Pues siguiendo con la tónica de esta segunda temporada, cada episodio está siendo distinto, así que nos olvidamos de las descacharrantes aventuras de Sor Angustias y el padre Pacino para sumergirnos en una historia de cuarentena muy molona, sobre todo porque les ha permitido a los guionistas ahondar más en unos cuantos secundarios y todos sabemos que los secundarios del Ministerio son muy geniales.
Tras que la *** (introducid dibujitos de calaveras e insultos escoceses molones) de Torres se marcara un golpe de Estado para acabar ella de jefa y largarnos a Salvador (¡ay!), el episodio comienza en Barcelona en 1918, donde Irene y un doctor están ayudando a una mujer a dar a luz a Carmen Amaya. Ahí es nada. Todo va bien... al menos hasta que Irene, que no tiene buen aspecto, se desmaya.
Dirán de la paradoja de Pacino, ¿pero qué me decís que Vicky, del Internado, sea la madre de Carmen Amaya? OMG.Un placer volver a tener a Elena Furiase por estos lares, aunque sea brevemente.
Resulta que Irene tiene gripe española, así que el doctor la deja en aquella época porque no se pueden permitir el traerla a la actualidad, pues podría contagiar el virus por ahí y sería un gran problema porque, al ser un virus que ha sido erradicado, la humanidad no tiene las defensas para enfrentarse a él y tampoco es que exista una medicina que pueda curarlo. Eso es lo que le explican el doctor y Ernesto a Torres, pero ésta se piensa que por ser la jefa (y a golpe de traición, ojo) sabe más que nadie y se pasa la recomendación del doctor por el arco del triunfo y ordena que traigan a Irene al Ministerio. El doctor le advierte que es un error, antes de marcharse con todo el dramatismo del mundo.
Total, que traen a Irene al Ministerio y Torres intenta congraciarse con el doctor, pero éste ya le ha cogido manía y como que no está muy por la labor. Torres le pide que cierre la enfermería de cara al resto para no generar pánico, lo que aún irrita más al doctor, que está tan molesto que le falta gritarle que es una inútil del quince.
Mientras tanto, Alonso y Pacino siguen con su spin-off de compañeros de piso tan sumamente genial y Pacino le pide que le deje la casa porque tiene una cita. Alonso se escandaliza un poco, porque al parecer Pacino es tal pichabrava que deja a Lope de Vega de aficionado (#concepto) y comenta que no se lleva bien con las damas del presente. Pacino tiene claro que es un problema de higiene, ya que Alonso tiene una curiosa teoría sobre ducharse, que se abran los poros y ponerse enfermo.
Alonso: Yo creo que todo es culpa del ADN. Algo hace que no ligo. ¡Maldito ADN!
Pacino: Yaaa... bueeenoo... va a ser el eau de macho que sueltas, que tufa un cojón. Eh, tú la que escribe, ¿qué opinas?Yo: Prefiero no hablar sin la presencia de mi abogado, no sea que se me tilde de pervertida o algo...Pacino: Oh, venga, ¿tú qué crees? ¡Y nada de mencionar al mariscal francés!Yo: Jolín, es que no le huelo, pero me imagino que su artes de seducción tampoco serán... las adecuadas.
Pacino: ¡Hostia, es verdad! No lo había pensado. Voy a tener que darle clases de ligoteo.
Más tarde, en el Ministerio, Torres les ordena a la patrulla ir a la Feria de Abril en Sevilla en 1991 porque ha aparecido un cargamento de pescado en mal estado... que viene del 2016. Vamos, que tienen que averiguar quién lo ha hecho y eliminar la partida de pescado en mal estado. A todo esto, Alonso no deja de mirar fatal a Torres, en plan "tú no eres nuestro Salvador, perra del infierno" y, cuando se marcha, Ernesto se da cuenta de que por fin huele bien, algo de lo que Pacino se muestra muy orgulloso.
No, en serio, me muero con Ernesto y Pacino adoptando a Alonso. Ojalá le den clases de ligar, eso puede ser muy, muy genial.
Eso sí, no todo iba a ser bonito y maravilloso y nos iban a enviar a la patrulla a la Feria de Abril para que lo pasáramos pipa con el dúo dinámico allí. Y es que uno de los enfermeros que trata a Irene, además de comentar con su compañera que semejante lío sólo se debía a que la enferma era una jefaza, se contagia y esparce el virus por ahí.
