Episodio tranquilito de El ministerio del tiempo esta semana, que imagino que sirve para dejar claro dónde está cada personaje y terminar de situarlos donde quieren de cara al final de temporada (que no puede ser de serie, TVE, que si hace falta me marco un Rory Mick en vuestras oficinas ^^). Bueno, pues eso, episodio simpático con unos cuantos golpes muy buenos, pero ha sido el que menos me ha gustado hasta la fecha.
El episodio comienza con una dama, Constanza, a la que están preparando para su boda porque se va a casar con un señor importante y poderoso, pero la muchacha tiene una depresión que parece que la van a cazar con Barbazul. Por eso, acaba huyendo y, claro, como su futuro esposo se pone a perseguirla y dando voces que equivaldrían al “te vas a cagar” de la época, empieza a desesperarse. Al final, por accidente, acaba descubriendo un pasadizo... que resulta ser una puerta del tiempo.
Lo primero que Constanza descubre en el futuro es a Pepe de Masterchef cocinando. Que digo yo que de haber sido Jordi, la muchacha se habría alegrado más. Ay, Jordi. Uy, se me va la pinza con los ojitos azules de Jordi Cruz... mejor sigo: Constanza sigue corriendo y descubre un cuadro de ella a punto de tirarse de una almena. Muy bonito todo.
Pepe: ¿Qué? ¿Intentando llamar la atención en el casting de Masterchef?Constanza: Yo... esto... eh... en realidad, estoy harta de mi marido cabrón...Pepe: Ah, coño, otra que va para Sálvame. Pues Telecinco está por ahí.
Bueno, lo que sí es bonito es que, a todo esto, Amelia está siguiendo a Julián fuera del castillo y se ponen a bailar súper acaramelados. Uh, Amelia ha debido de darle a la barra libre, ¿no? Eso o las bodas le suavizan el carácter. El problema es que aquí Amelia no puede tener un momento de paz, o los guionistas nos estallan o algo, así que los dos acaban viendo a Constanza a punto de recrear el cuadro. Hija, porque ha visto ese, que si ve la maja desnuda, a lo mejor se nos despelota en medio de la boda.
Justo en ese momento, la escena se para, se rebonina y entonces nos encontramos 20 horas antes en el Ministerio. Los chicos e Irene acaban de volver de la despedida de soltero de Ortigosa, que se han ido a los San Fermines con Ernest Hemingway. Macho, qué pasada, yo quiero irme a desfasar con esta gente, ¡qué envidia!
Hemingway, como no podía ser menos, va más pedo que Alfredo, así que Irene se ofrece a llevarlo de vuelta y, de paso, busca a Velázquez que está en paradero desconocido, pero presumimos que pasándoselo bien. Mira el amigo Diego, qué juerguista nos ha salido.
Esto es una despedida de soltero súper mega épica.
Los demás se van y, aunque Germán quiere irse a la Rockola del 81 a ver tocar a Nancha Pop (Germán sí que sabe), Ortigosa prefiere irse para poder estar presentable en su boda. Entendible, que luego tenemos un Resacón en Las Vegas temporal y menudo jaleo... Eh, un momento, ¿por qué no hemos tenido uno de esos? ¡Yo quiero! A ver, ¿a quién casamos en la tercera temporada para que pueda pasar eso?
A todo esto el pobre Alonso tiene los ánimos un poco bajos, así que Julián se lo lleva a tomar un café como excusa para un intercambio psíquico. Alonso le cuenta entonces que, aunque en un principio Elena iba a ir con él a la boda, se ha echado atrás a última hora y, claro, él no entiende nada y encima sufre, por eso cree que es mejor lo de su época: mandabas a una mujer y punto. Ya sabemos, cosas de Alonso, que encima está convencido de que no la quiere. Julián le hace ver que eso no es así, que sencillamente es un paso importante y Elena tiene miedo de comprometerse.
Paralelamente, en 1212 vemos a Constanza diciéndole a Patrick Criado que huya porque a ella la obligan a casarse y su futuro marido la matará, pero Patrick Criado le dice que mejor huyan juntos. Están tan felices, cuando aparece el futuro marido que, claro, no es que esté muy contento con la situación y ordena prender a Patrick Criado.
