Muchas veces me he preguntado cómo hizo tal o cual persona para alcanzar esos altos objetivos que había soñado; cómo se las habrá arreglado para acercarse tanto a ese ideal altísimo que parecía inalcanzable. Pero conozco también otro grupo de personas que a veces se quejan de la monotonía en sus vidas, de que nunca les suceda nada extraordinario. Y si les pregunto a estos últimos qué desean de la vida, me doy cuenta que no son objetivos demasiado desafiantes… pero aún así, muchos de ellos no logran cumplirlos. Encontré en esta frase algo de respuesta a mis preguntas. “Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”. Los grandes ideales, los objetivos desafiantes, son el motor que impulsa nuestro barco.
Creo que al final es más fácil cumplir los altos sueños, que aquellos mediocres. Es una cuestión de motivación. Es simple matemática. Cuando el resultado traerá mayor recompensa (y me refiero a la recompensa más profunda que puede obtener el ser humano: la felicidad personal), más esfuerzo estaremos dispuestos a realizar para lograrlo.