Revista Cultura y Ocio
SE INICIA EL MOTIN EL 21 DE ABRIL
El voluminoso expediente recoge con puntualidad las declaraciones de los protagonistas y testigos de los sucesos; hecho que supone la más completa información al caso_ Aquí recogemos las diferentes versiones_:
1) Exposición del Corregidor don Joaquín Santamaría.
Este personaje venía sirviendo al rey durante treinta años Es hijo de don Juan Antonio, ministro del Consejo de Ordenes. Era, pues, un funcionario encanecido en el servicio del Estado, al que debemos suponer, aparte de la preparación y debida fidelidad, prudencia y sentido de la responsabilidad_ Su declaración, resumida, es esta: intervienen en el tumulto de la noche del 21, algunos inillares de personas, las cuales llevan a cabo los "mayores excesos y atentados que puede imaginar"
El jueves, día 21 de abril, a eso de las ocho de la noche, llegan hasta su casa, ubicada en la Plazuela del Salvador, con grandes voces y algazara, pidiendo que el Corregidor mandase poner en libertad a un reo. En esto sube al domicilio del Corregidor el abogado toledano don Luis-Antonio del Castillo Barrantes, rogándole que entregue el bastón de su cargo, para que se lo lleve al Intendente Provincial, para con esto, evitar mayores males.
Lo mismo le encarece el regidor don Domingo Falceto_ Así lo hace Santamaría, y los tumultuarios se marchan, de momento, dando vivas a Fernando VII. Con esto parece conjurado el motín. Pero a las doce y media de esa noche, vuelven los escandalosos, situándose frente al domicilio del Corregidor, comenzaron a tirar piedras a los balcones y a las ventanas de la casa del Corregidor, rompiendo las puertas, entrando en ella, teniendo que escapar el Corregidor y su familia.
Los asaltantes, que eran infinitos, robaron cuanto había en la casa: plata labrada por un valor de 2.500 onzas, 300 onzas de oro (la onza es la duodécima parte de la libra; la onza de oro equivale a 16 duros de plata), con muchas alhajas de oro, plata y brillantes, por valor de unos 100.000 rls. Aparte de todo el menaje de casa y de vestir, tanto de los señores como de los criados.
Después del saqueo, hicieron en medio de la calle una hoguera, en la que ardieron cuantos muebles habían quedado, que eran muchos y de buena calidad, comenzando por el coche y finalizando con una galera; estos carruajes tuvieron su final en la Plaza de Zocodover. Luego pasaron a las casas de los regidores don Manuel Rodrí- guez Carreño y don Pedro-Segundo García Ximénez. Al primero le robaron y quemaron la casa, lo mismo hicieron con la otra que tiene con jardín, para su recreo. Igual suerte corrió la casa-jardín de don Pedro-Segundo García Ximénez. y la del Alcalde Ordinario don Antonio Escalona. En este caso, arrancaron los árboles del jardín y de la casa-jardín de los mentados regidores y los llevaron a Zocodover y allí los quemaron.
También arrojan a la hoguera los muebles de Escalona, que los habían sacado de la casa, llevados a la Plaza de Zocodover y allí los quemaron. La Plaza de Zocodover, volvía a ser, una vez más, testigo del violento acontecer toledano. Después de los sucesos narrados, los amotinados, quisieron ir a la fonda en donde se hospedaba el general Marcial Thomás, para insultarle,lo que pudo evitarse "por la intervención de algunas personas sensatas", que veían en aquel acto un claro enfrentamiento e on el invasor.
A cambio de no acercarse al alojamiento del general francés, se le exigió que abandonara la ciudad, así como los soldados de su escolta, lo que hicieron a la mañana del día siguiente, 22 de abril. Por unas manifestaciones del Corregidor, sabemos que la noche del 21 al 22, había perdido en el Motín de 32 a 34.000 pesos; habiendo salvado la vida su familia, criados y él.
Huyendo todos, sin más ropa que la puesta y sin ningún otro equipaje. Tal es su estado de pobreza, que se hubieran visto obligados a pedir limosna, a no ser por el socorro que le prestó su padre, el ministro del Consejo de Ordenes. En otro documento el Corregidor se defiende de las acusaciones populares, diciendo que la noticia de la vuelta al Trono de Carlos IV, no se la había dado él al Cardenal Borbón, sino el mismo geneml Marcial Thomás. Que las multas impuestas en el año 1807, que es otra de las cargas que le achacan, no habían pasado en total de la cifra de 20 doblones (monedas de oro, equivalentes a 4 pesos de escudos o 60 rls. de cobre).
En cuanto a las camas confiscadas no pasaron de seiscientas del vecindario y de los conventos que no habían de recibir alojados.
2) Informe del Alcalde de Casa y Corte don Antonio Cano Manuel.
Por este documento conocemos detalles de mucho interés sobre el motín. La Junta Suprema de Gobierno que dejara al marcha a Francia Fernando VII, manda a través del Supremo Consejo de Castilla, dado los graves sucesos producidos en el Motín de Toledo, que nombre un Alcalde de Casa y Corte que entienda en la causa que se va a substanciar. Se elige a don Antonio Cano Manuel, por ser persona "activa y eficaz".
Viene a Toledo acompañado de una numerosa curia: escribano, alguacil, portero y habilitado. Utiliza un coche que le han proporcionado en la Dirección de Carruajes, por no haber encontrado ninguno por otro medio. Hicieron noche en Yuncos, llegando a media mañana del día 26. "Encontré la ciudad tranquila", dice el Alcalde de Casa y Corte a pesar de que ese día han entrado en ella 800 soldados franceses y esperaban 2.000 más. El Alcalde de Casa y Corte visita al general Dupont, para hacerle presente la comisión que viene a realizar en Toledo. Este es un nuevo testimonio del sometimiento, que ciertos sectores de la clase dirigente española mantienen con el invasor.
