Ya estamos liaos. Haciendo cuerpo, poquito a poco, pues no resulta fácil volver a la irrealidad tras tamaña sobredosis de ficción y fricción diaria. Carnaval del bueno por la parte de Cádiz. Infinito prolegómeno en la cárcel guantanamera del teatro Falla, donde un jurado impopular toma declaración a los testigos del caos ordenado y la gente porfía con letras y músicas. Todos los años lo mismo, siempre distinto, repertorio nuevo, el secreto de Cádiz a voces. Ahí radica el misterio y la pasión de las coplas de Cádiz, en el concurso más largo del mundo y la posterior orgía de sentidos a tropel en la calle del secuestro colectivo. Largando fiestas, que es gerundio. A jorobarle los infinitivos a los más siesos. Cada año, la insufrible fase de preselección ofrece el encanto de la sorpresa, la novedad, hola qué tal, y el nada discreto encanto de las chirigotas malas. Todo vale. La gente lo vive, lindo reducto de la libertad de impresión o así. Letras teledirigidas, músicas de colores, pasodobles al cuello, cuplés de risa digna, disfraces a media tarde, la radio a toda pastilla y la tele en permanente estado de tartamudez. Quieto ahí.
En otro lugar, los artistas regalan sus emepetreses, presentan en sociedad su próximo fracaso. En Cadiz se guarda el secreto duranta meses hasta que estalla el Falla y la mirada total escudriña entre trajes, hechuras musicales y letras impagadas. Cada año, lo desconocido. En pequeñas diócesis: preliminares, cuartos de final, semifinales y gran final, liga de champiñones, pasito a paso, y sin empujar, porfavó. Iremos por partes. De momento me quedo con un coro italiano, una comparsa de currelantes y una chirigota de rumberos, y con el estribillo de éstos, realmente funcional y multiusos. Ya lo escucharemos mejor, pero habla, con rotunda sencillez y mucha chicha de fondo, de la crisis, la política y sus consecuencias. "¡Que les vayan dando!" El estribillo vale pa cantarlo en la calle con todas las ganas, y admite infinidad de posibilidades, como el abre y cierra la muralla. Políticos y empresarios chungos, que les vayan dando. Sindicalistas vendidos y mentiras podridad, que les vayan dando. Amigos de lo ajeno y fariseos de andar por casa, que les vayan dando. Directores dirigidos por control remoto, acosadores y cobardes; directores generales de la nada y babosos sin media guantá, que les vayan dando. Susceptibles de medio pelo, ídem de ídem. Fantasmas sin sábana, chulos de calles sin acera, mafiosos del pitiminí, torres y alfiles con la cara partía, que les vayan dando. Y así hasta la eternidad.