Mientras, en el Ministerio, Amelia e Irene se están preparando para ir a la boda, mientras que Angustias lo hace para volver al convento de Tordesillas porque, por un lado, lo había prometido y, por otro, no le gustan las bodas... y encima tiene antojo de yemas la mujer (o tiene una cita secreta con Napoleón, es bastante factible, que estamos hablando de Angustias, Abadesa emperatriz).
Angustias (pensando): Uf, menos mal que les he dado gato por liebre y no saben que me voy a ver a Napo, ainss.Amelia (pensando): No entiendo los escotes del siglo XXI, ¿y si se salen?
Las chicas no son las únicas que se preparan, ya que Alonso se está peleando con la corbata, cuando se le presenta Elena súper guapa. Alonso, para variar, no entiende nada y Elena le explica que quiere estar con él, que le gusta demasiado y eso la asusta porque no le conoce y no quiere que se hagan daño. Entonces Alonso se pone en plan galán y le jura que a su lado jamás tendrá miedo.
Por su parte, Salvador no es que esté muy feliz de ir a la boda porque le trae recuerdos de su difunta mujer, ya que siempre la ha querido. Y como Salvador se nos va de bodorrio, Ernesto se queda a cargo del chiringuito, más que nada porque tampoco es muy amigo de las bodas... y personalmente me gusta imaginármelo bailando cual Hugh Grant en Love actually al quedarse a solas en el Ministerio. Bueno, además, los dos comentan que le van a regalar unos fuegos artificiales a los novios que les ha traído desde 1962 un maestro artificiero valenciano.
Ernesto: No se preocupe, jefe, que deja el Ministerio en buenas manos, que ya sabe lo serio y recto que soy.Eso dice Ernesto para aparentar, pero a mí no me engaña y sé que en el momento en que se quedó solo hizo esto:
Los funcionarios que van de bodorrio se están preparando para coger el minibús, menos Velázquez que sigue desaparecido, y es entonces cuando Julián ve llegar a Amelia, que no puede estar más guapa y le cae la baba.
De vuelta en 1212, el noble está dándole de latigazos a Patrick Criado, que en su curriculum debería poner “sufridor profesional” porque siempre sufre en pantalla. En serio, ¿cuántas veces le han zurrado en la tele? Pobrecito, si es amor. Total, que Patrick Criado decide retar al noble por el amor de Constanza, pero como era de esperar el enfrentamiento pastor vs. caballero no acaba bien para el primero y el noble le da muerte, pese a las súplicas de Constanza. Hijo, Patrick, que te he visto empuñar una espada desde que eras un enano en Águila Roja, que lo de espadachín lo llevas dentro.
Patrick Criado: Bah, Constanza, tampoco llores, que en Águila Roja me hacen cosas peores. He estado a punto de perder miembros y todos. Y tengo que aguantar a Alonso de Montalvo, eso es lo peor.
En el presente, los invitados a la boda llegan al castillo y Salvador e Irene felicitan al novio... cuando hace aparición su cuñado, que tardamos un segundo en saber que es gilipollas. Después, los dos conocen a Elena y a ambos les parece guapísima. También conocemos a la wedding planner, concepto que a Alonso le suena a chino. Si es que, claro, le habláis en idiomas raros y el pobre se pierde.
La boda llega y la escena está muy, muy chula, ya que intercala escenas entre la boda de Natalia y Ortigosa tan feliz y llena de amor, con la de Constanza y el noble que más parece una tortura. El montaje les queda súper chulo y el contraste entre ambas ceremonias y lo que significan también. En serio, soy muy, muy fan de esta parte.
Tras la ceremonia moderna, la wedding planner va repartiendo pétalos para que le tiren a los novios. Cuando le da el cucurucho a Amelia y Julián, él le cuenta que en su boda le tiraron arroz y ella, que en la ceremonia se ha dado cuenta de que no está siendo fácil para él, le dice que si necesita hablar, es buena escuchando. Julián le da un besito, antes de reunirse con los demás y, en ese momento, Salvador se lo lleva a un aparte para pedirle que, después, encienda el castillo de fuegos artificiales que le van a regalar a los novios.