Informa el Alcalde don Antonio Escalona, que a eso de las ocho de la noche del día 21, se personó en casa de Santamaría, entrando en el cuarto en donde estaba la familia del Corregidor. Al poco rato entró Falceto, manifestando que el "pueblo está alborotado y pide los bastones al Corregidor y a los alcaldes ordinarios, Carreña y Escalona ... " Seguidamente llega el capitán De Torres, que repite lo dicho por Falceto. Luego, dirigiéndose a la señora del Corregidor, la dice que "es preciso que se fueran de la ciudad el día siguiente" .
Otro visitante llega después, se trata del abogado don Luis Antonio del Castillo Barrantes, que pide al Corregidor el bastón de su autoridad. Este se lo da, buscando el sosiego del pueblo amotinado. Del Castillo, ya con el bastón, trata de apaciguar, llevándoselo al Intendente Provincial. A pesar de esa dejación de autoridad, debilidad del Corregidor, el pueblo no sosiega, no se hace la paz. Los amotinados fueron por la Calle Ancha hasta las casas de Carreña, rompiendo puertas, mamparas, vidrieras interiores y algunas sillas. El tumulto se dirigió a las casas del Corregidor, nuevamente, en la que hizo el más completo saqueo : muebles, ropas, alhajas, dinero, vales (se refiere a los llamados vales reales creados por Carlos III -30-VIlI-1780).
Lo que no robaron lo echaron al fuego, en una voraz hoguera que hicieron delante de su puerta; siendo lo primero en quemar el coche, en donde Santamaría llevó al general francés en su visita a la Fábrica de Espadas. Añade el Alcalde de Casa y Corte, que el amedrentado Corregidor llegó a Madrid, en donde se encaminó a la sede de la Suprema Junta de Gobierno, disfrazado, lleno de sobresalto, dejando a su familia escondida. La consiguiente denuncia ante la Junta, del Corregidor, motiva la iniciación del expediente. Sigue el informe del señor Cano Manuel: en las casas de don Antonio Escalona robaron y destrozaron cuanto hallaron.
Terminado en ellas, fueron a otra de "recreación" y robaron todo el oro, plata, vales y obligaciones (o préstamos). La multitud enardecida quería ofender al general Thomás, pero los dirigentes del tumulto sabían que de hacerlo, sería castigada la ciudad, con la mayor prontitud y rigor; por lo que sujetaron a los revoltosos, y pasaron delante de la fonda en donde se alojaba, sin mayor novedad. Saciado el populacho de violencias, con lo robado y destruí- do, siguió el Motín, ahora con vivas a Fernando VII y muera a los traidores.
Llevaron un retrato del rey poniéndolo bajo un dosel en el Ayuntamiento y otro en la Plaza de Zocodover. Los amotinados hicieron que el Intendente Provincial nombrara Alcalde Mayor y asesor general de la Intendencia al abogado don Luis-Antonio del Castillo; Alcalde Ordinario al Tesorero General de Hacienda don José Posadillo al que ya veremos leyendo el papel en Zocodover. Con estas imposiciones y violencias, se tranquilizó la plebe, momentáneamente. El abogado y ahora Alcalde Mayor, se hizo sospechoso de haber movido los hilos de la revuelta, al saberse que "iba en la conmoción a caballo, delante del pueblo y haber admitido el cargo de Alcalde Mayor de manos del Intendente".
El capitán Antonio de Torres desatendió e injurió al alcalde Escalona, cuando rondaba la noche del 20. Se le tiene por confidente de los conjurados y un valioso auxiliar. El regidor Falceto, primer denunciante del alboroto, podía ser otro de los cómplices; todo ello a juicio del Alcalde de Casa y Corte. Del Castillo había estado en casa de Carreño para recoger unos papeles a las seis de la mañana, dos horas antes de iniciarse el saqueo.
3) Declaración de don Pedro-Segundo Garcia Ximénez.
Es uno de los personajes toledanos de estos años: caballero del hábito de San Juan, como tal titulado Maestrante de Ronda, regidor perpetuo por el banco de la nobleza, en el Ayuntamiento de Toledo, Fiel del Juzgado y Juez Ordinario de sus Montes y Propios. No añade nuevos hechos a los ya conocidos, pero sí algunas referencias a su vida, después del 21 de abril. En aquella noche salvó por primera vez su vida; huyendo de Toledo se refugió en el Oratorio de Caballero de Gracia, en Madrid.
Cuando caminaba por la Calle de la Montera, de esa villa, estuvo otra vez en peligro su vida, al sorprenderle el tumulto popular del día 1 de mayo, que bajaba por la calle en dirección a la Puerta del Sol. En el referido Oratorio le sostenían y alimentaban, pero encontrando peligrosa su estancia en Madrid, salió de la Corte y a pié marchó a Lillo, buscando alguna seguridad. Termina su exposición manifestando que el daño recibido por causa del Motín, se cifra en 80.000 rls.
4) Exposición del Intendente Provincial don Vicente Dominguez.
El Intendente es el jefe político y económico de la provincia o intendencia, lo mismo que después sería el Gobernador civil, pero este sin la jurisdicción económica, solo la política. Está por ello sobre el Corregidor, que asume la jurisdicción municipal y judicial, extendiéndose ambas a la capital del Corregimiento y a su Partido. Manifiesta el Intendente que él se limitó a tomar el bastón que le ofrecía el Cor~egidor y ya investido de esa autoridad, nombrar Alcalde Mayor de la ciudad y Consejero General de la Intendencia al abogado Del Castillo. Continuando con la doble jurisdicción. El Intendente elogia la actuación de don Luis-Antonio del Castillo y de don José González de la Torre, capitán del regimiento "España", del que después se hablará.
