Confieso que a los ojos de muchos puedo resultar algo inconsciente o demasiado optimista, incluso las dos cosas, pero asumo esa perspectiva voluntariamente y no me importa que me acusen de ello. El caso es que después de ocho meses del inicio de las movilizaciones del movimiento 15M y dos meses después de las elecciones generales, noto, de una manera más o menos explícita, cierto desencanto por parte de los simpatizantes del 15M y cierto sentimiento de triunfo por parte de sus detractores. Tiempo es de valorar en su justa medida hasta dónde ha llegado este movimiento y si valió –o vale- la pena tanto esfuerzo. Mi respuesta –al declararme inconsciente y optimista- no puede ser otra que sí, valió la pena y mucho.
No seamos tan ingenuos de pensar que ahora van a salir políticos y comentaristas de debajo de las piedras para aplaudir y reconocer todo lo que ha conseguido el movimiento Indignados. No será así, pero si sabemos leer las acciones y decisiones políticas de los últimos meses –o semanas- veremos que implícitamente se han removido conciencias y que la práctica política ha girado para reconocer algunas de las reclamaciones del movimiento. Pongo algunos ejemplos. ¿Alguien se cree que las iniciativas por parte de algunos partidos políticos para analizar si la dación de la vivienda para saldar las hipotecas impagadas no es una reacción a una clara reclamación del movimiento 15M? ¿Decisiones del gobierno del PP o incluso del propio Sarkozy para aumentar ciertos impuestos a los bancos, no han respondido a una demanda de mayor justicia contributiva? Vivimos un tiempo de recortes, ¿pero nadie cree que los políticos han puesto el freno allí donde es más sensible la población simpatizante con el movimiento? ¿Y qué me dicen de las decisiones de Carme Chacón para acercarse a algunas de las reclamaciones del movimiento sobre más democracia interna y mayor participación ciudadana? ¿Y los guiños más o menos descarados de Rubalcaba durante la campaña electoral? ¿O los más descarados de los dirigentes de IU?
Estoy convencida que Rajoy no quiere acercarse al movimiento 15M, pero tampoco desea un enfrentamiento directo que sólo le puede acarrear impopularidad y algunas sorpresas. También estoy convencida que el PSOE e IU se acercarán de una manera más o menos explícita a las reclamaciones del 15M. Siendo así, ¿qué podemos hacer? ¿Qué puede hacer el movimiento 15M? Pues, bien claramente, no desfallecer y seguir exigiendo lo que nos pertenece. Es tiempo de discutir y de seguir proponiendo.Actualidad política y social. Una visión crítica de la economía la actividad política y los medios de comunicación.