Éstos salen del castillo y todos les tiran pétalos... ¿Todos? ¡No! Porque El cuñado pesado se encarga de tirarle un puñado de arroz al pobre Ortigosa en la cara, antes de hacer un selfie con todos los invitados, que le envían a Ernesto.
Ernesto ya ha dejado de bailar a lo Hugh Grant por el Ministerio y está disfrutando del despacho de Salvador y viendo el vídeo del unboxing de su hijo (mini Ernesto no es un youtuber muy activo, al parecer), cuando aparece Marisa para decirle que va a ser el nuevo enlace del Ministerio con presidencia, vamos, la sustituta de Torres.
Ernesto le felicita y la invita a champagne para celebrarlo, aunque está preocupado. Pero como Marisa lo conoce, le promete que no está ahí para joder a Salvador, que ella no es Torres y que sólo quiere ayudarlos, lo que alegra enormemente a Ernesto. No sé si me muero más de amor con Ernesto en plan protector con Salvador o con Marisa siendo guay y no una Torres cualquiera.
Ernesto preocupado por si vuelven a joder a Salvador es tan adorable.
De vuelta en el bodorrio, Irene se pasea por ahí, buscando un objetivo hasta que ficha a una chica morena, Rocío, a la que le tira los tejos sin compasión. Irene está en plena conquista, cuando aparece El cuñado pesado a dar por saco, pero Irene es implacable y muy ídola, así que le suelta tal barbaridad que lo acojona y El cuñado pesado sale corriendo, seguramente en rumbo al baño o bien para hacer caquita o bien para llorar.
Irene: ¿Tú ves Juego de tronos?Cuñado: Sí, ¡Joffrey era tan molón...!Irene: Pues estamos en una boda y de ti depende que sea roja.Cuñado: Hostia, colega, qué chuga... Uh, mis pantalones.
Irene sigue cercando a su próximo ligue, cuando Salvador aparece para decirle que Velázquez se ha perdido, así que ella le envía el mapa que les había dado Ortigosa para acudir al enlace.
Mientras, la patrulla está explicándole a Elena que su trabajo es muy aburrido (sí, ya), cuando ella les comenta que creía que Alonso es agente del CNI (algo que él no entiende) y deja claro que shippea a Julián y Amelia, porque de hecho pensaba que era pareja. Ambos lo están negando fervorosamente cuando aparece la wedding planner porque está ultimando los detalles de una obra de teatro. Por eso, les acaba explicando la leyenda del castillo, que es la historia de Constanza, a pesar de que les va a spoiler la historia... algo que, para variar, no entiende Alonso, ni tampoco Amelia, que sí que sabe que el noble es Fadrique, un héroe de la batalla de Navas de Tolosa. La wedding planner, por cierto, lo vive muchísimo y lo da todo contando la historia. Hasta que llega al final, que se queda sin tiempo y les resume que Constanza se suicidó tirándose de la almena.
Luego, tienen que entrar al banquete (donde Irene ha cambiado los nombres para que su ligue se siente con ellos) y es entonces, cuando, por fin, entra Velázquez en escena en plan fucker de la vida. Encima, resulta que Velázquez va al ladito de Salvador, lo que mata de ilusión a éste último.
Velázquez: ¡Hala, jefe, que nos han puesto juntos, qué ilu!
Y Salvador se muere de la ilusión, como la captura ilustra.
Velázquez se queja de su migraña, que todos sabemos que es resaca, aunque no tarda ni un segundo en pedir cerveza y preguntar sobre la dote que ofrece la novia, presumiendo de la que ofreció su mujer, para cabreo de Salvador que presume de que la suya le dio 40 años de felicidad. Eso sí, el cabreo le dura poco a Salvador, sobre todo porque entre Irene ligando sin piedad y Velázquez bebiendo sin piedad, se está imaginando que se va a liar parda no, lo siguiente.
Salvador: Esto es como cuando comienzan a dar por culo con Eurovisión: preveo el desastre que se avecina.
Mientras, en el Ministerio, Ernesto por fin se sincera con alguien sobre la reacción de su hijo (a Salvador le ha dicho que está quedando con él) y Marisa le acaba diciendo que, después de él, se lió con otro agente, que se fue de misión con Hernán Cortés y nunca regresó y que, desde entonces, no ha vuelto a tener nada serio. Y todos sabemos que esto es lo típico para que, si pasa algo serie entre ellos, Ramón vuelva para complicar las cosas.
