El Partido Popular se define en el tema de los toros por la defensa de la libertad. Al que no le gusten, que no vaya –dicen-, a nadie se le obliga a asistir a un espectáculo que no es de su agrado. Estupendo, me encandila esa defensa a ultranza del individualismo.
Pero, ¡ay amigo!, cuando se trata del aborto o algún tema parecido, especialmente escabroso para la lata de conservas de su ideología, el individualismo pasa a ser herejía recriminable y perseguible, como en los mejores tiempos.
Aquí ya no vale que al que no le guste que no lo practique. Aquí lo que vale es la imposición pura y dura, la intransigencia, el no pasarán. La intolerancia que les viene caracterizando desde siempre.
Y entonces cualquier manifestación es buena y deja de ser una alteración del orden público como por ensalmo, y las almas cauterizan por obra de esa catarsis divina de la inquisición por decreto ley.
Viva la libertad, y a otra cosa mariposa.