El miedo a quedarnos solos
Hace mucho tiempo que debo plantearme algo y lo evado, pero negar los problemas no los disuelve, al contrario, los incrementa. Es como poner una carga en la espalda y que esa misma carga empiece con el tiempo a crecer hasta el punto en el que te caes boca arriba y no puedes levantarte, ahí es el momento en el que uno mira el cielo con detenimiento y se da cuenta de que ya no puede sostener todo ese peso, lo único bueno de los problemas es que en un momento drástico te obligan a la soledad y a la reflexión; es ahí donde a menudo aparece la inteligencia pero sobre todo es en ese lugar donde comenzamos a encontrarnos con nosotros mismos y a preocuparnos por nuestra vida en completa forma.
Hoy en día la mayoría de las personas no sabemos estar solas (soledad de relaciones) y siempre estamos buscando el amor, la compañía pasajera, la familia, las amistades; todo para no sentir esa sensación de soledad que tanto nos angustia. El conflicto de nuestras vidas comienza cuando, inevitablemente nos tenemos que quedar solos en alguna ocasión, porque debemos enfrentarnos al peor enemigo: NOSTROS MISMOS. Cuando estamos en solitario es cuando nos damos cuenta de que no nos gusta lo que encontramos, porque en ese silencio que propone la falta de compañía estamos nosotros, en forma cruda, sin maquillaje, ni ropa, ni cosas ni personalidad, estamos desnudos ante nuestros ojos y, si lo que vemos no nos agrada, es mucho más posible que siempre pretendamos estar acompañados de alguien, no importa si es una persona que no nos gusta demasiado, lo principal es NO QUEDARSE TAN DESIERTOS.
Por otra parte, cuando aprendemos a aceptarnos para cambiar es cuando nos vamos preparando para ser mejores y para hacerle bien a una futura pareja o persona que nos crucemos en el camino. Comenzamos a entender que es preferible estar huraño a perder el tiempo con quienes no tenemos ganas de estar. La soledad nos convida reflexión, nos invita a amarnos sanamente, porque hay más probabilidades de amar de forma correcta si podemos estar en paz con nosotros.
Estar solos nos hace recordar los desaciertos y tratar de hacer mejor las cosas en la siguiente oportunidad. No hay nada de malo en los yermos que propone el fin de una relación, al contrario, podemos aprovechar la ocasión para abrazarnos y decirnos hacia adentro que “todo estará bien”. Empezar a ocuparnos de nuestros propios deseos y actuar en pos de volver a vernos, ya que el inconveniente en algunas relaciones INICIA CUANDO empezamos a POSPONERNOS para hacer felices a los otros; pero cuando esos otros se van tenemos que volver los pasos para buscarnos, en el olvido.
AMARSE es entender que nadie nos hará más felices que NOSOTROS MISMOS.