En el Olimpo de los pianos de concierto, algunos instrumentos trascienden su condición de objetos para convertirse en leyendas vivas. Entre ellos, el Steinway & Sons CD 503 ocupa un lugar único y casi mítico. No era simplemente un piano; era la extensión sonora de uno de los más grandes virtuosos de todos los tiempos: Vladimir Horowitz.
UNA HISTORIA FASCINANTE DE ARTE, INGENIERÍA Y MISTERIO QUE AÚN PERDURA
Desde que Horowitz lo eligió en la casa Steinway en Nueva York, en la década de 1940, el CD 503 se convirtió en su compañero inseparable. El piano es un modelo D de concierto y viajó con el maestro por todo el mundo durante más de cuatro décadas. Pero lo que lo hacía verdaderamente especial no era su origen, sino su transformación.
Horowitz no buscaba el sonido estándar, potente y redondo típico de un Steinway. Él anhelaba algo único: una voz que pudiera cantar con una claridad cristalina en el registro agudo, un bajo profundo, pero no abrumador, y una capacidad de respuesta ultrarrápida que le permitiera ejecutar sus pasajes de staccato con precisión milimétrica.
MODIFICACIONES ESPECIALIZADAS PARA UN SONIDO ÚNICO E IRREPETIBLE
Para lograr su propósito, el Steinway CD 503 fue sometido a una serie de modificaciones de ingeniería altamente especializadas, conocidas como light action o acción de tonos libres. Franz Mohr, el técnico de Horowitz, afinaba, regulaba y modificaba el instrumento con devoción.
Entre los cambios principales, se modificaron los macillos para que fueran más blandos, eliminando cualquier aspereza. La acción se aligeró hasta un punto casi irreal, permitiendo una velocidad de repetición nunca vista.
El resultado fue un sonido que muchos describen como orquestal, como un tapiz de colores donde cada nota, incluso en los fortísimos más explosivos, conservaba su individualidad y claridad.
¿QUÉ FUE DEL PIANO TRAS LA MUERTE DE HOROWITZ?
Tras la muerte de Horowitz en 1989, el paradero y el estado del CD 503 se convirtieron en tema de debate. Se sabía que el piano fue heredado por su esposa, Wanda Toscanini. Posteriormente, fue donado a la Yale School of Music.
Sin embargo, muchos puristas y expertos sostienen que el alma del CD 503 se perdió para siempre. Con el tiempo, y quizás en un intento por mantenerlo, el piano fue restaurado y muchas de las modificaciones únicas de Horowitz se eliminaron.
Hoy día, el Steinway CD 503 de Horowitz existe, pero su voz ya no es la misma. Aun así, el instrumento, que continúa en Yale, sigue siendo el noble piano que una vez contuvo el secreto sonoro de un genio.
Por suerte, la leyenda del verdadero sonido del CD 503 permanece intacta en sus innumerables grabaciones. Escuchar a Horowitz en sus discos de los años 60, 70 y 80 es ser testigo de la perfecta simbiosis entre un músico y su piano.
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