Esta semana ha empezado de nuevo el colegio. La primera quincena de septiembre, para los que tenemos niños, siempre es sinónimo de caos, desorden, nervios, prisas, malabares para combinar el trabajo y la casa...
La víspera de "volver a la normalidad" todos pensamos que desde el día siguiente, las cosas nos irán mejor, porque nos tomaremos la vida con otro talante, sin menos angustia, con más orden... y que por tanto tendremos tiempo para ser felices. Y sin embargo, pasado el primer día, mil excusas nos hacen postergar esa búsqueda y el caos, desorden y prisas que nos generaban los niños en casa, ahora nos lo genera el trabajo, el jefe, un nuevo proyecto, el atasco...
Cuenta Alejandro Llano en su "Olor a yerba seca" que Martí, un amigo suyo, estaba haciendo el servicio militar. Asistía a una de las clases impartida por un capitán, al aire libre, a la caída de la tarde. La clase era espesa y Martí, despistado, miraba complacido al sol que estaba a punto de hundirse en el ocaso.
El capitán le interpeló:
- ¡Martí!, ¿por qué se ríe?
- No me río, capitán, me sonrío.
- Y ¿por qué se sonríe?
- Porque soy feliz
- Y ¿por qué carajo es usted feliz?
- Porque calienta el sol y no me duele nada
Y es que este es el mejor momento para ser feliz. Este. Ahora. ¡A por él!. ¡Disfrútalo!