Así que, cuando la patrulla está a punto de marcharse, el Ministerio queda clausurado y deben ir al claustro junto a todos los funcionarios que hay en el edificio. Damn it, TORRES! Leedlo como si fuera Robin Scherbasky gritándole a Patrice. Torres, no te voy a perdonar en la vida que me hayas privado de ver a la patrulla en la Feria de Abril. ¡Jamás te lo perdonaré, en la vida!
Bueno, mientras los funcionarios se reúnen en el claustro, completamente sorprendidos por lo que pasa, Torres se ha reunido con el doctor y Ernesto para comentar que hay un nuevo infectado. El doctor le dice a Torres que le había advertido de lo que iba a pasar, pero ella tiene los santos ovarios de culparle a él por no sellar la enfermería y al enfermero por no saber quitarse el traje en condiciones. El doctor le dice que, si quiere, le trae uno para que compruebe lo fácil que es manejarlo y la tía con toda chulería lo acepta. Arg, en serio, qué odio me genera esta mujer. ¡La odio un montón, arg!
El doctor va generando más y más odio hacia Torres. De momento, lo tenemos así de cabreado:
Y, claro, como el Ministerio ha quedado clausurado, tampoco se puede volver a él, así que conocemos a Pepe y Mariano, que están retocando los dibujos en las cuevas de Altamira y, al parecer, hace mucho, mucho frío en el Paleolítico superior. Y encima los pobres no tienen jerseys, ni nada. Ay, pobretes.
De vuelta al claustro, Torres comparece ante los funcionarios, aunque no genera el pánico suficiente: a Alonso la gripe española no le parece tan mala porque es española, Pacino bromea con que se llamará así porque será un virus bajito y con mala leche... Eso sí, el rollo cachondeo se corta de raíz cuando el pobre Velázquez se nos desmaya tras que el doctor les explique los síntomas y les diga que debe tratarlos desde que los muestran... y que, básicamente, pueden espicharla un montón de ellos. ¡Ay, Velázquez, no te nos mueras, que tú molas mucho!
Velázquez no es el único en ser aislado, ya que Alonso también está contagiado, aunque él no lo admite y se transforma en una niña del exorcista quejica, a la que han tenido que atar y todo. Irene pide que le den un calmante, que ya es lo que faltaba, que estamos en estas por ella y por su querida Torres. Sí, estoy cabreadísima con ambas, porque me han jodido a Salvador y ahora tengo a Alonso y Velázquez enfermos. ¡Mardisión gitana pa' las dos!
Alonso: ¡¡Todo es culpa del maldito ADN!!
El doctor consigue la hombría de sacarle sangre a Alonso-gremlin y se está yendo con el vial, cuando se choca con una chica y se le rompe. El doctor, por cierto está muy nervioso, en plan sospechoso total y parece que huye de Angustias, que tras ser nombrada abadesa emperatriz, parece que quiere otro cargo, y se presenta voluntaria cual Katniss Everdeen para cuidar enfermos. El doctor le dice que es muy peligroso, que murieron el 20% de los contagiados, pero ella insiste porque es necesario y se va a la enfermería acto seguido. Todo esto, por cierto, es visto por Amelia y Pacino que estaban con Angustias y éste se da cuenta de que algo raro pasa, así que activa el policía mode on e incluso recluta a Amelia.
Por su parte, Ernesto llama a escondidas a Salvador para contarle todo lo que está ocurriendo y básicamente le jura lealtad eterna. Si es que Ernesto va de tío duro, pero es un amor. Salvador, entonces, le promete intentar tirar de hilos fuera.
"Mi único superior es y será usted."
Después, Amelia aparece buscándole y Ernesto se muestra preocupado por justificar su ausencia ante sus padres, pero Amelia considera que hay otras cosas más importantes. Están en esas cuando Gregorio Marañón conecta con ellos vía Skype, gracias a la intervención de su amigo Salvador. El doctor Marañón se ofrece en ayudarlos en todo lo posible y les explica que no logró erradicarla, sino que la enfermedad desapareció sola. También les dice que una farmacéutica alemana siguió investigando una cura, pero no lograron nada. Y entonces debe irse porque su mujer lo llama para cenar. Me mata que lo llame Goyo, por cierto, xDD.
