Cuando se dio el inicio de las obras de Itaipú, los brasileños hicieron “su trabajo” por adelantado y nos tomó desprevenidos a nosotros.
Resulta que el gobierno de aquel entonces ya vio que “reasentar” a los que serían desplazados por la represa, iba a costar demasiado caro si se compraban tierras en el mismo territorio brasileño, entonces buscaron rápidamente alternativas más válidas y baratas.
El Paraguay era el único país que ofrecía todas las garantías de que los brasileños harían lo que quisieran y trabajarían como quisieran. Explico: Paraguay era el único país que “permitía” comprar tierras en sus fronteras, no tenía, por lo que veo ni tendrá, un sistema fiscal ordenado y eficaz, hecho que permite que los extranjeros no se vean obligados a declarar sus ganancias, ni a reinvertir parte de ellas en el país. Tampoco les está restringido que manden el dinero, conseguido gracias a la tierra paraguaya, a su país de origen, donde sí invierten en construcciones, incluso fortalecen el sistema financiero de sus países de origen, mientras crea una fuerte fuga de divisas de la nuestra.
La mayoría de estos reasentados se convirtieron rápidamente en “sojeros”, considerando que los controles de uso de productos agro-químicos es casi nula en Paraguay, mientras que en el Brasil es rigurosa, produjeron al máximo, dado la situación estratégica de sus propiedades con la frontera de sus países de origen, les resultaba muy fácil “pasar el grano” hacia Brasil.
Las cifras de la cantidad de grano producidas son apenas eso, “Toneladas de grano”, porque por otro lado han producido una migración masiva de paraguayos de esas zonas, hay una cuasi desertificación sin visos de recuperación de las propiedades sojeras.
Si se compara a estos brasileños con los menonitas de Itapúa puede verse una gran diferencia, estos últimos están muy integrados a la comunidad paraguaya, cumplen a cabalidad las leyes nacionales; mientras que los otros adoptan sus propias “políticas” e imponen incluso su idioma.
Las cifras que mencionan para definir la “macroeconomía” no condice con lo que “deja” en la zona de influencia estos sojeros.
No importa que digan que el PIB creció gracias a estos sojeros, si se mira a la gente que vive en esas zonas y no hacen parte de ellos, porque no tienen la infraestructura técnica, crediticia ni la proporción de terreno adecuado, viven en la más absoluta pobreza, por eso finalmente acaban vendiendo sus terrenos a precios de banana y migrando a las ciudades a engrosar la ya larga lista de las franjas de pobreza de las metrópolis paraguayas y extranjeras.
Los brasileños, una vez más fueron más inteligentes, hicieron su trabajo con visión y el Paraguay, o al menos el gobierno corrupto y apátrida de aquel entonces, “regaló” nuestras tierras a hijos de otras tierras, mientras dejaba a los suyos en el más absoluto abandono.
Las consecuencias son realmente terribles, migración masiva de la población rural nativa; deforestación total de la zona sojera, uso indiscriminado de agro-químicos que contaminan la capa de retroalimentación de agua en zonas de acuíferos (recuerden que las aguas de lluvia nutren las fuentes de agua subterránea) y empobrecen la calidad de nutrientes naturales de la tierras, obligando al uso continuo, creciente y progresivo de los agro-químicos contaminantes.
Finalmente quiero decirles algo importante, la culpa no la tienen estos brasileños, o brasiguayos si así lo prefieren, la tienen nuestros gobernantes (ejecutivo y parlamentario) que no se interesan por el país y sí por sus propios bolsillos. No es una cuestión de xenofobia, es una cuestión de justicia, ¿acaso piensan que nosotros los paraguayos tendríamos las mismas oportunidades en el Brasil? O ya se preguntaron por qué ellos son más en la frontera paraguaya que en la Argentina por ejemplo.