Si pregunto a mis lectores, la mayoría responderá que la cualidad que distingue el éxito de un futbolista profesional frente a la inmensa mayoría de jugadores que entrenan a su nivel y tienen su rapidez, su fuerza y su destreza, es la habilidad, o la capacidad goleadora, o la motivación o qué se yo… Pero no, en realidad, es su cerebro, o mejor, la capacidad de su éste para evaluar una situación y responder con un milisegundo de anticipación a su marcador.
Lo saben los entrenadores, los ojeadores con experiencia y, todos los grandes maestros de las artes marciales, de hecho, en este ámbito es donde las neurociencias desvelaron el misterio del golpe de una pulgada, popularizado por Bruce Lee desde la utilización de la técnica durante el Campeonato Internacional de Kárate de Long Beach, en agosto de 1964. Lee erguido con su pie derecho adelantado y las rodillas ligeramente flexionadas, frente a un oponente. El brazo derecho de Lee está extendido parcialmente y su puño está a una distancia aproximada de una pulgada respecto al pecho de su oponente. Sin mover el brazo hacia atrás, Lee suelta un fuerte puñetazo a su oponente sin variar apenas su postura, cayendo éste, sobre una silla colocada a su espalda (para prevenir lesiones), aunque la fuerza del impacto es tal que el adversario cae al suelo. Los maestros de artes marciales llamaban “Chi” a esta misteriosa fuerza que parecía provenir de energías ocultas.
Pero el científico Ed Roberts se dio cuenta que el músculo por sí solo no provoca fuertes golpes, encontrando que los entrenados en karate usan la sincronización de los picos de aceleración en sus articulaciones (viéndolo con una cámara de alta velocidad). Escaneando el cerebro de sus participantes, encontró que la fuerza y la coordinación estaban totalmente ligados a la microestructura de materia blanca en el cerebro, la cual se encarga de la comunicación entre las células cerebrales, lo cual crea conexiones más complejas y ayuda al usuario a realizar golpes más sincronizados. Así que Bruce Lee no sólo le debe sus poderosos golpes a sus músculos, sino que su neuroplasticidad, es decir, la habilidad del cerebro para adaptarse dependiendo de las demandas.
Ahora, la robótica ha puesto a los deportistas a su alcance el entrenamiento cerebral para conseguir más rendimiento, mejorando la respuesta adaptativa del cerebro.
Neuroperformance mediante neurofeedback
Con este método el cerebro se dedicará a entrenar las zonas del cerebro que requieren una mayor activación para realizar los ejercicios de forma más eficiente. De esta forma, el cerebro aprenderá a manejar la correcta velocidad de onda que le corresponde a cada región para mejorar todas sus funciones. El primer objetivo de este ejercicio es conseguir bienestar, una vez conseguido llevaremos estas funciones cerebrales a su máximo rendimiento, consiguiendo mejorar el rendimiento deportivo, disminuir la ansiedad competitiva y optimizar tiempos de respuesta y ejecución de movimientos.
El funcionamiento es muy sencillo. El entrenamiento con ELEVVO consiste en la colocación de un novedoso neuro-wearable que registra los ritmos cerebrales que median en las capacidades cognitivas del usuario. De este modo, es guiado para activar correctamente estos ritmos mediante un innovador modelo de neurofeedback individualizado. El entrenamiento es completamente personalizado, se adapta automáticamente a la fisiología, estado y evolución de la actividad cerebral de cada participante. Adicionalmente, ELEVVO genera informes automáticos que permiten realizar un seguimiento de los entrenamientos y evaluar los cambios tanto cerebrales como cognitivos. Para notar los resultados el paciente debe realizar varias sesiones. Con un mínimo de ocho a diez sesiones la memoria o la atención mejora entre un 10% y un 15% y si se hacen más es posible seguir mejorando.