En situaciones extremas hay que sacrificar a la reina, sostienen los ajedrecistas. Y eso es lo que hizo esta semana el sector del MPN que encabeza el exgobernador Jorge Sapag con su hermana, la diputada Alma, Chani, que votó a favor de la reforma previsional impulsada por el macrismo.
El sacrificio supone correr un riesgo para conseguir un objetivo beneficioso a cambio de la ofrenda. Pero no queda claro que el tormentoso debut de la legisladora en la Cámara de Diputados reporte ganancia política para el MPN, sino más bien todo lo contrario, algo que de todos modos habrá que medir con el tiempo.
Después de haber protagonizado una campaña electoral con posturas críticas hacia las políticas del gobierno de Mauricio Macri y con consignas en defensa de los jubilados, Sapag respaldó una ley cuya impopularidad se pudo observar no sólo en las calles con movilizaciones y cacerolazos, sino también en la medición de encuestas de opinión.
La ley aprobada el martes no afecta los intereses de los jubilados del ISSN. Pero la intensidad de las críticas que llovieron sobre Chani Sapag por el respaldo a la ley guarda relación con la velocidad con la que fulminó su tono opositor de la campaña.
En el gobierno reconocen que la diputada navegó en un mar de dudas antes de votar. Cuentan que llegó al Congreso con cierta convicción de rechazo antes de la primera fallida sesión del jueves de la semana anterior; que luego avanzó hacia la abstención y finalmente, presiones y ablande de por medio, le dijo sí a una ley que el oficialismo sacó adelante con un ajustado resultado al que también se llegó gracias a las ausencias y abstenciones.
La diputada argumentó su voto mediante la lectura de un texto que olía a tinta de la lapicera de su hermano, el exgobernador Sapag. Para justificar el sí, se escuchó mucho contenido de derecho constitucional y definiciones sobre las responsabilidades de mayorías y minorías a la hora de garantizar la gobernabilidad. Pero hubo nulo contexto político sobre lo que estaba ocurriendo dentro y fuera del recinto.
El respaldo del MPN a la reforma previsional se inscribe en estrategias a las que recurren los oficialismos para instrumentar sus políticas y formó parte de una compleja ingeniería que arrancó con negociaciones en una mesa chica con los gobernadores. Tanto valía el respaldo del MPN en un tablero que durante un tiempo fue de resultado incierto, que Omar Gutiérrez se transformó en celador del voto de "Chani" Sapag en el Congreso el día que se votó la ley.
El MPN reconoce que canjeó su apoyo a la reforma jubilatoria por la eliminación de la exigencia de certificados ambientales para proyectos de desarrollos de gas, algún avance en el proyecto del tren a Vaca Muerta, la continuidad financiera de obras públicas, entre otros puntos de un pacto que, puede sospecharse, esconde secretos.
Gutiérrez compensó en Diputados la espalda que el MPN le dio al presidente Macri en el Senado. En la cámara Alta no votaron a favor de la ley ni Guillermo Pereyra ni la sobrina de "Chani" Sapag, Lucila Crexell. El diálogo del gobernador con los senadores es infrecuente en el primer caso e inexistente en el segundo.Una fuente del gobierno local dijo que originalmente el voto de Pereyra sumaba para el macrismo en respaldo a la reforma y apuntó que en la Casa Rosada hay malestar por el errático comportamiento del legislador.
La versión es creíble en tanto Pereyra es escurridizo y cambiante. Un entrenamiento de años para el cálculo político en forma constante lo ha transformado en un dirigente de hábitos imprecisos. Con el voto de "Chani" Sapag volvió a demostrarlo. Después de una crítica mordaz contra la diputada y el gobernador Gutiérrez, Pereyra cerró la semana con un pedido de disculpas a ambos. ¿Hubo arrepentimiento sincero o sólo se trata de un "recalculando" en el GPS político del senador? La respuesta se verá en el 2018, año de internas para el MPN.
No está claro que el tormentoso debut en la Cámara de Diputados de Alma "Chani" Sapag reporte algún beneficio político para el MPN, sino todo lo contrario.
El argumento del voto a favor de la ley de reforma previsional fue hecho con un texto que olía a tinta de la lapicera del exgobernador Jorge Sapag.