Ernesto, entonces, le explica a Amelia que las farmacéuticas suelen ganar dinero con las amenazas de este tipo, cuando se topan con María Pita. Resulta que la habían fichado el día anterior y que, aunque es una heroína muy pro, es un desastre con la orientación. Vamos, que la pobre María Pita se ha liado y, en lugar del Ministerio de su época, ha terminado en este donde ha acabado enfermando.
En la enfermería, mientras tanto, Angustias está cuidando de Velázquez, que está viendo su vida pasar. Velázquez explica que su maestro, Pacheco, le acogió cuando tenía doce años y que le hizo pasar las de Caín, hasta el punto de que dudaba de que fuera a convertirse en pintor. Sin embargo, se presentó a un concurso para huir de él y entrar en la corte, sin saber que su maestro estaba en el jurado y, al final, lo ganó por mediación de éste que luchó por él. MiniVelázquez es la monez, por cierto.
A Velázquez le preocupa morirse sin haber pintado Las Meninas e incluso le pide a Angustias que le traigan el material, pero, claro, el pobre está para pintar. Pero, por cierto, hagamos un inciso para hablar de algo importante: ¡¿por qué van todos con trajes, salvo Angustias que va tan pita con una triste mascarilla?! ¿Es inmute? ¿Es inmortal? ¿Napoleón le dio poderes mágicos a cambio de la receta del pollo? ¿Será todo culpa del ADN? ¿Será Torres el ADN?
Enfermera: ¡Pero póngase el traje, que va a contagiarse!Angustias: Bitch, please! Que soy abadesa-emperatriz y Wanheda, soy la comandante de la muerte, a mí ni me toca.
Vale, vale, dejo el flipamiento y vuelvo con el episodio, donde Torres se ha reunido con Ernesto y el doctor de nuevo. Torres cree que tiene todo en control y que el único problema es que se les muera Velázquez, pero Ernesto le comenta lo de Pepe y Mariano atrapados en Altamira y que María Pita también está contagiada. Para sorpresa y cabreo de los otros dos, Torres no tiene ni idea de quién es María Pita, así que Ernesto se lo explica en plan pasivo agresivo.
Torres: Esto, eh... ¿quién es la tal María? ¿Es la inventora del pan de pita o algo así?
Y el cabreo del doctor sigue aumentando y creo que con esto ha llegado a este nivel:
Yo te entiendo, doc, que no le perdonaré el haberme perdido la misión sevillana. Tsk.
La brillante solución de Torres es que le hagan informes cada hora, pero el doctor no puede hacerlo porque bastante trabajo tiene ya. El doctor, de hecho, propone que se usen otros antivirales, que le pueden dejar en la entrada del Ministerio, ya que los que están usando no funcionan. Y es en ese momento, cuando se muere el pobre enfermero contagiado. Torres quiere que dejen el cadáver junto a los enfermos para que no cunda el pánico, a pesar de que al doctor le parece muy mala idea. Eso sí, en el momento en que Irene pide que se lo lleven, Torres da la orden. Esperemos que Irene no pida ser la reina del universo o Torres lo hará posible, vamos.
Por la noche, Ernesto está quemadísimo con la situación y básicamente comenta lo injusta que es la situación que Torres ha creado por ser una inepta. También les dice que Alonso está mal y que le ha dicho a Angustias que la quiere a ella, a Pacino y a Amelia, a él mismo y a Salvador. Me preocupo. Mucho. Alonso en plan osito mimosín no puede significar nada bueno.
A la mañana siguiente, Mariano y Pepe siguen muertos de frío y tampoco es que puedan salir por los mamuts y eso, así que deciden abrazarse para intentar entrar en calor.
En el Ministerio, por otra parte, Alonso está muy mal y vemos un flashback de cuando era niño y está jugando con Blanca. Ella está muy triste porque su familia se va de Sevilla, pero Alonso le jura que la esperará y la buscará. Alonso de Entrerríos, tan bruto como romántico. Qué hombre más guay, por favor. En otro flashback posterior, vemos como, años después, Alonso se cruza con una mujer y la reconoce: es Blanca. Los dos están súper felices de verse y también solteros y se molan y, bueno, el resto es historia, ¿no?
"I always find you."Comentemos la maravillosa coincidencia de que ella se llame Blanca y sean como los Charming, pero más molones.
