Inmerso en un entorno de montañas agrestes al norte del Cabo de Creus, defendiéndose de la tramuntana, dominando el paisaje de la bahía de El Port de la Selva, se erige como uno de los monumentos más importantes de Cataluña.
Abandonado en el 1835 fue un lugar de paso para los peregrinos que iban a Roma o Tierra Santa y lugar de inicio para los que iban a Santiago de Compostela.
Ahora, situado en un paraje natural de gran belleza, es el punto final de una excursión que empieza en el pueblo Vall de Santa Creu, lugar donde se encuentra la iglesia de Sant Fruitós. Una excursión por la cordillera de la Verdera con aromas del mar Mediterráneo.
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