5) Los protagonistas del Motín en opinión de los fiscales del Supremo Consejo de Castilla:
Se extiende el documento sobre un papel sellado de Carlos IV que dice: "Valga por el gobierno del Lugarteniente General del Reino", que lo era, como ya hemos visto, el general Joaquín Murat, Gran Duque de Berg, cuñado del emperador Napoleón I, al estar casado con Carolina Bonaparte. Murat recibe el título de Alteza Imperial y Real. Los fiscales enjuician las diversas personalidades 'que protagonizan los hechos del 21 de abril; dicen así: parece que el Corregidor Santamaría llevó una política "de extraordinarias vejaciones e infinitas multas con viles y despreciables pretextos ... " Por lo cual "la población estaba exasperada de antemano".
Don Pedro-Segundo García Ximénez había sido castigado varias veces por la superioridad y privado de la plaza de secretario del Tribunal de la Inquisición. Carreña, porque habiéndole conocido de criado de una casa particular, sin otros ingresos que ser oficial de la Contaduría de Propios, tiene al día un caudal, del que sólo pensar lo que ha perdido en el Motín, escandaliza.
Es el tercer confidente del Corregidor. Don Antonio Escalona, "aunque no est4 notado de vicios, era también mal visto por el vecindario, por su genio duro e imprudente". Estas eran las personas que gobernaban Toledo en estos años críticos que consideramos, en los que se enfrentan dos regímenes, esto es, el Despotismo ilustrado, en retroceso, y el liberalismo revolucionario en franca expansión.
Así, a las causas antes expuestas, venían a unirse las propias derivadas de la naturaleza de las personas que ejercen el poder. Prosiguen los fiscales: "Los miserables vecinos de Toledo, ge· mían en silencio bajo este yugo tan pesado". Piensan los fiscales que este pueblo no se hubiera entregado a los excesos de la noche del 21 y del día 22 de abril "de no haber sido probado por la im· prudencia y mal manejo del Corregidor". Pero añadimos nosotros, más lejos de los hechos, que estos se dan, no sólo en Toledo, sino en otras partes de España. A los sucesos de Toledo siguieron los de Madrid, del 2 de mayo, luego los de Oviedo el 9, los de Valencia ...
En ellos, unas veces el pueblo se puso al lado de sus autoridades, en otras se enfrentó a ellas con violencia y, como en el caso de Toledo, las depuso por su colaboración con el invasor y estableció otras más en consonancia con el espíritu de resistencia al dominio francés. Este convulsión revolucionaria se daba también en la España Ultramarina. El pueblo español estaba ante una revolución, acompañada de una guerra larga, por la independencia, en donde pueden advertirse algunas gotas de contienda civil. En esta guerra hubo españolistas, los más, y afrancesados. En la operación alojamiento, hubo algunos vecinos que entregaron la única cama que tienen, habiendo de dormir en el suelo, porque de no entregarla se les amenazaba con una mul ta de 50 ducados (de plata, se trata de una moneda de cuenta, equivalente a 11 reales de cobre).
Por otra parte, los delegados del Corregidor trataban a las comunidades religiosas "de un modo duro e impropio". Se acusa al Corregidor y a sus colaboradores, de haber divulgado, con imprudencia, la noticia del retomo del Rey Viejo, cosa, de momento, no creida Pero cuando al día siguiente, el pueblo toledano supo que Napoleón había recibido en Bayona al Príncipe de Asturias, su muy querido rey Fernando VII, estalló la alegría y el entusiasmo, tomando como impostura la noticia de la vuelta de Carlos IV, produciéndose el Motín, "tan fuerte y vehemente" que dio ocasión a los alborotos, vengándose en las referidas autoridades.
Estiman los fiscales, dentro de su conservadurismo, que el pueblo nunca debe rebelarse, "que los vecinos de Toledo han debido sufrir y callar y quejarse a las autoridades competentes". Por eso, "los hechos no pueden quedar impunes, porque sería un mal ejemplo". A Luis del Castillo y a otros, en efecto, se les vió en el Motín,
pero más con ánimo de sosegar y evitar nuevos excesos, exponiendo con ello sus vidas. Los fiscales alaban sus conductas sacrificadas y patrióticas. Se los llama pacificadores y comparan sus conductas con la cobardía y desinterés del Corregidor. No obstante, debe investigarse el paradero de los bienes robados y devolverlos a sus legítimos dueños. Finaliza ~l informe: como en Madrid hay dos poderes paralelos, el de la Junta Suprema de Gobierno y el del ejército francés de ocupación, cuya voz la lleva el Lugarteniente Murat, los fiscales estiman que a ambos se les debe someter el caso del Motín de Toledo.
6) Los múltiples cargos de don Manuel Rodriguez Carreña.
Este personaje acumula numerosos cargos: Oficial de la Contaduría Principal de la Provincia, Comisario de Guerra habilitado por el Intendente, regidor perpetuo de su Ayuntamiento, Alcalde Ordinario, comisionado para la custodia de los cuarteles y camas correspondientes a la Real Hacienda, Teniente de Cuadrillero Mayor de la Santa Hermandad Vieja, Mayordomo de los Bienes de Propios y Rentas de Toledo, Mayordomo perpétuo de Caballería, Mayordomo-administrador general del Convento de religiosas de Santo Domingo el Real de Toledo, Juez de Bienes confiscados, Proveedor del Fisco del Tribunal de la Inquisición. Receptor de la Hermandad de Patricios Nobles. Secretario-contador del Hospital del Refugio.