También vemos un flashback de Germán, el bedel colchonero, que está en el hospital junto a su padre, escuchando un partido del Atlético. Germán se muestra optimista con la subida a primera del Atleti y con la salud de su padre, pero éste sabe que no le queda mucho. Y, por eso, quiere pedirle perdón por no haberle dicho antes cuánto le quería y lo orgulloso que se siente de él. También le dice que eso se debe decir más y que no deje que le pase lo mismo con su hijo. Y yo estoy aquí soltando la lagrimita. Así que si hay faltas de ortografía, es porque no veo un pijo ahora mismo.
Germán emocionado con su padre.
Yo, tratando de seguir con la reseña. Ay, qué difícil es escribir así.
El pobre Germán se despierta tan angustiado que le pide a Angustias (de nuevo, no lo hago a propósito) que le diga a su hijo cuánto le quiere. Angustias, que es una ídola y abadesa emperatriz e inmortal, se pasa las reglas por el forro y le lleva un teléfono.
Por su parte, Pacino sigue cercando al doctor, que intenta darle esquinazo. Pero Pacino es Pacino, vamos, que es muy listo y sabe que algo raro está pasando, así que despierta a Amelia para que le acompañe y le explica que está mosqueado porque el doctor miente en cosas chorras. A Amelia le sorprende que el doctor llevara una nevera portátil, ya que la medicación no lo necesita, así que deducen que está sacando el virus fuera del Ministerio.
En ese momento, es cuando Amelia ve la caja de los antivirales y resulta que la empresa es la misma de la que les habló Goyo, así que van a hablar con Ernesto. Éste no duda en enviarlos al laboratorio, pasándose a Torres y todo por el forro, porque si el virus no es destruido, se puede liar muy parda.
Torres, de hecho, está muy ocupada visitando a Irene. Torres sigue culpando al enfermero, aunque luego asume el mea culpa. Hombre, por fin, ya era hora, guapa. Torres le dice a Irene que no deja de preguntarse qué habría hecho Salvador, que habría cumplido el protocolo, aunque luego se le llenara la boca hablando de que no se deja a nadie atrás. ¿Sabes qué habría hecho Salvador? Mandarle los antivirales y el médico al pasado, impidiendo el jaleo que has armado, guapa. Hombre ya, encima metiéndose con Salvador, lo que me faltaba.
Torres, entonces, le pide perdón a Irene porque sólo quería cumplir la promesa que le hizo. En esas aparece Angustias porque Torres tiene una llamada y ésta se marcha, dejando a Irene a solas con un recuerdo de las dos, dos meses antes. Ambas se están besando (y nos confirman nuestras sospechas) y están hablando de cambiar las cosas a mejor, de no dejar a nadie atrás, ni a sus familias. Irónicamente lo que van a lograr es que no dejar a nadie vivo.
Diremos de Pacino y de Lope, pero Irene también es una latin lover de cuidado.(Y sigo pensando que también ha estado con Lola, eso no me lo quita nadie de la cabeza.)
Si es que los protocolos están por algo y, jolín, al menos Salvador es lo suficientemente coherente como para no salvar a su propia mujer. Sí, soy muy #TeamSalvador y hoy lo estoy echando mucho de menos. ¡Salvador, vuelve!
Por su parte, el doctor lo ha admitido todo ante Ernesto. El doctor explica que le ha pasado el virus a los alemanes para crear una vacuna, en parte para salvar a sus compañeros, en parte por si no pueden controlar el virus y en parte para sacar dinero porque está harto de hacer bien su trabajo y cobrar un sueldo de mierda, mientras que la inútil de Torres cobra un montón. Según el doctor, si Torres le hubiera hecho caso, no tendrían la pandemia entre manos y él no hubiera vendido el virus, así que, sí, se merece irse al castillo medieval, pero ella también. El doctor acepta de buen grado que Ernesto le detenga porque él tiene moral y es un buen hombre. La verdad sea dicha que el doctor me mola, le entiendo, qué queréis que os diga.
Al mismo tiempo, Amelia y Pacino se cuelan en los laboratorios en plan pareja de polis de cualquier procedimental, lo que queda muy chulo. Al final, encuentran una puerta cerrada que se abre con la típica huella dactilar, así que dejan grogui al guardia de seguridad y lo usan para acceder al virus. Entonces, Amelia sube la calefacción para dejar el virus bajo mucho calor y así matarlo.
