Revista Economía
Los milagros tres y en Fátima. Y como no podía ser de otra forma también se cumple en economía. El llamado milagro irlandés se ha mostrado, una vez más, como una muestra de economía de casino. Nos han vendido durante décadas que Irlanda basaba su crecimiento económico en la inversión i+d+i, algo difícilmente comprobable. Pero ahora que el Anglo Irish Bank ha caído y su rescate ha elevado el déficit público irlandés hasta el 32% -recordemos que Grecia fue recatada con el 13%- la verdad ha salido a la luz. No hubo un solo céntimo invertido en infraestructuras o economía productiva. El montante de los fondos comunitarios sufragaba los bajos impuestos empresariales que tenía Irlanda. El país de los duendes estaba manteniendo un dumping fiscal a costa de los presupuestos comunitarios. Mientras que la media de los impuestos de sociedades y demás gravámenes a las empresas de la eurozona estaba en torno al 30%, los irlandeses se permitían el lujo de bajarlos hasta el 9% ó 10% y suplía con los presupuestos comunitarios esta falta de ingresos. Es así como en período de bonanza la pícara Irlanda atraía empresas y capitales. Hay que decir que esta estrategia ya había sido denunciada por Londres, principal perjudicado de la fuga de capitales, sobretodo en el 2008 cuando la City se vino abajo.Ahora que la prima de riesgo de los fondos soberanos irlandeses está subiendo como la espuma e Irlanda es incapaz de colocar deuda con un interés por debajo del 10% se dan las condiciones para que el Ecofin active el Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FESF). Pero, ¿Cómo funciona este fondo? ¿En qué consiste y cómo se activa? El primer paso es que el país en cuestión, en este caso Irlanda, demande ayuda del fondo. En el caso irlandés el rescate estaría fijado en 60 mil millones de euros. Una vez constatado que Irlanda es incapaz de conseguir dinero prestado en los mercados a un interés razonable, las negociaciones se abrirían entre la Comisión Europea y el FMI. Una vez concluidas las negociaciones el memorándum con las condiciones habría de ser aprobado por unanimidad por los ministros de economía del Ecofin. Ministros que también por unanimidad han de fijar la cuantía del préstamo mediante la emisión de bonos europeos que cuentan con la mayor calificación de las agencias de rating. El dinero prestado tendría un interés del 3'5 ó 4% y con un plazo de devolución que oscila de los tres a los cinco años. Según fuentes de la BBC, el gobierno irlandés estaría ya negociando la cuantía del rescate, que podría estar entre los sesenta mil y los ochenta mil millones de euros, aunque los irlandeses han negado tales contactos para evitar que la prima de riesgo suba aún más. Así ha admitido el director del FMI que declara no haber recibido de Dublín ninguna petición de rescate. Parece que los funcionarios irlandeses intentan disipar los temores de un rescate a la griega que haga agonizar su capacidad financiera hasta la extenuación. No obstante un servidor cree fervientemente que con un déficit público del 32% Irlanda está en serios problemas y que más pronto que tarde terminará solicitando alguna medida de rescate. De momento el nerviosismo está servido. Así mismo, se espera que el efecto contagio no sacuda a la periferia europea tanto como lo hizo el caso griego. Pero el culebrón irlandés ha tenido un efecto positivo, ha anulado los efectos de la devaluación del dólar respecto al euro tras la inyección de capital por la Reserva Federal. El euro cayó un 3'2% respecto al dólar debido a las dudas sobre la deuda soberana griega, con lo que los exportadores europeos han sido los grandes beneficiarios del episodio. Alemania ha alentado la tranquilidad, ya que tras UK, es el país que más activos irlandeses tiene en su poder. Aquí radica el problema de irlanda con respecto a países de su tamaño como Portugal, el gran peso de su sector financiero. La deuda público-privada del antiguo tigre celta asciende al 450% del PIB y eso puede acarrearle una morosidad que le impida hacer frente a sus obligaciones crediticias, con lo que más tarde o más temprano se vea obligado a acudir al Fondo Europeo de Estabilización Financiera. La parte positiva de esta crisis es que, aunque sea a empujones, se están creando los mecanismos para un gobierno económico común que no existía. En los años de bonanza la eurozona podía permitirse el lujo de tener una sola moneda y muchas políticas fiscales. Ahora se ha visto que es inviable y la reunión de Francia y Alemania en Deauville ha supuesto la inequívoca intención de crear un sistema que implique a todos los actores del euro para que, cada vez menos, sean los contribuyentes alemanes los que sufraguen estas crisis.