En su declaración-defensa, hace constar que el valor de los daños recibidos se elevan a 300.000 rls. Heredó 30.000; que su patrimonio lo hizo con "industria", esto es, con esfuerzo y sudor. Esos cargos, que él mismo anota para demostrar su espíritu de trabajo, le suponen alrededor de 30.000 reales de ingresos anuales, más 40.000 que tenía en su poder pertenecientes a su hermano don Gil de Laguna. Por fin manifiesta que en el desempeño de sus cargos, ha ayudado a muchos, como puede demostrarlo. Confirma que le robaron y quemaron trigo, harina, ropas, uniformes. Huyó, ocultándose en una casa, pero no considerándose seguro, se trasladó a otra. El sacristán de la parroquia de San Ginés, desde la torre de su iglesia en donde estaba subido, gritaba a los amotinados que destruyeran el hamo de cocer pan. Entre los asaltantes estaba un Celedonio, de oficio curtidor, que portaba un garrote; también un tendero que vive frente a la Botillería de Las Tendillas.
El carpintero Manuel Rodríguez entregó a los violentos hachas y martillos sacados de su taller. El cajero que vive junto a la escuela de Esteban, también estaba en el Motín. Un sargento, de mote Abujeros, que defendió a los franceses; le dijeron "si de aquí salen las camas ya verán la que se arma".
7) Nueva declaración de don Pedro-Segundo Garcia Ximénez.
Es abogado, y como tal se le nombra letrado-asesor del Corregidor, antes de que el actual Santamaría ocupase el cargo. Lleva trece años de regidor. Ha sido Juez Superior de Alzadas y Apelaciones, en tiempo del Corregidor don Sebastián Ventura Sedano. Declara que uno de los asaltantes de su casa blandía un cuchillo. Entre los revoltosos distinguió a varios clérigos, entre ellos el conocido Cura Calavares; un maestro de obras llamado JuanPío Clemente, quien daba órdenes a los peones. Un zapatero cojo que trabaja en El Arrabal y vive junto al Cristo de la Luz, quien gritaba: "Vengan ustedes, que yo les enseñaré la puerta falsa de don Pedro-Segundo". Vio también a José ArocaEI Torero, que fue rompiendo las mesas. Y a otro zapatero, que vive junto a la Puerta de Bisagra.
A un soldado de la bandera de Granada, al cargo de don José de la Torre (aquí pudiera haber una confusión del declarante, porque el referido oficial lo era del regimiento España). Estando en la Posada de Las Cadenas, vio pasar a los peones de albañilería, que trabajan en las obras del Bálsamo, armados con las herramientas propias de su oficio, con las que más tarde harían pedazos todo lo que encontraban. Esto último, ya lo veía desde el tejado de su casa en el que se había refugiado y después se arrojó, salvando las doce varas de altura.
Cita algunos de los amotinados que saltaron las casas de Carreño y la suya, entre ellos al maestro albañil, apellidado Antonio Rojo; éste iba al frente de sus oficiales y peones, "a su voz, iban demoliendo y rompiendo con mazos y almadanas" la casa de Carreña. Todos los Valencianos que venden buñuelos, fueron los primeros en intervenir en los alborotos. Manuel Pulido, El Cuchillero, cuando vio al Corregidor que iba en su coche con el general Marcial Thomás, dijo "Ajo, vamos por él". Don Juan Posadillo, bajó a La Vega y dio pan, queso y vino a los amotinados, para que comieran. Joaquín Sánchez, El Luño, fue una de las cabezas del Motín. Manuel Coca, El Carpintero, limpió el jueves la escopeta, preparándose para la noche del Motín.
Juan A rellano, carpintero, y su oficial Barrientos, que impidieron que se arreglaran las puertas de las casas asaltadas_ Jacinto El Molinero, Bias Combas, carpintero y Vitor, también del mismo oficio, cabezas del Motín_ Don Bruno Acosta y don Manuel Huertas, jurados, que anduvieron en el _Motín, entrando y saliendo en las casas asaltadas y pusieron el dosel en el Peso Real, para colocar debajo el retrato del rey Fernando VIL
La Vinagrera, que vive en el barrio de San Miguel, decía a gritos: "Mueran los traidores"; acompañada de otras mujeres entraron a robar y a destrozar lo que podían_ Un zapatero de nuevo, que vive en San Cipriano, que tiene "más de dos varas de alzada y es muy jugador de bolos, eran quien animaba a la gente en el jardín de Carreño_ Don Martín Galarza, uno de los cabezas del Motín desde su comienzo, dijo a José Arroyo, "que pagaría con su vida si no manifestaba los bienes y personas que custodiaban la casa de Carreño".
Fue quien sacó el birloche de don Pedro-Segundo, subió a el y le llevó a Zocodover, en donde la quemó.
Un tal Casado, parroquiano de San Bartolomé, fue cabeza de motín_ Francisco, lacayo que fue del Corregidor_ Juan Garbosa, El Cabestrero, cabeza de motín. Son acusados, a título "reservado", con su condición eclesiástica, el presbítero don Antonio, hijo de la mujer de Juan-Pío Clemente. Otro presbítero apellidado Pérez, oficial de la Secretaría del Cabildo de Canónigos. Se pide que declaren don Juan Bertrán, Mercader, el sacristán de San Román; el albañil Antonio Ximénez; Pedro Rey de Pérez, tahonero.
Un mantero, llamado "El Enamorado", que trabaja en Las Covachuelas. Hipótilo Rodríguez, El Miliciano; el hijo de Manuel Rodríguez, El Pezuña y sobrino de La Chocolatera. Don Francisco Aguado, don Mariano Orozco, doña María y doña Antonia Yhiunza, que viven frente a la casa de Carreña. Todos debían informar de lo que vieron la noche del Motín.
