Revista Salud y Bienestar
Ya estamos en plena guerra virológica en nuestros hospitales. Los sanitarios vemos como nos disparan continuamente misiles cargados de virus que nos llegan de pacientes, sospechosos o con confirmación de la enfermedad o de compañeros que en algún momento hayan podido estar en contacto, sin quererlo o sin saberlo, con un paciente infectado. Todos somos sospechosos. El que ha estado porque ha estado, el que está porque está y el que no porque puede tener a alguien en su círculo familiar que lo haya podido contagiar.Los sanitarios continuamente miramos a nuestro alrededor por si estamos a tiro de que un enfermo o portador nos lance un "proyectil" de virus que nos pueda dejar fuera de combate, aislados en una habitación durante una temporada y fuera de servicio.El miedo entre los sanitarios es latente. Alguno, quizás, haya tenido la tentación de salir corriendo, pensando más en sus familiares que lo esperan en casa sano y salvo tras la jornada laboral. He visto el miedo de cerca, muy cerca, quizás poco a poco esto también nos vaya haciendo mucho más fuertes.Pero este miedo es insignificante si lo comparamos con esos cientos de pacientes que, aún no teniendo está infección, se han visto encerrados en nuestros hospitales, sin posibilidad de visitas por el temor de que sus familiares puedan traer el virus al hospital. Y ahí están los sanitarios... Me emocionaba ver como las enfermeras de cuidados intensivos hacían videollamadas con los familiares de los pacientes que estaban ingresados y que no tenían posibilidad de comunicarse directamente con ellos. Este virus nos está provocando muchísimo miedo, pero también está haciendo que demos lo mejor, con amor, cada vez más a las verdaderas víctimas de esta guerra, a esos que, quizás, en algún momento, puedan pensar que ya está todo perdido...Pues que sepan que estamos y estaremos hasta que el COVID-19 nos deje.