Revista Cocina

El misterio del pino con flores

Por Dolega @blogdedolega

Hace casi un año que tengo que andar cuatro kilómetros diarios. El médico no me dio ninguna alternativa y me aseguró que mecerme en el sillón  relax del Consorte  ó hacer el recorrido en coche no eran válidos así que no me quedó más remedio que disfrazarme de abuela de Dora la exploradora y tirarme al monte en el sentido más amplio de la palabra.

Mi recorrido que ya postee en su día aquí, transita por un pinar en la falda de la montaña donde vivo. Es realmente bonito y hasta ahora, que el tiempo ha sido benévolo, ha resultado agradable, no lo niego; el tema es que a mí no me gusta andar, nunca me ha gustado por lo que tuve que  buscar una estrategia para que esta nueva actividad no se convirtiera en un suplicio. Aproveché que me gusta la fotografía, me abrí una cuenta en Instagram  y me propuse subir las fotos que voy haciendo mientras camino. Tengo que reconocer que me ha motivado bastante y he logrado hacer de esta obligación una rutina agradable.

¿Y porque les cuento todo esto?  Porque ya se sabe que por donde suelo andar las cosas se ajustan a mi naturaleza, o sea raras, extrañas y una pizca surrealistas.

Puedo decir que en este tiempo de caminante he descubierto que a escasos cien metros de mi casa comparto hábitat con Águilas reales, halcones, ciervos, zorros, ardillas, cientos  de especies de pájaros y mariposas, casi todas las especies de setas comestibles y no aptas para el consumo, cuatro o cinco millones de conejos, vecinos con perros de todas las razas imaginables y los fines de semana, con abundantes domingueros dispuestos a dejar su huella en forma de desperdicios y basura que el monte reabsorbe como puede y las brigadas de limpieza recogen cuando les da la gana.

Ayer era un día como otro cualquiera. Mientras desayunaba, consulté al Instituto Nacional de Meteorología para ver a qué hora la temperatura sería menos heladora para salir. Como casi todos los días me indicó  las once y media, así que me puse mi look “senderismo casero” y empecé mi recorrido.

En cuanto entro en el monte empiezo a buscar a una ardilla que me espera todos los días; estoy convencida que le encanta Mozart (Voy escuchando música y Mozart es uno de mis preferidos) y en cuanto me siente baja del árbol donde  esté para jugar conmigo a las estatuas, pero esa es otra historia que algún día  contaré en detalle.

El caso es que voy mirando a los pinos cuando de pronto distingo algo extraño en uno de ellos. Como no veo nada sin gafas, me las pongo y cual no será mi sorpresa cuando veo que en lo alto del tronco, perfectamente colocado hay un ramo de flores. Tiene  varias rosas y muchos lazos blancos como de tul y yo diría que puede ser un ramo de novia.

A ver, que no les miento. Aquí lo tienen…

El misterio del pino con flores

Le tomo varias fotografías y sigo mi camino, pero claro ¡Se ha disparado en Dolega el modo invento!

¿Quién puede poner un ramo de flores ahí y lo más extraño ¡Para qué!?

Además está muy alto, se ha necesitado una escalera ó algo para subirlo…

¿Una novia que ha dejado su ramo en el sitio donde le dio su primer beso a su ahora príncipe azul? Romántico pero un poquito cursi.

¿Una novia a la que han dejado plantada en el altar y ha venido llena de despecho y ha dejado el ramo para que se lo coman los animales del bosque? Muy melodramático.

¿Una novia que no piensa pagar el ramo y por si acaso lo ha dejado ahí para que no lo encuentre el de la floristería cuando venga a llevárselo? Poco factible, el ramo no es nada del otro mundo así que muy caro no debe de haber sido.

¿Alguien al que el amante la ha mandado el ramo a su casa y teme que la descubran y no ha encontrado otro sitio mejor que dejarlo ahí, para despistar? Fantasioso pero divertido.

El tema es que sumida en mis pensamientos he llegado hasta el final de mi camino y emprendo el regreso imaginándome las más diversas opciones. No me he encontrado hoy con nadie y no me extraña porque hace un frío de narices y las nubes amenazan lluvia a medida que planean por el monte.

Cuando llego al pino florido, parpadeo tres veces. ¡El ramo ha desaparecido!

Voy de acá para allá revisando todos los pinos cercanos, miro el suelo buscando restos de lazos u hojas que delaten que allí hubo un ramo de flores con especies vegetales muy diferentes a las que crecen ahí… ¡Nada!

¡Ay Doña Vida, no me hagas esto que tú ya sabes que yo en modo elucubrar no tengo límite!

Llego a casa y no paro de darle vueltas a la cabeza. Llegan los míos de trabajar y casi salgo a la puerta a recibirlos.

-¡¡A que no sabéis lo que me ha pasado hoy cuando he ido a andar al monte!!

-Cualquier cosa – dice el Consorte mientras me estampa un beso.

-Ya sé, Madre. Que ha venido el Águila de la pedriza a pedirte consejo de cómo poner en orden al aguilucho que anda un poco desmadrado – dice soltando una irónica risotada.

-Tú eres consciente de que aún te quedan 35 años de ir todas las semanas de lunes a viernes de ocho y media a cinco y media a trabajar para que te quede una jubilación de mierda, ¿verdad? – Venga tira de ironía, hermoso.

Les cuento lo ocurrido  y sus opciones son absolutamente disparatadas. Que si las dejaron ahí para que estén frescas y no las marchite la calefacción, que si para que cogieran olor a pino…Nada interesante y ahora los dejo que me tengo que vestir e irme a andar.

¡¡Como llegue y estén allí entonces sí que se me va a disparar la imaginación!!

Y dirán ustedes ¿tan pronto ha terminado el paseíto? Pues sí y lo estoy editando ahora. He intentado insertar la foto desde el comentario que he puesto pero no he podido y como tengo prohibido por el departamento de seguridad de esta casa acceder al blog, al banco ó a cualquier otro sitio sensible, desde el telefono pues eso.

Que digo que lo he visto y me he vuelto. No puedo correr pero a paso ligerito sí que he venid.

¡¡Estaba ahí!!

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Así que me he daod la vuelta y ni más caminar.

Lo peor ha sido cuando venía a paso de legionario y de repente he escuchado pasos a mi espalda y he pegado un bote y un grito, que los que me conocen y saben de mi propensión a los sustos, dicen que es lo  más parecido a alguien entrando en el infierno. Y era una pobre chica que ha dado a luz hace poco y como se ha quedado un poco gordita me la encuentro corriendo muchos días.

Entre las pintas que llevo y el grito, se me ha quedaod mirando como diciendo “Esta pobre mujer está fatal fatal”


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