Y yo que creía que ya estaba curtida en estos artes de la maternidad y que mas allá del título de madre estaba ya por obtener el del “maestra”. ¡Pobrecica de mí! Sigo siendo tan primeriza como cuando me dijeron que el embarazo era el estado ideal de la mujer ¡y yo que me lo creí! ¿Y por qué viene a cuento esto? Porque como buena primeriza caí en el mito del zoológico.
-Yo te llevé a los 9 meses ¡y no sabes como lo disfrutaste!- me dijo mi madre- Repetías el sonido de casi todos los animales: groooaaar (león), uuuuhuuuhuuhuu (gorila) pfffffftttttt (elefante)- y podría seguir con casi todas las onomatopeyas que me recitó mi madre por teléfono para mas INRI pero mejor no los torturo que ya bastante tienen con las preguntitas de: -¿Mamáaaaaaaa y qué sonido hace la hormiga?
Pues eso. O Critter no es tan inteligente como su madre- oiga que puede ser- o mi madre ya no se acuerda (que también puede ser) y esto del zoológico es un mito. Los niños pequeños lo disfrutan a partir de los 4 años cuando pueden andar, hablar, subir, trepar y torturar a todo bello animal que se le acerque mediante abrazos, jalones de cola y besos babosos a tuttiplein.
Pero claro, esto no lo sabíamos bien a bien y ahí fuimos toda la familia: abuelos paternos, Semenator, la Desmadres y la Critter creyendo que sería una experiencia única e inolvidable. La visita la hicimos al Parque Natural de Cabárceno y tengo que decir que aunque ya lo conocía, pues fue una de nuestras primeras salidas románticas en plan novietes – me siguió pareciendo A-LU-CI-NAN-TE.
¿Qué si Critter lo disfrutó? Pues el gorila le llamó la atención pero obviamente prefirió el de peluche de la tienda, la avestruz le pareció tan simpática que le compartió de sus aspitos, los hipopótamos ¡tarea imposible de avistar! y cuando llegamos a las zebras- para ella “los caballitos”- bramó como una loba, pidió mantita y se durmió como Mowgli en el libro de la Selva.
Se debe aclarar que este breve- muy breve- recorrido fue hecho a mitad en brazos del padre, a mitad a jalones para que andara por la madre, a caballito de la espalda del abuelo y con mucha paciencia de parte de la abuela.
Está por más decir que no hizo el ruido de NINGÚN animal. Así que mamá tengo un mensaje cariñoso para ti: ¡deja de mentirme! Ya soy madre, no tienes que convencerme que me reproduzca. ¡A ver para cuando empiezas a decirme una que otra verdad en esto de la maternidad!
Madres primerizas ¡no caigan en este mito!, los niños pequeños disfrutan del zoológico lo mismo que ustedes disfrutan de ver cien mil veces al día a Dora la exploradora.
Eso si, en cuanto a las madres lo pasamos ¡bomba! si no pregúntenla a la Leona de la manada:
Cabe resaltar que justo donde se corta la foto había un letrero que decía:
No soy Kung Fu Panda soy un gorila ¡leches!
P.S. Debo de presumirles que al llegar a casa Critter cogió al león, el elefante y al gorila de peluche los acomodó sobre la cama y repitió el sonido de cada uno. Groooarr, pfttttt. uuuuhuuuhuuuu terminando con un ¡Mamáaaaa shhhhhhh! Pues eso. Parece que después de todo mi labor de repetición incesable surtió efecto.