El PSOE ha convocado hoy, sábado, en Sevilla, territorio vital para sus intereses, a sus más viejas y temibles momias, probablemente para que ganen votos y resalten con sus conjuros el miedo a la derecha, gran argumento en esta campaña electoral de una izquierda que sí está paralizada por el pánico al fracaso y a que su primera derrota en Andalucía desde la muerte de Franco ponga fin a una etapa de dominio socialista e inaugure una era de dificultades en la que resulte imposible nutrir generosamente, con fondos públicos, a sus cientos de miles de enchufados, paniaguados, militantes, familiares, cómplices y amigos.
El mitin se celebrará bajo el lema "La fuerza del sur", pero, a juzgar por su ambiente y protagonistas, debería denominarse "El conjuro de las momias". Cuando las encuestas predicen un serio revés socialista en Andalucía, comparecerán ante un público ferviente, en la ciudad de Dos Hermanas, cuna de pasados despliegues y éxitos socialistas, las momias más acreditadas del partido: Felipe González, Alfonso Guerra. Alfredo Pérez Rubalcaba y José "Pepe" Griñán, todavía "dueño" de Andalucía. El serio riesgo de perder las próximas elecciones flotará en el ambiente e inyectará dramatismo en una asistencia acostumbrada al triunfo e inquieta porque su etapa de dominio declina.
Rodeados de fanatizados, de gente atiborrada de propaganda e incapaz de discernir y de muchos paniaguados que viven del erario público, los viejos pastores socialistas, ya viejos y fondones, volverán a asustar a las ovejas con el miedo a que llegue el lobo de la derecha, ocultando el hecho trágico y cierto de que el más feroz lobo que ha padecido España en las últimas décadas es el del socialismo, el mismo que ha dejado el país en la ruina y la derrota, tras llenar las calles y plazas de desempleados, nuevos pobres y gente triste y asustada.
Cuando un partido se ve obligado a recurrir a sus más viejas momias para meter miedo, escondiendo a sus jóvenes, es porque está vinculado al pasado y desligado del presente, del futuro y de la realidad.
El Dos Hermanas, quinta ciudad andaluza por su población, Rubalcaba va a conseguir el "milagro" de juntar a Felipe González y a Alfonso Guerra, dos viejos "amigos" seriamente enemistados, que se unen en torno a un Rubalcaba deprimido por la amenaza de derrota para ver si entre los tres logran levantar la moral de los militantes y votantes del PSOE, que andan desmoralizados y con el estigma del fracaso marcado en la frente.
Felipe González se ha movilizado en esta campaña y será la estrella de Rubalcaba, que no quiere ni oír hablar del chamuscado Zapatero. Dicen que González interviene en la campaña no sólo para apoyar a su amigo Alfredo, sino también porque si en España no gobiernan "los suyos" perderá posiciones como asesor de empresas y abridor de puertas para negocios internacionales, que es a lo que se dedica.
La presencia de Alfonso Guerra en Dos Hermanas tiene otras lecturas. Ya es mayor y debería retirarse para dejar sitio a miles de socialistas jóvenes que se sienten frustrados porque los viejos jamás se marchan, pero Alfonso no sabe vivir al margen del presupuesto. No en vano sigue en coche oficial desde finales de los años 70, casi cuatro décadas viviendo a cuerpo de rey del presupuesto nacional. En los últimos años ha jugado a ser crítico, pero aquellas críticas resultaron una farsa. Se pronunció "prudentemente y en voz baja" contra la negociación con ETA, contra las concesiones al nacionalismo y en otros asuntos conflictivos, pero a la hora de la verdad votó con su partido en el Congreso, demostrando su verdadera esencia y pensamiento.
Alfonso y Felipe son dos maestros en el manejo del miedo. Se presentarán ante sus partidarios como descamisados y como salvadores de los humildes, pero esconderán que ya son millonarios, que no saben vivir al margen del lujo y que esconden en sus mochilas los mismos instrumentos que han utilizado siempre para ordeñar al rebaño. Esgrimirán el mismo argumento que utilizan desde los años 70, el de la maldad intrínseca de la derecha, pero olvidarán la verdad: el verdadero miedo lo dan los que prometían el pleno empleo y han dejado 5 millones de parados, muchas trampas sin pagar y ahora se van con los bolsillos suyos y de sus amigos llenos, sin resignarse a que su "fiesta" se acabe.