Pedro Sánchez cree que al destituir como líder madrileño de su partido a Tomás Gómez, que iba a presentarse a las elecciones a la Comunidad de mayo, y poner en su lugar a Ángel Gabilondo, logrará el milagro de enderezar las encuestas que colocan al PSOE ahora como tercera fuerza, tras Podemos, y casi superado por Ciudadanos.
Podría ser. La sustitución del vanidoso Gómez por el pausado Gabilondo, hermano de Iñaki, quizás sea el movimiento más inteligente de Pedro Sánchez desde que fue elegido secretario general de su partido, hace siete meses.
Madrid, su Comunidad y Ayuntamiento son la viga maestra de cualquier grupo político español, más que sus homólogas andaluzas o catalanas.
Y es el bien más preciado del PP, que se veía gobernando sin problemas por la caída acelerada del exalcalde de Parla, de 125.000 habitantes a 17 kilómetros de Madrid, en la que puso un tranvía que costó el triple de lo presupuestado inicialmente.
Tomás Gómez presumía de sus mayorías absolutas en Parla, que ocurrieron cuando se gastaba descontroladamente un dinero que ahora hay que pagar y que tiene a la localidad en la ruina.
Gabilondo, de 66 años, fue rector universitario y entre 2009 y 2011ministro de Educación de Zapatero, bastante competente entre muchos incompetentes.
Es un catedrático de Filosofía con notables trabajos sobre Hegel; nada de profesor a dedo como los dirigentes de Podemos o Tomás Gómez; o el mismo Pedro Sánchez, doctor y profesor en una de esas universidades privadas, la Camilo José Cela, que dice despreciar.
Gabilondo necesitará fe en los milagros recordando sus años como fraile de los Hermanos del Sagrado Corazón, porque no parece una fiera política.
Aunque el PSOE trata de revivir con él al Viejo Profesor Tierno Galván, cuya afabilidad escondía una venenosísima cola de escorpión que le granjeó poder, popularidad y el pánico de sus oponentes.
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SALAS