Pacino: Oye, ¿crees que ahora que se va a acabar Bones, nos podrán llamar de reemplazo?Amelia: ¿Eso es un político llenando una bolsa de basura con dinero?
Claro está, el problema es que hace mucho calor, así que los dos empiezan a quitarse ropa, mientras Pacino fuerza la cerradura de la nevera. Y Amelia es muy, muy lista y se nos emboba mirando a Pacino sin camisa. Yo te entiendo, Amelia.
Amelia (pensando): ¡Madre mía! Pero si Pacino está tó bueno.
Al final, logran su cometido, abandonan el laboratorio y Pacino se viene arriba y besa a Amelia, que le arrea una hostia tal, que le ha debido de saltar un empaste, por lo menos.
En el tercer día, todos están muchísimo mejor, pues hasta María Pita les explica cómo preparar pulpo y Velázquez está deseando pintar ahora que está recuperado. Eso sí, la enfermera pasa totalmente de él y de sus razonables, aunque egocéntricas, explicaciones de por qué debería estar pintando, en lugar de esperando a la parca.
Como todo se está solucionando, Torres le da las gracias al doctor, que alucina un poco. Por eso, le pregunta se ha hablado con Ernesto, pero no es así. Torres, entonces, va a visitar a Irene, quien no parece muy contenta con todo el asunto.
Treinta y ocho días después, Ernesto lleva al doctor a una puerta. El doctor le pregunta si está seguro de lo que va a hacer y Ernesto le dice que toda regla tiene una excepción y que él es la suya. Ha salvado a mucha gente, así que le deja marchar por esta vez. El doctor se va por una puerta, justo cuando regresan Mariano y Pepe, que van a pedir el traslado a Écija. Bueno, uno de ellos iba a pedir el Sahara, pero al ver la cara del otro, se lo ha pensado mejor.
Ernesto, viva estampa de la felicidad.
Al regresar, Ernesto va viendo a los demás recuperados y al Ministerio volviendo a la normalidad y está tan contento. Irene sigue sin parecerlo y lo mira desde la distancia, él le devuelve la mirada, peor en esas Torres aparece y baja la persiana. Hija, Torres, qué discreta, nadie ha notado que te mola Irene, ¿sabes?
Ernesto, después, se reúne con Salvador en una terraza. Éste parece estar bien, pero en realidad echa muchísimo de menos el Ministerio. Ernesto quiere hablarle de su regreso, pero Salvador primero quiere saber si ha habido alguna alteración en la historia, lo que no ha ocurrido... Bueno... salvo el bonito cambio en Altamira, donde hay un corazón con los nombres de Pepe y Mariano.
MA-RA-VI-LLO-SO.
Oh, el amor ha surgido en Altamira o Brokeback Altamira como va a pasar a llamarse para mí. Ojalá volvamos a ver a Pepe y Mariano. Eh, si se casan, yo quiero ver esa boda. Y ver a Alonso en esa boda vestido como si fuera a la Feria de Abril.
El episodio ha estado muy, muy chulo, ha sido algo distinto y, pese a ser un argumento típico, lo han hecho de forma muy original y soy muy fan de que nos hayan regalado flashbacks de personajes como Velázquez y Germán, el bedel. Y parece que Irene sí que era una traidora, pese a que tenía sus motivos (ni que no supiera lo que le ocurrió a Julián por intentar salvar a Maite), pero a mí me sigue doliendo que traicionara a Salvador tras que éste fuera el único que no le echara nada en cara.
También me ha molado que hayan enseñado que Torres tiene corazón, aunque yo sigo preguntándome qué tiene que ver ella con los americanos y qué le pidió a Lola. Vamos, que sigo sin fiarme un pelo de ella, por mucho que esté enamorada de Irene. Eso sí, soy aún más fan de la crítica al hecho de que en España siempre mandan los peores capacitados y luego, si la cagan aunque sea a lo grande, tampoco les pasa nada.
Eso es todo por esta semana. El próximo lunes conoceremos a Houdini y yo me muero de ganas (me encanta la magia, ¿vale?) y hay adivinas y la patrulla de misión por ahí e intrigas en el Ministerio. Vamos, que pinta muy, muy bien. Ganazas de verlo.