Revista Cómics

El misterio de la nocilla desparecida

Publicado el 06 agosto 2020 por Airin
A Manuela le gustaba mucho la nocilla. Tanto, que su madre tenía que prohibir su consumo en casa porque los botes volaban a una velocidad asombrosa. Manuela era niña de 12 años muy normal y corriente. Le gustaban las mismas cosas que otros niños de 12 años, hacía lo mismo, se vestía igual y tenía un chiguagua llamado Serafín que iba a su bola. Nuestra historia transcurre en el mes de Junio, famoso mes en el que los niños ya tienen sus ansiadas vacaciones de verano y por consiguiente, les dan las temidas notas. A nuestra protagonista Manuelita, que así la llamaban en el colegio a modo de bullying porque ya sabemos lo crueles que son los niños a ciertas edades, no le fue ni mal ni bien el curso escolar, bueno, en realidad bien porque no suspendió ninguna, aunque sus notas fueron como ella, totalmente anodinas, todo suficientes y un bien en religión. Al llegar a casa los padres de Manuela se pusieron muy contentos, ya sabemos que los padres con tal de que sus hijos no suspendan les compran la play o la de mi madre. En nuestro caso, para premiar a Manuelita (perdón, Manuela) sus padres decidieron que había llegado el momento de comprar ese producto tan preciado por la niña, esa crema de chocolate con avellanas que se deshace en tu boca y que te deja con ganas de comer más y más.... seguro que conoces esa embriagadora sensación querido lector, algún día  has sido niño/niña/cosa y en algún momento de tu vida has comido nocilla. Nadie se salva. Es un hecho constatado por la Universidad de Matalascañas.A lo que íbamos, que por fin, el día soñado llegó. Manuela y su madre fueron al súper y se pararon  frente a los diversos botes de diferentes tamaños, colores y sabores de nocilla. Media hora estuvo Manuela eligiendo bote. Al final, después de mucho rumiar y sopesar los pros y las contras de cada uno, escogió el tamaño grande (muy lógico), color azul de dos sabores. ¡Qué contenta estaba Manuela con su regalo! Ni bicicleta, ni viaje a Benidorm ni Play 500 que valga, lo único que realmente valía la pena para Manuela era la nocilla. Amor real y verdadero, aunque temporal.Al llegar a casa la nocilla fue colocada en la cocina en un armario, más concretamente en la despensa. Allí permanecería hasta el día siguiente. Con este ejercicio, la madre de Manuela quería trabajar el autodominio de las emociones y los impulsos. La nocilla había hecho perder el control hace años a Manuela y como es natural, la madre de Manuela no quería que los hechos se repitiesen de nuevo. Esta ocasión sería ideal para trabajar el control de impulsos con técnicas psicológicas que había leído en Internet.Esa noche Manuela se acostó feliz y contenta. Se sentía plena y ya saboreaba la nocilla en su boca.Con estos marrones pensamientos Manuela concilió el sueño y se durmió hasta el día siguiente que se despertó muy temprano, al igual que todos los niños cuando se despiertan el 6 de Enero para ver sus regalos traídos del lejano Oriente. Corriendo cual gacela en celo, Manuela se fue a la cocina y abrió la despensa. Su corazón le dió un vuelco al comprobar que la nocilla no estaba en su sitio. Se había esfumado. Un nudo se le iba formando en el estómago a medida que abría y cerraba todos los armarios de la cocina y posteriormente de la casa. Manuela estaba al borde del colapso hasta que finalmente, se colapsó de verdad. La pobre niña se murió del disgusto. Pobre Manuelita. Pero.... ¿dónde carajo estaría la nocilla? Como narradora y creadora de esta triste historia se me ocurren varias posibilidades:
1. La nocilla se la comieron sus padres porque tenían problemas de adicciones.2. En esa época, hacía mucho calor. Entre el calor y un componente misterioso que lleva la nocilla, ésta se evaporó de la faz de la tierra.3. Serafín el chiguagua, se hizo una mascarilla de noche con ella.4. En los mass media se comentaba que Ricky Martin estaba en la ciudad.
Te animo inteligente lector, a que dejes tu opinión sobre estos trágicos hechos. Entre todos, podremos resolver este intrincado misterio.

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