Estamos cableados para prestar más atención a lo negativo que a lo positivo porque el objetivo es priorizar la supervivencia. Nuestros ancestros podían dejar pasar muchas oportunidades sin consecuencias negativas (siempre hay un nuevo antílope que cazar), pero ignorar un solo ruido en la maleza podía significar el final.
En el mundo actual, los medios explotan constantemente nuestro sesgo negativo. El miedo vende. Las noticias que alertan de catástrofes captan nuestra atención más que las noticias positivas.
Leído en vida revolucionaria
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