Ya escribíamos en este espacio que el jugador madridista era el eslabón perdido de Darwin en una ocasión anterior; y ahora, con su actuación ante el Barcelona de Guardiola, ha vuelto a demostrarlo. Andaba el brasileño alicaído hace unos meses, porque tenía problemas económicos con su ficha millonaria, sin vergüenza alguna después de haber pisoteado y pataleado a un compañero indefenso tendido en el suelo; ese detalle, retransmitido por todas las televisiones del mundo, debería haber sido suficiente para prohibirle volver a jugar en un estadio español. Pero no fue así, y bajo la equivocada batuta de Mourinho, que plantó un autobús frente a Casillas en su enésimo clásico perdido, el brasileño hizo de poste cuando Pujol entró como un obús para rubricar un empate que presagiaba la tragedia. Después el teatro y terminó pisando la mano a Messi deliberadamente, en un despiste del árbitro, que de haberlo visto, lo hubiese mandado unos meses de forzado descanso a su casa. Pepe encarna la impotencia y la zafiedad, y no se puede alinear en un equipo de la honra y tradición madridista. D. Santiago no se merecería esto. El portugués segundo del Barcelona, es primero del Madrid y tira del escándalo y la provocación como jugador número doce de su alineación, algo alejado del señorío que el equipo blanco paseó por los campos de todo el mundo. El supuesto astro brasileño no pasa de ser un simio que entiende, con dificultad, instrucciones, pero que no piensa y puede resultar peligroso. Florentino prescindió de del Bosque después de obtener la liga y la copa de Europa, porque el técnico “no daba el perfil” del club; se trajo a Capello con traje de Armani, que era más decorativo, pero menos eficaz, y desde entonces, el Madrid empezó a brujulear en la mediocridad del que quiere y no puede. Es posible que el Sr. Pérez venda muchas camisetas, le cuadren las cuentas del club y haga negocios con la venta de jugadores y las transacciones inmobiliarias; sigue siendo evidente que es uno de los equipos con más fama reconocida en el mundo, pero con menos títulos en sus vitrinas estos últimos años; en fin, lo que es seguro es que no guiará a la institución por los caminos del orgullo, el sacrificio y el honor por donde lo condujo el Sr. Bernabéu, cuyo nombre luce con orgullo el estadio en el que ahora, siempre pierde contra el Barcelona.
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