Por Fernando Jiménez de Gregorio
http://www.realacademiatoledo.es/files/temastoledanos/58.%20El%20motin%20de%20Toledo%20de%201808,%20por%20Fernando%20Jimenez%20de%20Gregorio.pdf
El voluminoso expediente recoge con puntualidad las declaraciones de los protagonistas y testigos de los sucesos; hecho que supone la más completa información al caso_ Aquí recogemos las diferentes versiones_:
1) Exposición del Corregidor don Joaquín Santamaría.
Este personaje venía sirviendo al rey durante treinta años Es hijo de don Juan Antonio, ministro del Consejo de Ordenes. Era, pues, un funcionario encanecido en el servicio del Estado, al que debemos suponer, aparte de la preparación y debida fidelidad, prudencia y sentido de la responsabilidad_ Su declaración, resumida, es esta: intervienen en el tumulto de la noche del 21, algunos inillares de personas, las cuales llevan a cabo los "mayores excesos y atentados que puede imaginar"
El jueves, día 21 de abril, a eso de las ocho de la noche, llegan hasta su casa, ubicada en la Plazuela del Salvador, con grandes voces y algazara, pidiendo que el Corregidor mandase poner en libertad a un reo. En esto sube al domicilio del Corregidor el abogado toledano don Luis-Antonio del Castillo Barrantes, rogándole que entregue el bastón de su cargo, para que se lo lleve al Intendente Provincial, para con esto, evitar mayores males.
Lo mismo le encarece el regidor don Domingo Falceto_ Así lo hace Santamaría, y los tumultuarios se marchan, de momento, dando vivas a Fernando VII. Con esto parece conjurado el motín. Pero a las doce y media de esa noche, vuelven los escandalosos, situándose frente al domicilio del Corregidor, comenzaron a tirar piedras a los balcones y a las ventanas de la casa del Corregidor, rompiendo las puertas, entrando en ella, teniendo que escapar el Corregidor y su familia.
Los asaltantes, que eran infinitos, robaron cuanto había en la casa: plata labrada por un valor de 2.500 onzas, 300 onzas de oro (la onza es la duodécima parte de la libra; la onza de oro equivale a 16 duros de plata), con muchas alhajas de oro, plata y brillantes, por valor de unos 100.000 rls. Aparte de todo el menaje de casa y de vestir, tanto de los señores como de los criados.
Después del saqueo, hicieron en medio de la calle una hoguera, en la que ardieron cuantos muebles habían quedado, que eran muchos y de buena calidad, comenzando por el coche y finalizando con una galera; estos carruajes tuvieron su final en la Plaza de Zocodover. Luego pasaron a las casas de los regidores don Manuel Rodrí- guez Carreño y don Pedro-Segundo García Ximénez. Al primero le robaron y quemaron la casa, lo mismo hicieron con la otra que tiene con jardín, para su recreo. Igual suerte corrió la casa-jardín de don Pedro-Segundo García Ximénez. y la del Alcalde Ordinario don Antonio Escalona. En este caso, arrancaron los árboles del jardín y de la casa-jardín de los mentados regidores y los llevaron a Zocodover y allí los quemaron.
También arrojan a la hoguera los muebles de Escalona, que los habían sacado de la casa, llevados a la Plaza de Zocodover y allí los quemaron. La Plaza de Zocodover, volvía a ser, una vez más, testigo del violento acontecer toledano. Después de los sucesos narrados, los amotinados, quisieron ir a la fonda en donde se hospedaba el general Marcial Thomás, para insultarle,lo que pudo evitarse "por la intervención de algunas personas sensatas", que veían en aquel acto un claro enfrentamiento e on el invasor.
A cambio de no acercarse al alojamiento del general francés, se le exigió que abandonara la ciudad, así como los soldados de su escolta, lo que hicieron a la mañana del día siguiente, 22 de abril. Por unas manifestaciones del Corregidor, sabemos que la noche del 21 al 22, había perdido en el Motín de 32 a 34.000 pesos; habiendo salvado la vida su familia, criados y él.
Huyendo todos, sin más ropa que la puesta y sin ningún otro equipaje. Tal es su estado de pobreza, que se hubieran visto obligados a pedir limosna, a no ser por el socorro que le prestó su padre, el ministro del Consejo de Ordenes. En otro documento el Corregidor se defiende de las acusaciones populares, diciendo que la noticia de la vuelta al Trono de Carlos IV, no se la había dado él al Cardenal Borbón, sino el mismo geneml Marcial Thomás. Que las multas impuestas en el año 1807, que es otra de las cargas que le achacan, no habían pasado en total de la cifra de 20 doblones (monedas de oro, equivalentes a 4 pesos de escudos o 60 rls. de cobre).
En cuanto a las camas confiscadas no pasaron de seiscientas del vecindario y de los conventos que no habían de recibir alojados.
2) Informe del Alcalde de Casa y Corte don Antonio Cano Manuel.
Por este documento conocemos detalles de mucho interés sobre el motín. La Junta Suprema de Gobierno que dejara al marcha a Francia Fernando VII, manda a través del Supremo Consejo de Castilla, dado los graves sucesos producidos en el Motín de Toledo, que nombre un Alcalde de Casa y Corte que entienda en la causa que se va a substanciar. Se elige a don Antonio Cano Manuel, por ser persona "activa y eficaz".
Viene a Toledo acompañado de una numerosa curia: escribano, alguacil, portero y habilitado. Utiliza un coche que le han proporcionado en la Dirección de Carruajes, por no haber encontrado ninguno por otro medio. Hicieron noche en Yuncos, llegando a media mañana del día 26. "Encontré la ciudad tranquila", dice el Alcalde de Casa y Corte a pesar de que ese día han entrado en ella 800 soldados franceses y esperaban 2.000 más. El Alcalde de Casa y Corte visita al general Dupont, para hacerle presente la comisión que viene a realizar en Toledo. Este es un nuevo testimonio del sometimiento, que ciertos sectores de la clase dirigente española mantienen con el invasor.
