Revista Insólito
Los viajeros que llegaban a Londres y que se aproximaban a la ciudad portuaria por el río Támesis, eran recibidos por una terrible escena. La ribera estaba llena de horcas de las que colgaban una serie de cadáveres en descomposición encerrados en jaulas de hierro. Giraban con el viento y hacían un horible ruido chirriante que atemorizaba a los caminantes que pasaban junto a ellos. La horca permanecería en el famoso muelle de la ejecución de Londres, Execution Dock, durante casi cuatrocientos años.
Una réplica horca por el río Támesis en Londres. Crédito de la imagen: Toby Bradbury / Flickr
En esos momentos Gran Bretaña estaba expandiendo su imperio. La corona británica, impulsada por ambiciones comerciales y por la necesidad de superar a sus competidoras, España y Francia, comenzó a establecer colonias en lugares remotos a través de los océanos. La corona negociaba extensamente con sus colonias. Las colonias servían materias primas esenciales para Inglaterra, y al mismo tiempo, servían como mercados para los productos manufacturados británicos.
Para que este moderno sistema de comercio marítimo tuviera éxito, Gran Bretaña necesitaba rutas comerciales seguras. En aquellos días, y especialmente durante la época de la reina Elizabeth, la piratería era una actividad que contaba con el apoyo del Estado, el apoyo activo de la corona y se utilizaba como herramienta bélica contra los buques de naciones extranjeras. Sin embargo los sucesores de la reina Elizabeth no apoyaron la contratación de mercenarios, su actividad fue abolida y muchos corsarios que estaban acostumbrados a una vida de delincuencia y riquezas se convirtieron en piratas.
La piratería en alta mar era un delito muy grave ya que se convirtió en una amenaza para el comercio marítimo. En aquel tiempo se consideró que el castigo apropiado para la piratería era la muerte mediante la ejecución en la horca.
Los criminales marítimos, entre los que se incluían a piratas, rebeldes y contrabandistas, esperaban a que el fatal castigo se llevara a cabo en la prisión de Marshalsea, desde donde eran trasladados por el sureste a Wapping, distrito al este de Londres, para su ejecución pública en el muelle de la ejecución. Londres tenía muchos lugares donde se realizaban ejecuciones púbicas, pero el muelle de las ejecuciones, en el Támesis, se utilizaba especialmente para los piratas.
El condenado, o la condenada, era trasladado desde la prisión al muelle de la ejecución por el Admiralty Marshal o uno de sus sustitutos. El Admiralty Marshal, montado a caballo, podría llevar un remo de plata, elemento que representaba la autoridad del Ministerio de Marina. Las ejecuciones públicas eran algo familiar. Las calles estaban llenas de espectadores y la orilla del río se desborda con ellos. Otros llenaban botes en el río. Acudían hombres y mujeres, viejos y jóvenes, también niños, todos deseando ver a un hombre colgado por el cuello y morir.
Un grabado de 1795 que representa un pirata siendo ahorcado en Execution Dock. También se ha sugerido que el pirata es el capitán James Lowry, ahorcado en 1762. Foto: Museo Real de Greenwich
De camino a la horca se encontraba un pub llamado The Turks Head Inn, ahora una cafetería, en el que se servía la última cerveza al pirata condenado. Una vez en el patíbulo se le daba al pirata la oportunidad de decir sus últimas palabras, en las que o bien expresaba remordimiento por sus acciones o arremetía violentamente contra el que culpaba de su destino. Cuando se completaba este ritual, el pirata era colgado por el cuello hasta morir.
Para que la ejecución fuera lo más penosa posible, los piratas eran colgados con una cuerda corta, de esta manera cuando se dejaba caer al desdichado condenado no se producía la rotura del cuello y la muerte instantanea si no que se producía una muerte lenta por estrangulación. A esta macabra escena la llamaban el 'Baile del Mariscal'.
Las ejecuciones siempre tenían lugar durante la marea baja. Tras la ejecución del condenado se esperaba hasta tres mareas antes de que el cuerpo fuera retirado, pero los piratas más famosos eran dejados colgando de la cuerda, envueltos en una jaula de hierro, conocida como horca, para que sirvieran de escarmiento para todos aquellos que quisieran seguir sus pasos.
El más famoso criminal, recubierto de alquitrán y colgado en una horca, fue el capitán Kidd, condenado por piratería en 1701. Su cuerpo permaneció colgado durante dos años, algunos dicen que tres. Es muy poco probable que su cuerpo permaneciera colgado durante veinte años, una cifra que es citada con frecuencia por algunos autores. Es sólo una de las muchas fábulas y leyendas que rodean al famoso pirata.
La última ejecución en el muelle tuvo lugar el 16 de diciembre 1 830.
Hoy en día no se sabe con exactitud dónde estaban situadas las horcas aunque hay una réplica junto al Prospect of Whitby, un pub con 500 años de antiguedad, junto al Támesis.
Un grabado que muestra la ejecución de dos piratas en Wapping en 1583.
Un pub en Wapping el nombre de Capitán Kidd. Crédito de la imagen: Felix Cohen / Flickr
Con el fin de promocionar el lanzamiento de la serie de piratas 'Black Sails' en 2014, Amazon Prime Instant Video, hombres vestidos como piratas fueron colgados en horcas en una orilla del río Támesis. Crédito de la imagen: Mischief PR
El Capitán Kidd, ejecutado en Wapping en 1701.
Crédito de la imagen: xpgomes10 / Flickr
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