La cólera reprimida es como apuntar un cuchillo contra el pecho. Pero, ¿qué es lo que reprime la cólera? En otras palabras, ¿cuál es la base del comportamiento autodestructivo? si respondemos que es el miedo, debemos preguntar: ¿miedo de qué y de quién? La persona que reprime su cólera no es consciente de que lo hace por miedo. En la mayoría de los casos, el miedo es reprimido igualmente, y la persona no tiene un recuerdo claro de situaciones anteriores en las que sintió a la vez cólera y miedo en particular, miedo de ser castigado por su cólera. No podemos comprender del todo por qué se ve impulsada a tener un comportamiento autodestructivo hasta que es capaz de recordar y volver a experimentar algunos de esos sentimientos. Este proceso generalmente tiene lugar en un programa psicoanalítico, cuyo objetivo principal es ayudar a la persona a comprender y cambiar esta conducta.
Como ya reconoció Freud muy pronto, toda terapia psicoanalítica se caracteriza por la resistencia y la transferencia. La resistencia se refiere a un bloqueo inconsciente de los esfuerzos que realiza el terapeuta para ayudar al paciente a tomar contacto con los primeros años de su vida, a pesar de que el paciente sabe que su recuperación depende del conocimiento que obtenga a partir de las conexiones que establezca con su pasado. La transferencia se refiere al comportamiento del paciente con respecto al terapeuta. Como se halla en una posición subordinada y necesita ayuda, ve al terapeuta como un sustituto del padre o madre y transfiere o proyecta en él los sentimientos conflictivos que sintió por su verdadero padre o madre. Al mismo tiempo que espera que el terapeuta cuide de él como debe hacerlo un buen padre, lo ve como un mal padre que se aprovechará de su necesidad. En la mayoría de los acasos, el paciente esconde su desconfianza y sus sentimientos negativos hacia el terapeuta, temeroso de que, si los expresa, aquél se enfadará y se negará a ayudarlo. Como dificulta el proceso terapéutico, la retención de los pensamientos negativos es otra forma de resistencia.
A consecuencia de la transferencia, el paciente recrea en la relación psicoanalítica la misma situación que produjo su neurosis. este proceso ofrece al psicoanalista o al terapeuta la posibilidad de comprender cómo se originó la neurosis en primer lugar. En teoría, el análisis de la transferencia debería liberar al paciente de su fijación en aquella situación primitiva. Sin embargo, esto rara vez ocurre, ya que la resistencia inconsciente del paciente a revelar todos sus pensamientos y sentimientos hace que el análisis de la transferencia sea dificil de completar. El paciente está atrapado en su transferencia, y el terapeuta está atrapado, también, en su contratransferencia (en otras palabras, en su necesidad de ayudar). El fracaso psicoanalítico o terapéutico es, por tanto, muy frecuente. El paciente sigue repitiendo su conducta neurótica a pesar de la evidente naturaleza autodestructiva de ésta. Tras observar este comportamiento una y otra vez, Freud lo denominó compulsión de la repetición; la compulsión de los pacientes de volver a representar el mismo argumento traumático y decepcionante durante toda su vida.