creador de Litle people (Gente pequeña), muestra unas imágenes inquietantes y llenas de belleza, y nos descubre que, en el mundo de la abundancia, se come cada vez peor. De ahí sale el mensaje del vergonzoso despilfarro que los países ricos hacen con los alimentos. Cada foto es una bofetada a la orgía irracional de este mundo. Boffoli utiliza productos reales salpicados por figuritas diminutas que resaltan la desenfrenada sobreexplotación de los recursos naturales del planeta y que seduce visualmente, al reducirse de tamaño y enfrentarse a un mundo donde lo insignificante se torna peligroso. Las briznas de hierba forman bosques, las arañas son fieras casi robóticas, las migas de un pastel bastan para comer todo el día. “Elegí la comida –dice Boffoli– por su variedad de texturas y colores, sobre todo vista de cerca. Una comida que ofrece una gran variedad de texturas y colores. Para cada foto hay una frase o una pequeña historia que convierten la escena congelada en una narración”.
Cuando Boffoli tenía ocho años, en el sótano de su casa había una maqueta de tren montada por su padre. A él le gustaba observar a las personitas, 87 veces inferiores al tamaño de un humano real, que esperaban, sentadas o caminaban por los andenes y negocios de la estación. Los seres que Boffoli retrata con esmero tienen que ver con esa admiración de la infancia y combinan con la búsqueda de la luz ideal y la composición de escenas perfectas. La actitud de los personajes taladrando fresas, remando sobre el charco de una botella de leche derramada, cortando el césped sobre un campo de brócoli o trabajando en la reparación de la cáscara de un huevo, es normal y no parece sorprenderles vivir rodeados de comida. “Siempre utilizo alimentos de temporada –explica–, frescos y con muy buen aspecto. Hay mucho de trampa cuando se fotografía la comida con un fin comercial. Por ejemplo, el pegamento blanco suele ser un sustituto de la leche porque es más blanco. En mi trabajo todo es real y comestible”. Así, lleva más de 85 imágenes de esta serie a la que ha llamado Disparity (disparidad).
Hay ejemplos en la literatura y en el cine. Desde “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift hasta “El increíble hombre menguante” (Jack Arnold, 1957) o la mil veces televisada “Cariño he encogido a los niños” (Joe Johnston, 1989). De ser una de esas miniaturas, ¿de qué comida desearía Boffoli estar rodeado? “Es difícil contestar. Demasiado de cualquier cosa siempre es malo y si comes mucho de algo que te gusta puedes cansarte pronto. Aún así, un pastel de chocolate de 20 veces mi tamaño podría ser interesante”.