En la boda, Velázquez ya está alcanzado una borrachera más que considerable y empieza a divagar sobre amor, belleza y humanizar mitos en plan brote total. Eso sí, Velázquez no sólo no se calma, sino que su brote va a más y, cuando suena Chaikovski, se viene arriba y besa a Salvador, aunque éste no es que esté muy contento con el giro de los acontecimientos.
A Amelia el baile nupcial le emociona, no así a Julián que sigue afectadillo al recordar su propia boda. Y es entonces cuando juntamos con el comienzo del episodio, con Constanza llegando al presente a través de una puerta y con Julián saliendo del salón y Amelia siguiéndole, mientras los demás bailan, incluido Alonso, que es lo mejor.
Afuera, Amelia decide de una vez confesarse, así que, mientras bailan, le dice a Julián que quería hablar con él y que han pasado tantas cosas... Es en ese momento cuando ven a Constanza en la almena y acuden raudos a pararla. Los dos flipan al reconocerla y ella flipa al creer que son demonios, que pobrecita menudo shock. Entre los dos calmar a Constanza y deducen lo que ha pasado, también el hecho de que Fadrique la debe de estar persiguiendo.
El súper momento baile...
... y el baile interruptus. Lloro.
De hecho, en 1212 vemos como Fadrique reconstruye los pasos de su mujer, como si fuera un CSI o Aragorn hijo de Arathorn, y acaba en el presente con sus hombres. Éstos están un poco acojonados, pero Fadrique los tiene bien puestos, al César lo que es del César.
Fadrique y sus hombres irrumpen en el salón de bodas, justo cuando se supone que va a dar comienzo la representación de la obra. La wedding planner flipa por el cambio de reparto, se pone farruca, pero Fadrique la quita del medio arreándole un hostión, lo que emociona a la peña, que compra totalmente que es una obra. Fadrique se pone a buscar a Constanza y amenaza con matar a cualquiera que le moleste, mientras Alonso y Salvador se han dado cuenta de que no son actores, sino el verdadero Fadrique. Salvador decide que, por el momento, es mejor quedarse quietos y se pregunta por Irene.
Y es que Irene está en el baño liándose con su ligue. Si es que esta mujer es más efectiva que el cazador de Jumanji, colega. Qué ídola.
Por su parte, Amelia y Julián descubren a los actores inconscientes y oyen a Fadrique, así que a Julián se le ocurre un plan: le pide a Amelia que llame al Ministerio para pedir refuerzos, mientras él ganará tiempo. Dice eso mientras coge un micro, así que podemos ir preparándonos para algo grande.
Amelia saca a Constanza fuera del palacio, mientras llama al Ministerio, cortándole el incipiente polvo al pobre Ernesto. El pobre tiene que ir a llamar a Spínola (¡Spínola, te queremos!), que está ocupado, aunque Ernesto promete encargarse.
Mientras tanto, en la boda, Fadrique y sus hombres están a punto de entrar en brote porque Constanza no aparece y no se le ocurre mejor idea que ir a por Elena. Alonso se levanta para defenderla y está a punto de batirse en duelo con los malos, cuando Julián aparece con una capa y un micrófono hablando como si fuera el hijo de Darth Vader y Voldemort y le dice que lo sabe todo y que Fadrique no se comporta como manda Dios. Entonces amenaza con que una tormenta de fuego va a romper el cielo y reducirlos a cenizas. Todos se vuelven expectantes a ver qué ocurre, pero Amelia está teniendo problemas encendiendo los fuegos artificiales.
Sin embargo, cuando lo consigue, Fadrique y sus hombres se acojonan de lo lindo y deciden huir... llevándose a Elena para sustituir a Constanza. Oye, tío, eres un consentido de mierda y un inconsciente que va a conocer el método Entrerríos.
Y tanto que lo hace, ya que, cuando están a punto de irse se han dado cuenta de que les falta un tío (Nuño, ahí, con toda la ironía del mundo, jajaja) y, bueno, digamos que Nuño ya ha conocido El método Entrerríos. Tras semejante entrada gloriosa, Alonso reta a Fadrique a un duelo, de nuevo otro paralelismo muy molón. Pero, claro, Alonso no es Patrick Criado y acaba ganando el duelo, a pesar de que Fadrique se aplica y también sabe pelear. Eso sí, a diferencia de en el otro duelo, Alonso no le mata, ya que Fadrique tiene que pelear en la batalla de Navas de Tolosa y, encima, considera que no merece tal honor, así que le arrea una patada en los huevos y listo.