Informa el Alcalde don Antonio Escalona, que a eso de las ocho de la noche del día 21, se personó en casa de Santamaría, entrando en el cuarto en donde estaba la familia del Corregidor. Al poco rato entró Falceto, manifestando que el "pueblo está alborotado y pide los bastones al Corregidor y a los alcaldes ordinarios, Carreña y Escalona ... " Seguidamente llega el capitán De Torres, que repite lo dicho por Falceto. Luego, dirigiéndose a la señora del Corregidor, la dice que "es preciso que se fueran de la ciudad el día siguiente" .
Otro visitante llega después, se trata del abogado don Luis Antonio del Castillo Barrantes, que pide al Corregidor el bastón de su autoridad. Este se lo da, buscando el sosiego del pueblo amotinado. Del Castillo, ya con el bastón, trata de apaciguar, llevándoselo al Intendente Provincial. A pesar de esa dejación de autoridad, debilidad del Corregidor, el pueblo no sosiega, no se hace la paz. Los amotinados fueron por la Calle Ancha hasta las casas de Carreña, rompiendo puertas, mamparas, vidrieras interiores y algunas sillas. El tumulto se dirigió a las casas del Corregidor, nuevamente, en la que hizo el más completo saqueo : muebles, ropas, alhajas, dinero, vales (se refiere a los llamados vales reales creados por Carlos III -30-VIlI-1780).
Lo que no robaron lo echaron al fuego, en una voraz hoguera que hicieron delante de su puerta; siendo lo primero en quemar el coche, en donde Santamaría llevó al general francés en su visita a la Fábrica de Espadas. Añade el Alcalde de Casa y Corte, que el amedrentado Corregidor llegó a Madrid, en donde se encaminó a la sede de la Suprema Junta de Gobierno, disfrazado, lleno de sobresalto, dejando a su familia escondida. La consiguiente denuncia ante la Junta, del Corregidor, motiva la iniciación del expediente. Sigue el informe del señor Cano Manuel: en las casas de don Antonio Escalona robaron y destrozaron cuanto hallaron.
Terminado en ellas, fueron a otra de "recreación" y robaron todo el oro, plata, vales y obligaciones (o préstamos). La multitud enardecida quería ofender al general Thomás, pero los dirigentes del tumulto sabían que de hacerlo, sería castigada la ciudad, con la mayor prontitud y rigor; por lo que sujetaron a los revoltosos, y pasaron delante de la fonda en donde se alojaba, sin mayor novedad. Saciado el populacho de violencias, con lo robado y destruí- do, siguió el Motín, ahora con vivas a Fernando VII y muera a los traidores.
Llevaron un retrato del rey poniéndolo bajo un dosel en el Ayuntamiento y otro en la Plaza de Zocodover. Los amotinados hicieron que el Intendente Provincial nombrara Alcalde Mayor y asesor general de la Intendencia al abogado don Luis-Antonio del Castillo; Alcalde Ordinario al Tesorero General de Hacienda don José Posadillo al que ya veremos leyendo el papel en Zocodover. Con estas imposiciones y violencias, se tranquilizó la plebe, momentáneamente. El abogado y ahora Alcalde Mayor, se hizo sospechoso de haber movido los hilos de la revuelta, al saberse que "iba en la conmoción a caballo, delante del pueblo y haber admitido el cargo de Alcalde Mayor de manos del Intendente".
El capitán Antonio de Torres desatendió e injurió al alcalde Escalona, cuando rondaba la noche del 20. Se le tiene por confidente de los conjurados y un valioso auxiliar. El regidor Falceto, primer denunciante del alboroto, podía ser otro de los cómplices; todo ello a juicio del Alcalde de Casa y Corte. Del Castillo había estado en casa de Carreño para recoger unos papeles a las seis de la mañana, dos horas antes de iniciarse el saqueo.
3) Declaración de don Pedro-Segundo Garcia Ximénez.
Es uno de los personajes toledanos de estos años: caballero del hábito de San Juan, como tal titulado Maestrante de Ronda, regidor perpetuo por el banco de la nobleza, en el Ayuntamiento de Toledo, Fiel del Juzgado y Juez Ordinario de sus Montes y Propios. No añade nuevos hechos a los ya conocidos, pero sí algunas referencias a su vida, después del 21 de abril. En aquella noche salvó por primera vez su vida; huyendo de Toledo se refugió en el Oratorio de Caballero de Gracia, en Madrid.
Cuando caminaba por la Calle de la Montera, de esa villa, estuvo otra vez en peligro su vida, al sorprenderle el tumulto popular del día 1 de mayo, que bajaba por la calle en dirección a la Puerta del Sol. En el referido Oratorio le sostenían y alimentaban, pero encontrando peligrosa su estancia en Madrid, salió de la Corte y a pié marchó a Lillo, buscando alguna seguridad. Termina su exposición manifestando que el daño recibido por causa del Motín, se cifra en 80.000 rls.
4) Exposición del Intendente Provincial don Vicente Dominguez.
El Intendente es el jefe político y económico de la provincia o intendencia, lo mismo que después sería el Gobernador civil, pero este sin la jurisdicción económica, solo la política. Está por ello sobre el Corregidor, que asume la jurisdicción municipal y judicial, extendiéndose ambas a la capital del Corregimiento y a su Partido. Manifiesta el Intendente que él se limitó a tomar el bastón que le ofrecía el Cor~egidor y ya investido de esa autoridad, nombrar Alcalde Mayor de la ciudad y Consejero General de la Intendencia al abogado Del Castillo. Continuando con la doble jurisdicción. El Intendente elogia la actuación de don Luis-Antonio del Castillo y de don José González de la Torre, capitán del regimiento "España", del que después se hablará.
