Revista América Latina
La ley que impone la expropiación de la vieja Confitería El Molino fue sancionada por la Cámara de Diptuados de la Nación y así está más cerca la recuperación de la confitería que guarda escenas de la historia argentina desde su creación en 1917.
Se protege así la historia de El Molino en la porteña esquina de Rivadavia y Callao frente al Congreso pero el lugar, que se convertirá de acuerdo al proyecto votado, en un Centro Cultural, dependerá de la Nación, no de la Ciudad de Buenos Aires.
La iniciativa fue aprobada por 217 diputados y ya tiene sanción del Senado
La norma establece que el gobierno nacional comprará el inmueble al precio fijado por el Tribunal de Tasaciones de la Nación, para luego transferirlo sin cargo al Congreso, tras lo cual su administración quedará a cargo de una comisión bicameral.
El radical Fabián Rogel anunció el respaldo "pleno de la UCR" a la expropiación y recordó que desde ese lugar se produjo la "única defensa contra el golpe a Hipólito Yrigoyen" en 1930.
El arquitecto Martín Marcos, titular de la Cátedra de Introducción a la Arquitectura Contemporánea de la UBA, sotuvo durante una clase pública en defensa de la protección del inmueble que el edificio, "es representante más fiel del estilo vanguardista del siglo 19" y que la cúpula de la confitería "es extremadamente valiosa desde el punto de vista estilístico y hoy está llena de palomas, murciélagos y ratas. Arquitectos de todo el mundo no pueden creer que teniendo un edificio de semejante valor patrimonial se lo deje deteriorar de este modo".
El proyecto arquitectónico fue obra de Francisco Gianotti, que la ideó con una cúpula y aguja de 65 metros de altura, una marquesina metálica y refinados vitraux italianos, un estilo que transforma al edificio en una joya mundial.
El Molino acompañó desde 1917 la vida intelectual, política y social de la Argentina. Personalidades como Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Carlos Gardel, Oliverio Girondo, Roberto Arlt, Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón pasaron por sus elegantes mesas.
Desde 1997, año de su cierre, el edificio fue declarado monumento histórico nacional por ley del Congreso Nacional, área de protección histórica por el gobierno porteño y edificio catalogado de alto valor patrimonial.
Se protege así la historia de El Molino en la porteña esquina de Rivadavia y Callao frente al Congreso pero el lugar, que se convertirá de acuerdo al proyecto votado, en un Centro Cultural, dependerá de la Nación, no de la Ciudad de Buenos Aires.
La iniciativa fue aprobada por 217 diputados y ya tiene sanción del Senado
La norma establece que el gobierno nacional comprará el inmueble al precio fijado por el Tribunal de Tasaciones de la Nación, para luego transferirlo sin cargo al Congreso, tras lo cual su administración quedará a cargo de una comisión bicameral.
El radical Fabián Rogel anunció el respaldo "pleno de la UCR" a la expropiación y recordó que desde ese lugar se produjo la "única defensa contra el golpe a Hipólito Yrigoyen" en 1930.
El arquitecto Martín Marcos, titular de la Cátedra de Introducción a la Arquitectura Contemporánea de la UBA, sotuvo durante una clase pública en defensa de la protección del inmueble que el edificio, "es representante más fiel del estilo vanguardista del siglo 19" y que la cúpula de la confitería "es extremadamente valiosa desde el punto de vista estilístico y hoy está llena de palomas, murciélagos y ratas. Arquitectos de todo el mundo no pueden creer que teniendo un edificio de semejante valor patrimonial se lo deje deteriorar de este modo".
El proyecto arquitectónico fue obra de Francisco Gianotti, que la ideó con una cúpula y aguja de 65 metros de altura, una marquesina metálica y refinados vitraux italianos, un estilo que transforma al edificio en una joya mundial.
El Molino acompañó desde 1917 la vida intelectual, política y social de la Argentina. Personalidades como Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Carlos Gardel, Oliverio Girondo, Roberto Arlt, Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón pasaron por sus elegantes mesas.
Desde 1997, año de su cierre, el edificio fue declarado monumento histórico nacional por ley del Congreso Nacional, área de protección histórica por el gobierno porteño y edificio catalogado de alto valor patrimonial.