Una vez Alonso ha largado a todos a través de la puerta, le promete a Elena contarle todo y vuelven a la boda con escena súper mega molona a cámara lenta y con música de héroe del lejano oeste. ¿Se puede molar más que Alonso? OMG.
Elena decide esperarle fuera y Alonso va a explicarle a Salvador lo que ha ocurrido, cuando llega Spínola dispuesto a hacerse cargo de la situación... pero es tarde. Eso sí, Spínola es un héroe y, por eso, le acaba soltando un señor rejostio al Cuñado pesado cuando éste va a tocarle las narices. En serio, Spínola, ¡eres mi héroe, te queremos! ¡Uh!
Spínola dice que si no le necesitan se vuelve a dónde estaba y, oye, ya que le habéis hecho venir, qué menos que irse de farra con él. Seguro que Velázquez y Alonso están conmigo. Spínola, al pirarse, se cruza con Irene que no se ha enterado de nada, estando tan ocupada como estaba. Irene es tan ídola que es la única de todo el episodio que no ha tenido un coitus interruptus (cambiemos coitus por conversación en el caso de Amelia y Julián).
Hablando de coitus interruptus, el pobre Ernesto le explica a Marisa que más o menos todo se ha solucionado, cuando ella le da un beso y se marcha. Ernesto la llama y él le dice que, si no hubiera sonado el teléfono, pues eso. Lo malo es que ha sonado y, según Marisa, quizás es lo mejor que les ha podido pasar y que el destino es el que es. Vamos, yo creo que el destino tiene miedo de lo que podría salir si Ernesto tuviera otro hijo.
Bueno, al final, cuando todos vuelven al Ministerio se traen a Constanza con ellos y Salvador, que también es un ídolo magno, tiene una gran idea cuando ve llegar a Angustias del monasterio de Tordesillas: dejará a Constanza en el convento, lo que es maravilloso porque dada la época de Constanza y el trauma con Fadrique, creo que es el mejor lugar para ella.
Y ya sólo queda atar cabos sueltos o, lo que es lo mismo, conversaciones que los personajes deben tener. Por un lado, Elena está afectada por todo lo sucedido y quiere saber la verdad, algo que Alonso está dispuesto a darle.
Por otro, Amelia y Julián están en la cafetería y ella sigue preocupada, pero no por Constanza, sino por todo lo que tiene que decirle a Julián. Y como ya sabemos, Amelia es muy buena para algunas cosas, pero es un desastre en el terreno personal, por eso le suelta todo sin contemplaciones: que ya no conoce su futuro porque la lápida ha desaparecido y la foto (que le enseña) ha cambiado y ya no hay un bebé entre ellos y que lo que ha cambiado es que se acostó con Pacino.
Resumen y definición gráfica de la escena.
Hija, tú también, es que vas de un extremo a otro: o te encierras en ti misma sin compartir nada o tiras la bomba sin delicadeza. Que, a ver, me parece que está bien pensado y tal por cómo es Amelia y esa inocencia que tiene con las relaciones, pero pobrecito Julián, que un poco más y le haces un Once upon a time.
Y hasta aquí llega el episodio, que me ha gustado, pero los demás han sido TAN molones que este se ha quedado un poco deslucido, aunque ha molado el reparto episódico. Yo creo que, como dice Salvador en el avance, ha sido la calma ante la tormenta. Y es que el próximo episodio es el final de temporada y pinta súper potente con Felipe II irrumpiendo en el Ministerio actual con un ataque de cojonitis. Y, eh, yo he visto a Carlos Hipólito en Vis a vis y ese tío es un pro de la vida, la que puede liar.
Vamos, que le tengo muchas ganas, que espero que TVE la renueve de una puñetera vez (otra vez ha vuelto a subir en audiencia y pasar con soltura los dos millones, así que espero que lo hagan) y quiero ver a ver qué hemos acertado en nuestras teorías.