5) Los protagonistas del Motín en opinión de los fiscales del Supremo Consejo de Castilla:
Se extiende el documento sobre un papel sellado de Carlos IV que dice: "Valga por el gobierno del Lugarteniente General del Reino", que lo era, como ya hemos visto, el general Joaquín Murat, Gran Duque de Berg, cuñado del emperador Napoleón I, al estar casado con Carolina Bonaparte. Murat recibe el título de Alteza Imperial y Real. Los fiscales enjuician las diversas personalidades 'que protagonizan los hechos del 21 de abril; dicen así: parece que el Corregidor Santamaría llevó una política "de extraordinarias vejaciones e infinitas multas con viles y despreciables pretextos ... " Por lo cual "la población estaba exasperada de antemano".
Don Pedro-Segundo García Ximénez había sido castigado varias veces por la superioridad y privado de la plaza de secretario del Tribunal de la Inquisición. Carreña, porque habiéndole conocido de criado de una casa particular, sin otros ingresos que ser oficial de la Contaduría de Propios, tiene al día un caudal, del que sólo pensar lo que ha perdido en el Motín, escandaliza.
Es el tercer confidente del Corregidor. Don Antonio Escalona, "aunque no est4 notado de vicios, era también mal visto por el vecindario, por su genio duro e imprudente". Estas eran las personas que gobernaban Toledo en estos años críticos que consideramos, en los que se enfrentan dos regímenes, esto es, el Despotismo ilustrado, en retroceso, y el liberalismo revolucionario en franca expansión.
Así, a las causas antes expuestas, venían a unirse las propias derivadas de la naturaleza de las personas que ejercen el poder. Prosiguen los fiscales: "Los miserables vecinos de Toledo, ge· mían en silencio bajo este yugo tan pesado". Piensan los fiscales que este pueblo no se hubiera entregado a los excesos de la noche del 21 y del día 22 de abril "de no haber sido probado por la im· prudencia y mal manejo del Corregidor". Pero añadimos nosotros, más lejos de los hechos, que estos se dan, no sólo en Toledo, sino en otras partes de España. A los sucesos de Toledo siguieron los de Madrid, del 2 de mayo, luego los de Oviedo el 9, los de Valencia ...
En ellos, unas veces el pueblo se puso al lado de sus autoridades, en otras se enfrentó a ellas con violencia y, como en el caso de Toledo, las depuso por su colaboración con el invasor y estableció otras más en consonancia con el espíritu de resistencia al dominio francés. Este convulsión revolucionaria se daba también en la España Ultramarina. El pueblo español estaba ante una revolución, acompañada de una guerra larga, por la independencia, en donde pueden advertirse algunas gotas de contienda civil. En esta guerra hubo españolistas, los más, y afrancesados. En la operación alojamiento, hubo algunos vecinos que entregaron la única cama que tienen, habiendo de dormir en el suelo, porque de no entregarla se les amenazaba con una mul ta de 50 ducados (de plata, se trata de una moneda de cuenta, equivalente a 11 reales de cobre).
Por otra parte, los delegados del Corregidor trataban a las comunidades religiosas "de un modo duro e impropio". Se acusa al Corregidor y a sus colaboradores, de haber divulgado, con imprudencia, la noticia del retomo del Rey Viejo, cosa, de momento, no creida Pero cuando al día siguiente, el pueblo toledano supo que Napoleón había recibido en Bayona al Príncipe de Asturias, su muy querido rey Fernando VII, estalló la alegría y el entusiasmo, tomando como impostura la noticia de la vuelta de Carlos IV, produciéndose el Motín, "tan fuerte y vehemente" que dio ocasión a los alborotos, vengándose en las referidas autoridades.
Estiman los fiscales, dentro de su conservadurismo, que el pueblo nunca debe rebelarse, "que los vecinos de Toledo han debido sufrir y callar y quejarse a las autoridades competentes". Por eso, "los hechos no pueden quedar impunes, porque sería un mal ejemplo". A Luis del Castillo y a otros, en efecto, se les vió en el Motín,
pero más con ánimo de sosegar y evitar nuevos excesos, exponiendo con ello sus vidas. Los fiscales alaban sus conductas sacrificadas y patrióticas. Se los llama pacificadores y comparan sus conductas con la cobardía y desinterés del Corregidor. No obstante, debe investigarse el paradero de los bienes robados y devolverlos a sus legítimos dueños. Finaliza ~l informe: como en Madrid hay dos poderes paralelos, el de la Junta Suprema de Gobierno y el del ejército francés de ocupación, cuya voz la lleva el Lugarteniente Murat, los fiscales estiman que a ambos se les debe someter el caso del Motín de Toledo.
6) Los múltiples cargos de don Manuel Rodriguez Carreña.
Este personaje acumula numerosos cargos: Oficial de la Contaduría Principal de la Provincia, Comisario de Guerra habilitado por el Intendente, regidor perpetuo de su Ayuntamiento, Alcalde Ordinario, comisionado para la custodia de los cuarteles y camas correspondientes a la Real Hacienda, Teniente de Cuadrillero Mayor de la Santa Hermandad Vieja, Mayordomo de los Bienes de Propios y Rentas de Toledo, Mayordomo perpétuo de Caballería, Mayordomo-administrador general del Convento de religiosas de Santo Domingo el Real de Toledo, Juez de Bienes confiscados, Proveedor del Fisco del Tribunal de la Inquisición. Receptor de la Hermandad de Patricios Nobles. Secretario-contador del Hospital del Refugio.
En su declaración-defensa, hace constar que el valor de los daños recibidos se elevan a 300.000 rls. Heredó 30.000; que su patrimonio lo hizo con "industria", esto es, con esfuerzo y sudor. Esos cargos, que él mismo anota para demostrar su espíritu de trabajo, le suponen alrededor de 30.000 reales de ingresos anuales, más 40.000 que tenía en su poder pertenecientes a su hermano don Gil de Laguna. Por fin manifiesta que en el desempeño de sus cargos, ha ayudado a muchos, como puede demostrarlo. Confirma que le robaron y quemaron trigo, harina, ropas, uniformes. Huyó, ocultándose en una casa, pero no considerándose seguro, se trasladó a otra. El sacristán de la parroquia de San Ginés, desde la torre de su iglesia en donde estaba subido, gritaba a los amotinados que destruyeran el hamo de cocer pan. Entre los asaltantes estaba un Celedonio, de oficio curtidor, que portaba un garrote; también un tendero que vive frente a la Botillería de Las Tendillas.
El carpintero Manuel Rodríguez entregó a los violentos hachas y martillos sacados de su taller. El cajero que vive junto a la escuela de Esteban, también estaba en el Motín. Un sargento, de mote Abujeros, que defendió a los franceses; le dijeron "si de aquí salen las camas ya verán la que se arma".
7) Nueva declaración de don Pedro-Segundo Garcia Ximénez.
Es abogado, y como tal se le nombra letrado-asesor del Corregidor, antes de que el actual Santamaría ocupase el cargo. Lleva trece años de regidor. Ha sido Juez Superior de Alzadas y Apelaciones, en tiempo del Corregidor don Sebastián Ventura Sedano. Declara que uno de los asaltantes de su casa blandía un cuchillo. Entre los revoltosos distinguió a varios clérigos, entre ellos el conocido Cura Calavares; un maestro de obras llamado JuanPío Clemente, quien daba órdenes a los peones. Un zapatero cojo que trabaja en El Arrabal y vive junto al Cristo de la Luz, quien gritaba: "Vengan ustedes, que yo les enseñaré la puerta falsa de don Pedro-Segundo". Vio también a José ArocaEI Torero, que fue rompiendo las mesas. Y a otro zapatero, que vive junto a la Puerta de Bisagra.
A un soldado de la bandera de Granada, al cargo de don José de la Torre (aquí pudiera haber una confusión del declarante, porque el referido oficial lo era del regimiento España). Estando en la Posada de Las Cadenas, vio pasar a los peones de albañilería, que trabajan en las obras del Bálsamo, armados con las herramientas propias de su oficio, con las que más tarde harían pedazos todo lo que encontraban. Esto último, ya lo veía desde el tejado de su casa en el que se había refugiado y después se arrojó, salvando las doce varas de altura.
Cita algunos de los amotinados que saltaron las casas de Carreño y la suya, entre ellos al maestro albañil, apellidado Antonio Rojo; éste iba al frente de sus oficiales y peones, "a su voz, iban demoliendo y rompiendo con mazos y almadanas" la casa de Carreña. Todos los Valencianos que venden buñuelos, fueron los primeros en intervenir en los alborotos. Manuel Pulido, El Cuchillero, cuando vio al Corregidor que iba en su coche con el general Marcial Thomás, dijo "Ajo, vamos por él". Don Juan Posadillo, bajó a La Vega y dio pan, queso y vino a los amotinados, para que comieran. Joaquín Sánchez, El Luño, fue una de las cabezas del Motín. Manuel Coca, El Carpintero, limpió el jueves la escopeta, preparándose para la noche del Motín.
Juan A rellano, carpintero, y su oficial Barrientos, que impidieron que se arreglaran las puertas de las casas asaltadas_ Jacinto El Molinero, Bias Combas, carpintero y Vitor, también del mismo oficio, cabezas del Motín_ Don Bruno Acosta y don Manuel Huertas, jurados, que anduvieron en el _Motín, entrando y saliendo en las casas asaltadas y pusieron el dosel en el Peso Real, para colocar debajo el retrato del rey Fernando VIL
La Vinagrera, que vive en el barrio de San Miguel, decía a gritos: "Mueran los traidores"; acompañada de otras mujeres entraron a robar y a destrozar lo que podían_ Un zapatero de nuevo, que vive en San Cipriano, que tiene "más de dos varas de alzada y es muy jugador de bolos, eran quien animaba a la gente en el jardín de Carreño_ Don Martín Galarza, uno de los cabezas del Motín desde su comienzo, dijo a José Arroyo, "que pagaría con su vida si no manifestaba los bienes y personas que custodiaban la casa de Carreño".
Fue quien sacó el birloche de don Pedro-Segundo, subió a el y le llevó a Zocodover, en donde la quemó.
Un tal Casado, parroquiano de San Bartolomé, fue cabeza de motín_ Francisco, lacayo que fue del Corregidor_ Juan Garbosa, El Cabestrero, cabeza de motín. Son acusados, a título "reservado", con su condición eclesiástica, el presbítero don Antonio, hijo de la mujer de Juan-Pío Clemente. Otro presbítero apellidado Pérez, oficial de la Secretaría del Cabildo de Canónigos. Se pide que declaren don Juan Bertrán, Mercader, el sacristán de San Román; el albañil Antonio Ximénez; Pedro Rey de Pérez, tahonero.
Un mantero, llamado "El Enamorado", que trabaja en Las Covachuelas. Hipótilo Rodríguez, El Miliciano; el hijo de Manuel Rodríguez, El Pezuña y sobrino de La Chocolatera. Don Francisco Aguado, don Mariano Orozco, doña María y doña Antonia Yhiunza, que viven frente a la casa de Carreña. Todos debían informar de lo que vieron la noche del Motín.
Por Fernando Jiménez de Gregorio
http://www.realacademiatoledo.es/files/temastoledanos/58.%20El%20motin%20de%20Toledo%20de%201808,%20por%20Fernando%20Jimenez%20de%20Gregorio.pdf
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